Permanecer en terreno más elevado
El lema de la Mutual para 2013 proviene de Doctrina y Convenios 87:8: “Por tanto, permaneced en lugares santos y no seáis movidos, hasta que venga el día del Señor”. La pregunta que espero que todos los hombres jóvenes mediten durante este próximo año es: ¿Permanezco en lugares santos?.
Al reunirme con hombres jóvenes valientes por todo el mundo, he sido testigo ocular de cómo miles de ustedes ya hacen esto de muchas formas. Permanecen en el lugar más santo de todos cada vez que entran al templo para realizar bautismos por los muertos. Los animo a que aprovechen cada oportunidad que tengan de entrar en el templo y que siempre sean dignos de hacerlo. Todos los días, al cumplir con su deber a Dios, permanecen en lugares santos y están en posición de elevar a otras personas. Permanecen en lugares santos al preparar, bendecir y repartir la Santa Cena cada domingo. Permanecen en lugares santos al compartir el Evangelio y cuando actúan como alguien que ministra, que siempre está dispuesto, y es capaz y digno de servir y fortalecer a los demás.
Como poseedores del Sacerdocio Aarónico, se les ha dado el mandato de amonestar, exponer, exhortar, enseñar e invitar a todos a venir a Cristo (véase D. y C. 20:59). El presidente Harold B. Lee (1899–1973) dijo: “No pueden elevar a otra persona mientras no se hallen en un terreno más elevado que ella… No No pueden encender un fuego en otra alma a menos que ese fuego arda en la propia alma de ustedes”1. Jóvenes, eso significa que deben esforzarse constantemente por fortalecer su testimonio y siempre estar dispuestos a compartirlo.
Tienen la responsabilidad sagrada de ser un instrumento en las manos del Señor. A medida que oren y estudien las Escrituras, procuren guardar los mandamientos y presten atención a los susurros del Espíritu, se encontrarán en un terreno más elevado. Por consiguiente, dondequiera que estén puede convertirse en un lugar sagrado; entonces, cuando surjan dificultades, tendrán la fortaleza, el valor y la habilidad para elevar a los demás; tendrán el poder y la protección que el Señor promete a quienes permanecen en lugares santos.
Me encanta lo que dijo el presidente Thomas S. Monson acerca de esas promesas cuando nos aseguró que al acercarnos al Señor “sentiremos Su Espíritu en la vida, el cual nos dará el deseo y el valor de permanecer firmes en rectitud, de ‘[permanecer] en lugares santos y no [ser] movidos’ (D. y C. 87:8).
“A medida que los vientos del cambio soplen a nuestro alrededor y la fibra moral de la sociedad continúe desintegrándose ante nuestros propios ojos, recordemos las preciosas promesas del Señor a quienes pongan su confianza en Él: ‘No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te fortalezco; siempre te ayudaré…’ (Isaías 41:10)”2.