2009
Una oportunidad para cambiar
Julio de 2009


Una oportunidad para cambiar

He sido miembro de la Iglesia desde hace siete años. Durante ese tiempo, siempre he sabido que ésta es la única Iglesia verdadera del Señor Jesucristo, pero hubo un periodo en el que yo no era muy activo.

El problema empezó cuando nuestra familia se mudó a una nueva ciudad. Tardamos varios meses en encontrar la ubicación del centro de reuniones al que debíamos acudir, y unas semanas más en comenzar a asistir. El cambio no me gustó mucho, y después de unas semanas dejé de asistir.

Un día recibí una visita inesperada, aunque grata, de mi obispo. Me invitó a volver a la Iglesia los domingos y a asistir a seminario; decidí aceptar esas invitaciones.

Unas semanas después de que empecé a asistir a la Iglesia, el obispo me presentó el programa Mi deber a Dios. Me explicó en qué consistía y me interesé en empezar a trabajar en él.

Comencé a llenar las metas de los folletos y a cumplirlas. Me di cuenta de que el programa Mi deber a Dios me estaba ayudando a mejorar mi vida. Participé más activamente en la Iglesia y disfrutaba al asistir a seminario. Procuro cumplir mejor con las normas de la Iglesia, y me encanta leer las Escrituras y la revista Liahona.

Cuando comencé el programa Mi deber a Dios, me fijé metas como la de servir en una misión y la de asistir al Benemérito de las Américas, una escuela preparatoria para Santos de los Últimos Días, así como muchas otras metas. El otoño pasado, recibí el premio “Mi deber a Dios” y el Sacerdocio de Melquisedec, y pronto saldré a servir en una misión.

Todos los días le doy gracias a mi Padre Celestial por haberme dado la oportunidad de cambiar y de convertirme en un miembro digno de Su Iglesia. Estoy agradecido por los programas y líderes de la Iglesia que me ayudaron a cambiar.