La historia de la revelación: Se despliega la función de los Setenta
¿Por qué es importante en la actualidad que comprendamos la historia de los Setenta? Porque nos proporciona un modelo de la forma en la que el Señor revela Su voluntad para Su Iglesia y para la vida de cada uno de nosotros.
El 8 de febrero de 1835, José Smith anunció a Brigham y a Joseph Young que iba a organizar a los Doce Apóstoles y a los Setenta de acuerdo con una visión que había recibido (véase D. y C. 107).
El Profeta dijo entonces: “‘Quiero notificar a todos los hermanos que viven en las ramas, dentro de una distancia razonable de este lugar, que se reúnan en una conferencia general el sábado próximo. Ese día y allí nombraré a doce Testigos Especiales para que abran la puerta del Evangelio a las naciones extranjeras; y usted’, dijo, dirigiéndose al hermano Brigham, ‘será uno de ellos’… Después se volvió hacia el élder Joseph Young con gran solemnidad, como si la visión de su mente se hubiera extendido más, y le dijo: ‘Hermano Joseph, el Señor lo ha hecho Presidente de los Setenta’”.
Aun cuando los Young sabían de la existencia de esos oficios del sacerdocio por la Biblia, las palabras del Profeta “hicieron que los hermanos se maravillaran”1.
El sábado siguiente, 14 de febrero, se nombró y se ordenó a miembros de los Doce; y dos semanas después también se nombró y se ordenó a miembros del Primer Quórum de los Setenta.
Dos detalles que para mí sobresalen como particularmente importantes sobre la historia de los Setenta son evidentes en aquel primer llamamiento que se les hizo en nuestra dispensación: (1) el oficio de Setenta está basado doctrinalmente en las Escrituras; y (2) la función de los Setenta está inseparablemente conectada a la misión de los Doce. Al estudiar esos dos puntos esenciales, se hace evidente un tercero que es tanto o más importante que ésos: el Señor revela Su voluntad línea sobre línea, haciendo que la historia de los Setenta de los últimos días sea un modelo de revelación para la Iglesia, tanto colectiva como individualmente.
1. El oficio de Setenta está doctrinalmente basado en las Escrituras
La primera mención que se hace de los Setenta está en el Antiguo Testamento, en la instrucción que se dio a Moisés y a “setenta de los ancianos de Israel” (Éxodo 24:1).
El Señor le dijo a Moisés que utilizara a los Setenta para no tener que llevar solo sus cargas: “Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel… y esperen allí contigo” (Números 11:16).
A fin de que estuviesen investidos de poder, el Señor “tomó del espíritu” que estaba en Moisés y lo dio también a los Setenta. “…y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron” (Números 11:25).
La Iglesia de los tiempos del Nuevo Testamento también tenía el oficio de Setenta. El Salvador mismo llamó e instruyó a los Setenta (véase Lucas 10) de manera similar a las instrucciones que les dio a los Doce (véase Mateo 10). Y los envió, diciendo: “El que a vosotros oye, a mí me oye…” (Lucas 10:16; véanse también los versículos 1–15).
La eficacia de los Setenta se hace evidente en el informe que presentaron de su cometido, “diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (Lucas 10:17).
2. La función de los Setenta está conectada con la misión de los Doce.
La forma en que la función de los Setenta se relaciona con los Doce se hace evidente después de la resurrección del Salvador. La Iglesia había crecido hasta el punto de que éstos no podían atender a todas las necesidades de la gente; cuando algunas personas empezaron a murmurar diciendo que se estaba descuidando el ministerio diario a las viudas, el llamamiento de los Setenta respondió a los problemas del crecimiento de la Iglesia, pues ellos llevaron algunas de las cargas para que los Doce no tuvieran que descuidar las responsabilidades que sólo ellos podían cumplir:
“Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de esta tarea.
“Y nosotros [los Doce] persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:3–4).
Ese sistema fue restaurado por medio del profeta José Smith, y el oficio de setenta en relación con el de los Doce quedó claramente definido en la revelación moderna:
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“Los Setenta también son llamados para predicar el evangelio y ser testigos especiales a los gentiles y a todo el mundo” (D. y C. 107:25).
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“Los Setenta obrarán en el nombre del Señor bajo la dirección de los Doce, o sea, el sumo consejo viajante, edificando la iglesia y regulando todos los asuntos de ella en todas las naciones…” (D. y C. 107:34).
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Es deber de los Doce, “cuando necesite[n] ayuda, llamar a los Setenta, en lugar de otros, para atender a los varios llamamientos de predicar y administrar el evangelio” (D. y C. 107:38).
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Los Setenta “se [han] instituido para que los élderes viajantes testifiquen de mi nombre en todo el mundo, donde los envíe el sumo consejo viajante, mis apóstoles, para preparar el camino delante de mi faz” (D. y C. 124:139).
Tengo la certeza de que actualmente cada uno de los Setenta considera que es un gran privilegio apoyar a la Primera Presidencia y al Quórum de los Doce Apóstoles. Y una vez más, los Setenta contribuyen a responder a los desafíos de una Iglesia que crece constantemente. Mientras que por lo general hay sólo tres personas que integran la Primera Presidencia y doce miembros del Quórum de los Doce Apóstoles, en el número de los que integran las filas de los Setenta hay flexibilidad.
