2012
Las bendiciones de la Santa Cena
Noviembre de 2012


Las bendiciones de la Santa Cena

Elder Don R. Clarke

Seremos bendecidos conforme sintamos gratitud por la expiación de Jesucristo, renovemos los convenios bautismales, sintamos el perdón y recibamos inspiración del Espíritu Santo…

Crecí en Rexburg, Idaho, donde recibí la influencia y las enseñanzas de familiares, amigos, maestros y líderes maravillosos. Todos tenemos experiencias especiales que nos tocan el corazón y nos cambian para siempre. En mi juventud tuve una experiencia así que transformó mi vida.

Siempre fui activo en la Iglesia y progresé en el Sacerdocio Aarónico. Cuando era adolescente, mi maestro, el hermano Jacobs, nos pidió que escribiéramos en una tarjeta lo que habíamos pensado durante la Santa Cena. Tomé la tarjeta y empecé a escribir. Primero escribí el partido de básquetbol que habíamos ganado la noche anterior; luego puse la cita con mi amiga después del partido, y así seguí. El nombre de Jesucristo no ocupaba un lugar de importancia en esa lista.

Cada domingo llenábamos la tarjeta. Para un joven poseedor del Sacerdocio Aarónico, la Santa Cena y la reunión sacramental cobraron nuevo y mayor significado espiritual. Yo esperaba ansioso los domingos y la oportunidad de participar de la Santa Cena, porque el comprender la expiación del Salvador me estaba cambiando. Hasta la fecha, cada vez que tomo la Santa Cena, puedo ver mi tarjeta y repasar mi lista. Ahora, primero en mi lista, está el Salvador del género humano.

En el Nuevo Testamento leemos que el Salvador y Sus apóstoles se reunieron en un aposento alto para pasar la fiesta de la Pascua.

“Entonces tomó el pan, y habiendo dado gracias, lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.

“Asimismo, tomó también la copa, después que hubo cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo convenio en mi sangre, que por vosotros se derrama1.

Jesús también instituyó la ordenanza de la Santa Cena durante Su visita a los nefitas2. He llegado a conocer la importancia de esos dos acontecimientos.

El presidente David O. McKay dijo: “Me siento inspirado a recalcar lo que el Señor ha designado como la reunión más importante de la Iglesia, y es la reunión sacramental”3. Si nos preparamos debidamente para la Santa Cena, ésta puede transformarnos. Me gustaría sugerir cinco principios que nos pueden bendecir si participamos dignamente de la Santa Cena.

1. Sentir gratitud por la expiación de Jesucristo

El primer principio es sentir gratitud hacia nuestro Padre Celestial durante la Santa Cena por la expiación de Su Hijo. Se cuenta la siguiente historia acerca de la repartición de la Santa Cena:

“No le di mucha importancia a la Santa Cena hasta que fui ordenado diácono. Aquella tarde repartí la Santa Cena por primera vez. Antes de la reunión sacramental, uno de los diáconos me advirtió: ‘Cuidado con el hermano Schmidt. ¡Tal vez tengas que despertarlo!’. Finalmente llegó el momento de repartir los emblemas. Me fue muy bien en las primeras seis filas. Los niños y los adultos tomaron el pan sin problema alguno. Al llegar a la séptima fila, donde el hermano Schmidt siempre se sentaba, quedé sorprendido. En lugar de encontrarlo dormido, como era su costumbre, lo encontré bien despierto. A diferencia de muchos a los que había servido primero, tomó el pan con lo que me pareció gran reflexión y reverencia.

“Poco después volví a la séptima fila para repartir el agua. Esta vez mi amigo había acertado. El hermano Schmidt tenía la cabeza inclinada y los ojos cerrados; aparentemente estaba dormido. ¿Qué podía hacer o decir yo? Miré su frente arrugada y desgastada por años de esfuerzo y dificultades. Él se había unido a la Iglesia en su adolescencia y había sufrido muchas persecuciones en su ciudad natal de Alemania. Yo había oído aquella historia muchas veces en la reunión de testimonios. Finalmente decidí tocar su hombro suavemente, con la esperanza de despertarlo. Al extender mi brazo para hacerlo, levantó la cabeza lentamente. Las lágrimas surcaban sus mejillas, y al mirarlo a los ojos vi amor y gozo. Lentamente tomó el agua. Aunque entonces yo sólo tenía doce años, recuerdo vívidamente el sentimiento que tuve al observar cómo aquel tosco anciano participaba de la Santa Cena. Supe sin duda alguna que él sentía algo respecto a la Santa Cena que yo nunca había sentido. En ese momento tomé la determinación de llegar a abrigar esos mismos sentimientos”4.

