Un cambio de metas
Krista Wren, Arizona, E.U.A.
Un domingo, durante la reunión sacramental, escuché con mucha atención a un discursante hablar acerca de instituto. Él compartió estas palabras del élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce: “[Instituto ha] fortalecido mi vida y sé que har[á] lo mismo para ustedes: les pondrá un escudo de protección a su alrededor para mantenerlos libres de las tentaciones y de las pruebas del mundo”1. Fue en ese momento en que me di cuenta de que ya había experimentado la verdad de las palabras del élder Perry. ¡Cuánto agradecimiento sentía por las bendiciones que ya había recibido como consecuencia de mi asistencia a instituto!
Poco antes había comenzado a asistir a una clase de instituto sobre las enseñanzas de Isaías. Esa clase sigue siendo hasta el día de hoy la que más influencia ha tenido en mi vida. Ese semestre había sido una época de confusión para mí; no todas mis metas ni prioridades concordaban con los principios del Evangelio. A pesar de eso, asistía regularmente a instituto y tenía muchas charlas individuales acerca de la doctrina de la Iglesia con el instructor. Con el tiempo, a medida que mis ideas fueron cambiando, fui modificando, poco a poco y con mucho cuidado, mis metas a fin de que se ajustaran al plan que el Señor tenía para mí.
Hasta que escuché la cita del élder Perry durante la reunión sacramental de aquel domingo, no me di cuenta de la forma específica en que esas nuevas metas estaban resultando en bendiciones. Mi vida entera era muchísimo mejor cuando asistía a instituto; era mucho más receptiva al Espíritu y no cedía a las tentaciones tan a menudo. Mi actitud y la manera en que veía la vida habían mejorado gracias a mi asistencia.