Una lección que cambió nuestras noches de hogar
Tenemos tres hijos pequeños, de uno, tres y cinco años. Al principio, nuestras noches de hogar eran un desastre. Los niños interrumpían ruidosamente y cada uno quería ser el centro de atención. Mi esposa y yo nos sentíamos prácticamente derrotados.
Entonces, un lunes por la noche, mi esposa enseñó acerca de Samuel el lamanita, utilizando un franelógrafo en el que ponía láminas y ayudas didácticas. Nos turnamos para colocar las láminas en el franelógrafo a medida que se mencionaban los personajes correspondientes del relato. A los niños les gustó tanto esta actividad que por primera vez en muchas ocasiones disfrutamos de una noche de hogar tranquila y espiritual.
Esa lección cambió radicalmente nuestras noches de hogar. Comenzamos a preparar más lecciones interactivas y los niños se ofrecían de buena gana a participar de muchas maneras para lograr que la noche de hogar funcionara. También comenzamos a dedicar más tiempo a planificar las noches de hogar. Nos aseguramos de que no hubiera dos noches de hogar con el mismo programa. La variedad en las actividades estimulaba el interés de nuestros hijos.
Nos hemos esforzado a propósito por mantener estos elementos en la noche de hogar, y ahora nuestros hijos esperan ansiosos que llegue la noche de hogar y participan de maneras más constructivas.