El hermano Schmidt se había comunicado con el cielo, y el cielo se había comunicado con él.

2. Recuerden que estamos renovando convenios bautismales

El segundo principio es recordar que al participar de la Santa Cena estamos renovando nuestros convenios bautismales. Algunas de las promesas que hacemos según se registra en las Escrituras son:

“Entrar en el redil de Dios y ser llamados su pueblo… llevar las cargas los unos de los otros… llorar con los que lloran… y ser testigos de Dios”5.

“…Vengan con corazones quebrantados y con espíritus contritos… dispuestos a tomar sobre sí el nombre de Jesucristo, con la determinación de servirle hasta el fin”6, y a recordarle siempre, y a guardar sus mandamientos7.

Las oraciones sacramentales nos recuerdan esos convenios. Cuando participamos de la Santa Cena, renovamos nuestro compromiso de cumplir con esos convenios. Me parece que sería apropiado memorizar las oraciones sacramentales en la mente y en el corazón, lo cual nos permitirá concentrarnos en renovar los convenios bautismales. Hayamos tenido 8 u 80 años al bautizarnos, espero que nunca olvidemos ese día ni los convenios que hicimos.

3. Durante la Santa Cena podemos sentir el perdón de nuestros pecados

Tercero, durante la Santa Cena podemos sentir el perdón de los pecados. Si antes de la reunión hemos tomado tiempo para arrepentirnos, podemos salir sintiéndonos limpios y puros. El presidente Packer dijo: “La Santa Cena renueva el proceso del perdón. Cada domingo cuando se sirve la Santa Cena, es una ceremonia para renovar el proceso del perdón. Cada domingo uno se purifica para que, con el tiempo, cuando uno muera, el espíritu esté limpio”8. El participar dignamente de la Santa Cena permite que nos sintamos como el pueblo del rey Benjamín, quienes estaban “llenos de gozo, habiendo recibido la remisión de sus pecados, y teniendo paz de conciencia9.

4. Podemos recibir inspiración para resolver nuestros problemas

El cuarto principio es que durante la reunión sacramental podemos recibir inspiración para resolver problemas. Cuando fui presidente de misión en Bolivia, Mary Ann y yo tuvimos la bendición de asistir a un seminario para presidentes de misión con el presidente Eyring. Nos enseñó que hay tres formas importantes de prepararnos para beneficiarnos de la reunión. Debemos llegar con nuestros problemas, humildes como niños listos para aprender, y con el deseo de ayudar a los hijos de Dios.

Al asistir con humildad a la reunión sacramental, podemos recibir la bendición de la inspiración para resolver los problemas diarios. Debemos llegar preparados, estar dispuestos a escuchar y no distraernos. En las Escrituras leemos: “Pero he aquí, te digo que debes estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien; y si así fuere, haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien10. Podemos saber qué hacer para resolver nuestros problemas.

5. El participar dignamente de la Santa Cena nos permitirá estar llenos del Espíritu Santo

El quinto principio, participar dignamente de la Santa Cena, nos permitirá estar llenos del Espíritu Santo. Al instituir la Santa Cena durante Su visita a los nefitas, Jesús declaró: “El que come de este pan, come de mi cuerpo para su alma; y el que bebe de este vino, bebe de mi sangre para su alma; y su alma nunca tendrá hambre ni sed, sino que será lleno”11. Se les había prometido que si tenían hambre y sed de justicia, serían llenos del Espíritu Santo. La oración sacramental también promete que si vivimos de acuerdo con nuestros convenios, siempre tendremos la compañía de Su Espíritu12.

El élder Melvin J. Ballard dijo: “Soy testigo de que hay un espíritu que acompaña la administración de la Santa Cena, el cual reconforta el alma de pies a cabeza; uno siente que las heridas del alma sanan y que las cargas se aligeran. El alma digna que realmente desea participar de ese alimento espiritual recibe consuelo y felicidad”13.

Seremos bendecidos conforme sintamos gratitud por la expiación de Jesucristo, renovemos los convenios bautismales, sintamos el perdón y recibamos inspiración del Espíritu Santo al participar de la Santa Cena cada semana. La reunión sacramental será excelente si la Santa Cena es el centro de nuestra adoración. Expreso mi gratitud por la expiación de Jesucristo. Sé que Él vive. En el nombre de Jesucristo. Amén.