Para la Fortaleza de la Juventud
El diezmo brinda fortaleza interior
Decide ahora mismo pagar un diezmo íntegro; el hacerlo te permitirá saber que el Señor cumple Sus promesas.
El presidente Thomas S. Monson enseña que: “El pago de un diezmo íntegro brinda a una persona la fortaleza interior y la dedicación para cumplir los otros mandamientos”1. Yo tuve la fortuna de obtener un testimonio de este principio siendo muy joven.
Cuando tenía 14 años, empecé mi primer trabajo; ganaba 2 dólares estadounidenses por hora como obrero de construcción. El cheque que recibí por la primera semana de trabajo fue por un total de 80 dólares. Quería comprarme un reproductor de cartuchos de ocho pistas, que era lo más nuevo en tecnología musical en ese momento. El modelo de funcionalidad completa que quería costaba 320 dólares. Les conté con entusiasmo a mi mamá y mi papá que pensaba comprarme el reproductor después de cuatro semanas de trabajo.
Más de cuatro semanas
Mis padres me enseñaron sabiamente: “Te llevará más de cuatro semanas ganar el dinero suficiente para comprar el reproductor. Deberías pagar el diez por ciento de tus ingresos para expresar gratitud a Dios por Sus muchas bendiciones, y tienes que pagar más o menos diez por ciento en impuestos al gobierno. También deberías aprender, desde joven, a seguir el consejo de los profetas en cuanto a prepararte económicamente para el futuro, incluso para tu misión; te sugerimos que guardes treinta por ciento de tus ganancias en una cuenta de ahorros”.
En mi mente de adolescente, calculé con rapidez que si hacía lo que me enseñaban mis padres, me quedarían sólo 40 dólares a la semana, lo que implicaba que tendría que trabajar por lo menos dos meses para comprar mi anhelado reproductor. Me hallaba en una encrucijada: ¿sería mi prioridad obtener posesiones materiales? o ¿me sacarificaría para pagar el diezmo y ahorrar?
Pagar el diezmo primero
Para la Fortaleza de la Juventud aconseja: “[Paga el diezmo] en primer lugar, aun cuando pienses que no tienes el dinero suficiente para cubrir otras necesidades. El hacerlo te servirá para desarrollar mayor fe, vencer el egoísmo y ser más receptivo(a) al Espíritu”2.
A los 14 años, decidí pagar un diezmo íntegro el resto de mi vida. Tomé la determinación de seguir al profeta y ahorré dinero para la misión y para mis estudios en el futuro. Esa experiencia también me enseñó a distinguir entre los deseos y las necesidades. Yo quería la última tecnología, pero no la necesitaba; de modo que decidí comprar un modelo menos costoso que tenía menos funciones; y aún funcionaba bien cuando me fui a la misión.
Promesas cumplidas
Al pagar el diezmo aprendí que el Señor cumple Sus promesas y se fortaleció mi fe, así como mi deseo de obedecer los demás mandamientos. Aprendí que si pagaba una ofrenda de ayuno generosa, Él respondería mis oraciones y me guiaría siempre (véase Isaías 58:6–11), y que si leía el Libro de Mormón, Él me manifestaría que era verdadero por el poder del Espíritu Santo (véase Moroni 10:4–5). Aprendí que si obedecía la Palabra de Sabiduría, Él me daría salud, sabiduría y conocimiento, y que podría “[correr] sin [fatigarme]” (véase D. y C. 89:18–21). Además, aprendí que si guardaba la ley de castidad, el Espíritu Santo podría ser mi compañero constante y el Salvador me daría la confianza para algún día presentarme sin vergüenza ante Su presencia (véase D. y C. 121:45–46).
Otra forma en que el pagar los diezmos y las ofrendas me ha dado más fortaleza interior es por medio de los convenios del templo. En Para la Fortaleza de la Juventud se enseña que: “Para poder entrar al templo, debes pagar un diezmo íntegro”3. Cuando entro al santo templo, siento la presencia de Dios y Su amor. Testifico que en las ordenanzas del templo recibimos “poder de lo alto” (D. y C. 95:8) para hacer frente a los retos de la vida mortal con buen ánimo y para superarlos.
Una bendición que nos aguarda
El pagar diezmos y ofrendas ha fortalecido mi fe en que el Señor cumple Sus promesas. Por medio del profeta Malaquías, Él declaró: “Traed todos los diezmos… y probadme ahora en esto… si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).
A lo largo de la vida, incluso en las dificultades económicas que tuve cuando estaba recién casado, Dios siempre ha abierto las ventanas de los cielos para que nuestra familia pudiera cubrir las necesidades temporales. Testifico que mediante la obediencia a la ley del diezmo, la fe de ustedes crecerá hasta llegar a ser una gran fuente de fortaleza en la vida.
Invito a cada joven, y a cada miembro, a dar oídos a Jesucristo y a Sus profetas mediante el pago de un diezmo íntegro y una ofrenda de ayuno generosa durante toda la vida. Les prometo que el Señor los fortalecerá y los hará prosperar para que cumplan sus justos deseos de acuerdo con los santos propósitos que Él tiene.