3. El Señor revela Su voluntad línea sobre línea
Cuando llegaron al Valle del Lago Salado, los primeros santos, entre ellos Setentas, todos se dispersaron para formar varias colonias. Los Setentas estaban organizados en unos treinta quórumes, pero las distancias hacían difícil, si no imposible, que ellos y sus líderes se reunieran en los quórumes originales.
Por motivo de esas dificultades, en 1883 la Primera Presidencia, orando al respecto, preparó una recomendación escrita sobre la manera en que los Setenta se debían organizar.
El 14 de abril de 1883, el Señor aceptó esa recomendación y reveló lo siguiente: “Lo que habéis escrito es mi voluntad, y es aceptable ante mí; y más aún… no dejéis que vuestro corazón se aflija ni os preocupéis por la administración y la organización de mi Iglesia y sacerdocio, ni por la forma en que se llevará a cabo mi obra. Amadme y observad mis leyes, y os revelaré, de tiempo en tiempo, por los medios que he preparado, todo lo que sea necesario para el futuro desarrollo y la perfección de mi Iglesia, para la disposición y el avance de mi reino, y para la edificación y el establecimiento de mi Sión”2.
Ese sistema de revelación, “de tiempo en tiempo”, es evidente si se estudia la historia de los Setenta, un estudio que demuestra cómo se han desarrollado su llamamiento, sus deberes y responsabilidades, línea sobre línea, de acuerdo con el fundamento doctrinal de las Escrituras. El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, ha dicho que el desarrollo de los acontecimientos en la organización de los Setenta “probará ser una extraordinaria bendición y un modelo de revelación en sí mismo”3.
A fin de ilustrar ese modelo de línea sobre línea, repasemos unos cuantos sucesos importantes de su historia.
La organización de los Setenta. En febrero de 1835, cuando el profeta José llamó a los primeros Setentas de esta dispensación, todos ellos habían sido integrantes del Campo de Sión, el grupo de hombres que en 1834 marchó desde Ohio hasta Misuri con el fin de ayudar a los santos.
El élder B. H. Roberts (1842–1933), de los Setenta, explicó que aquel servicio indica “que el tipo de hombres que alcanzan esa elevada posición en el Sacerdocio de Dios deben ser hombres que han hecho sacrificios por la obra de Dios, o que están sinceramente dispuestos a hacerlos, aun hasta el punto de dar su vida por la causa”4.
El crecimiento en Nauvoo. Mientras los santos vivían en Nauvoo, “aumentó notablemente el número de los Setenta… A principios de enero de 1845, la cantidad de quórumes se había incrementado a catorce”. Y un año más tarde el número había aumentado a treinta quórumes5.
La dispersión en Utah. La dispersión de los Setentas después de que los santos llegaron a Utah llevó a que la Primera Presidencia hiciera en 1883 la recomendación de que los integrantes de esos quórumes formaran parte de un quórum localizado en la zona donde vivieran.
Como ya se mencionó, el Señor aceptó esa recomendación y prometió que, de tiempo en tiempo, continuaría revelando las disposiciones necesarias. Según parece, ¡la historia de la revelación estaba apenas en sus comienzos!
Los quórumes de los Setentas en estacas y misiones. En abril de 1953, cuando el número de los quórumes ascendía a unos quinientos, la Primera Presidencia, con la preocupación de que hubiera algunos Setentas que no pertenecieran a un quórum, anunció que en cada estaca o misión que contara con treinta y seis o más Setentas debía organizarse un quórum presidido por siete presidentes6.
En cada estaca o misión que tuviera menos de treinta y seis setentas, en lugar de un quórum debía formarse una unidad presidida por un presidente con dos consejeros; luego estas unidades y quórumes se organizaron en números consecutivos para evitar la confusión. En 1974 se descontinuaron las unidades de Setentas y cada estaca debían tener un quórum; la presidencia de esos quórumes de estaca formaban la presidencia de la misión de la estaca7.
Mucho antes, en marzo de 1936, se había organizado la obra misional con una misión en cada estaca; el Primer Concilio de los Setenta supervisaba esas misiones de estaca, trabajando por medio del presidente de la estaca8.
Se vuelve a establecer el Primer Quórum de los Setenta. En la conferencia general de octubre de 1975, se produjo un cambio importante en la continua historia de la revelación. El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) anunció la reorganización del Primer Quórum de los Setenta, un quórum de Autoridades Generales que se iba a organizar gradualmente con setenta miembros y siete presidentes9.
Un año después, en la conferencia general de octubre de 1976, el Primer Quórum de los Setenta se amplió con la adición del Primer Concilio de los Setenta y con los Ayudantes de los Doce. A todos los miembros del Primer Quórum se les ordenó al oficio de sumos sacerdotes así como también al oficio de Setenta.
