2013
¿Pueden darme una bendición?
Enero 2013


¿Pueden darme una bendición?

Art Crater, Nueva York, EE. UU.

Hace muchos años, acompañé al hospital a un hermano de quien era el maestro orientador, el hermano Schaaf, para darle una bendición del sacerdocio a su esposa antes de que la operaran. La hermana Schaaf compartía la habitación con una mujer llamada Annie Leddar, una paciente a largo plazo con cáncer terminal, que no tenía mucha expectativa de vida.

Antes de dar comienzo a la bendición, fui a cerrar la cortina que separaba las dos camas de hospital, pero me detuve. No quería excluir a Annie, así que le expliqué lo que estábamos a punto de hacer y le pregunté si deseaba presenciar la bendición. Ella dijo que le gustaría mirar. Su esposo, que había fallecido, había sido ministro de otra religión, y ella estaba interesada en nuestras creencias. El hermano Schaaf y yo procedimos con la bendición mientras Annie escuchaba.

Unos días más tarde, antes de que la hermana Schaaf regresara del hospital a su casa, Annie preguntó si ella también podía recibir una bendición del sacerdocio. Con alegría, el hermano Schaaf y yo regresamos al hospital para darle una bendición. Aunque Annie no se curó del cáncer, su salud mejoró enormemente.

Ella estaba interesada en aprender más acerca del Evangelio, así que les pedí a los misioneros que pasaran por el hospital para enseñarle. Escuchó el mensaje del Evangelio con un corazón abierto y decidió bautizarse. Después de su bautismo, todas las semanas íbamos al hospital para llevar a Annie a la capilla en su silla de ruedas.

Debido a la enfermedad de Annie, le resultaba difícil moverse, pero muy pronto encontró la manera de servir al Señor. Le llevamos una máquina de escribir y pasó horas cada día en el hospital haciendo la obra de historia familiar. Annie vivió tres años más de lo que se esperaba y preparó cientos de nombres de su familia para el templo antes de morir.

Tras el fallecimiento de Annie, la hermana Schaaf hizo la obra vicaria por muchas de las mujeres que eran antepasados de Annie.

Hasta donde sé, Annie fue la única integrante de su familia que se unió a la Iglesia. Sus familiares que estaban vivos nunca estuvieron muy entusiasmados con su participación en la Iglesia; sin embargo, estoy seguro de que muchos de sus familiares fallecidos agradecieron la obra vicaria que se realizó por ellos.

Nunca sabemos si las personas a las que conocemos están listas para recibir el Evangelio. Agradezco haber podido ver esa semilla —que se plantó en el corazón de Annie tras presenciar una bendición del sacerdocio—, florecer y bendecir a cientos de hijos del Padre Celestial.