2014
El profeta contestó mi oración
Junio de 2014


El profeta contestó mi oración

Derrick Fields, Misuri, EE. UU.

Al término de mi segundo año en la universidad, presenté una solicitud para entrar al programa de diseño gráfico y, si bien no me aceptaron, podía volver a presentarla al año siguiente. No me entusiasmaba tener que esperar un año más para graduarme.

Lo que más se aproximaba a la licenciatura de mi elección era fotografía, así que oré en cuanto a cambiar de carrera y me sentí bien al respecto. ¡Sólo quería obtener mi título!

Al comienzo del semestre de otoño, asistí a clases de cinematografía y de historia social del programa de fotografía. Estaba animado por ambas asignaturas, pero al observar el plan de estudios de la clase de cinematografía, me fijé que a los estudiantes se nos requeriría ver muchas películas clasificadas para mayores de edad. En la clase de fotografía la profesora dijo que las imágenes que íbamos a analizar tenían contenido violento, perturbador y sexual, y añadió que en eso consistía la mayor parte de la fotografía en la actualidad.

Se me cayó el alma a los pies mientras pensaba qué hacer. Sabía que el Evangelio enseñaba no participar de tales cosas, pero aquellas clases eran obligatorias. Pensé en la Escritura sobre estar en el mundo sin ser del mundo (véase Juan 15:19). ¿Podría estar en esas clases sin ser de ellas?

Oré a fin de saber qué hacer y de tener la fe para hacer lo correcto. También consulté con mi esposa, mis padres y mi hermano. Cuando hablé con mi hermano, él me recordó el versículo siguiente: “Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).

Sabía que la educación académica es importante pero, ¿estaba en el campo equivocado? ¿Cómo iba a abandonar los estudios temporalmente cuando la luz al final del túnel estaba tan cerca?

Una noche, ya tarde, mientras estaba despierto cuidando de nuestro bebé enfermo, se me ocurrió la idea de buscar “presidente Thomas S. Monson” en internet. Al poco rato empecé a ver un discurso que él había dado en la conferencia general de octubre de 2011. Escuché con atención mientras hablaba acerca del deterioro de los valores morales de la sociedad, diciendo que muchos habían llegado a considerar el comportamiento inapropiado e inmoral como aceptable.

Entonces dijo exactamente lo que yo necesitaba oír: “Debemos estar atentos en un mundo que se ha alejado tanto de lo que es espiritual. Es esencial que rechacemos cualquier cosa que no se ajuste a nuestras normas, negándonos, en el proceso, a renunciar a lo que más deseamos: la vida eterna en el reino de Dios”1.

Esas palabras llegaron con gran poder a lo más hondo de mi ser. Mientras las lágrimas me bañaban el rostro, supe que un profeta viviente había contestado mi oración.

Aunque he postergado mis planes de graduarme, sé que el Señor nos bendecirá a mi familia y a mí si seguimos al profeta, rechazamos las opiniones del mundo, obedecemos los mandamientos y defendemos las normas del Evangelio.

Nota

  1. Thomas S. Monson, “Permaneced en lugares santos”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 83.