El presidente Kimball explicó lo siguiente: “Con este cambio, los tres quórumes gobernantes de la Iglesia que las revelaciones han definido —la Primera Presidencia, el Quórum de los Doce Apóstoles y el Primer Quórum de los Setenta—, han pasado a ocupar sus respectivos lugares, tal como lo reveló el Señor. Eso hará posible manejar con mayor eficiencia la pesada labor del presente y prepararnos para la expansión y la aceleración de la obra, que van en aumento, en previsión del día en que el Señor vuelva para hacerse cargo de Su Iglesia y reino”10.
Se descontinúan los quórumes de estaca. El 4 de octubre de 1986 se descontinuaron todos los quórumes de Setentas de estaca y los Setentas de las estacas pasaron a ser miembros de los quórumes de élderes o fueron ordenados al oficio de sumos sacerdotes. De ese modo, el oficio de Setenta quedó reservado para las Autoridades Generales de la Iglesia11.
Se establece el Segundo Quórum. El 1º de abril de 1989 se creó el Segundo Quórum de los Setenta12, lo cual fue el comienzo del establecimiento de dos quórumes: el Primero, con Autoridades Generales que a los setenta años pasarían a ser eméritas; y el Segundo con Autoridades Generales que prestarían servicio durante cinco años.
El llamamiento de Autoridades de Área. En la conferencia general de abril de 1995 se relevó a todos los representantes regionales de los Doce, lo que entró en vigor en agosto de ese año, y se anunció el oficio de Autoridad de Área. (El llamamiento de Representante Regional se había establecido en 1967 con el fin de capacitar a los líderes de estaca y de barrio.)
El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) explicó lo siguiente sobre las Autoridades de Área: “Éstos serán sumos sacerdotes, elegidos entre los líderes de la Iglesia con experiencia, presentes o pasados. Además, continuarán desempeñando las tareas de su empleo actual y residiendo en su propio hogar, y servirán por un período determinado de servicio. El término para el cual van a ser llamados será flexible, aproximadamente un período de seis años. Trabajarán en estrecho contacto con las presidencias de área”13.
El llamamiento de Setentas de Área. Dos años después, en abril de 1997, el presidente Hinckley anunció que las Autoridades de Área serían ordenados al oficio de Setenta y se les conocería como Setentas Autoridades de Área (llamados ahora Setentas de Área). Ese paso marcó el comienzo de un aumento considerable de Setentas y de sus responsabilidades.
El presidente Hinckley explicó entonces: “Como Setentas, son llamados a predicar el Evangelio y a ser testigos especiales del Señor Jesucristo, en conformidad a lo que está asentado en las revelaciones”14.
Además, explicó que estas Autoridades Generales iban a formar parte de un quórum, y organizó el Tercer, Cuarto y Quinto Quórumes de los Setenta, establecidos geográficamente.
Más adelante, los Setenta de Área empezaron a presidir consejos coordinadores misionales (que se componen del presidente de la misión y de todos los presidentes de estaca de esa misión). Después, esa reunión de consejo pasó a llamarse reunión de consejo coordinador, y su agenda se expandió para incluir la mayoría de los programas de la Iglesia y diversos temas de interés particular pertinentes a todas las estacas.
Se amplían las responsabilidades de la Presidencia de los Setenta. En abril de 2004 se relevó a los integrantes de la Presidencia de los Setenta como directores ejecutivos de importantes departamentos de la Iglesia y se llamó a otros Setentas a ocupar esos cargos. Varios meses más tarde, en agosto de 2004, la Presidencia de los Setenta empezó a supervisar las once áreas de la Iglesia en Norteamérica y a ayudar a los Doce en la supervisión de todas las demás áreas internacionales.
La Presidencia de los Setenta comenzó a reunirse todos los martes con todo el Quórum de los Doce. Los Doce pueden depender de dicha presidencia para “escoger a otros setenta… y… presidirlos” (D. y C. 107:95).
Los Setenta en la acualidad
La historia de la revelación en la organización y los deberes de los Setenta continúa en el presente. La Primera Presidencia consolidó recientemente las áreas internacionales de la Iglesia y dio más responsabilidades administrativas a los Setentas que prestan servicio en las Presidencias de Área15.
Cuando José Smith ordenó a los primeros setentas, ¿cómo podría haber sabido que ese oficio iba a aumentar hasta el punto de tener, en esta época, trescientos quince Setentas distribuidos en ocho quórumes por todo el mundo? Testifico que José no tenía porqué saber eso puesto que el Señor lo sabía, y lo que el Profeta estableció fue un cimiento para los últimos días basado en las doctrinas de las Escrituras y en “la visión que demuestra el orden de los Setenta” (D. y C. 107:93).
La mano del Señor ha guiado el desarrollo de la historia de los Setenta desde el principio y en cada paso sucesivo que ha llevado a adaptar el oficio para que cumpla con los estatutos establecidos en las Escrituras. ¿Por qué es importante estudiar el desarrollo de esa historia? Como lo explicó el presidente Packer, es “un modelo de revelación en sí mismo”. Línea sobre línea, el Señor ha revelado Su voluntad para los Setenta y sé que continuará haciéndolo, no sólo para los Setenta sino también individualmente para todos nosotros, los miembros de Su Iglesia.