2014
El poder del sacerdocio — A disposición de todos
Junio de 2014


El poder del sacerdocio Al Alcance de todos

Linda K. Burton

La autoridad del sacerdocio se confiere mediante la ordenación; pero su poder está al alcance de todos. Nuestra rectitud es lo que califica a cada uno de nosotros para poder invocar el poder del sacerdocio a fin de que sea parte de nuestra vida.

Tenemos el privilegio de vivir en esta época de la historia de la Iglesia en que se hacen preguntas sobre el sacerdocio y hay gran interés y deseo de saber más y comprender mejor la autoridad, el poder y las bendiciones relacionadas con el sacerdocio de Dios. Es mi deseo que “la doctrina del sacerdocio” destile “sobre [nuestra] alma como rocío del cielo” (D. y C. 121:45; cursiva agregada). Testifico que el Señor está apresurando Su obra, y es imperativo que comprendamos la forma en que Él la lleva a cabo a fin de recibir el poder que proviene de estar en armonía con Su plan y con Sus propósitos.

El Señor siempre ha realizado Su obra, que es la de “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39), mediante el poder de Su sacerdocio; por ese poder fueron creados los cielos y la tierra. Gracias a la expiación de Jesucristo, los efectos de la Caída se pueden invalidar por medio de las ordenanzas del sacerdocio. Debido a que la autoridad del sacerdocio se confía al hombre con el fin de bendecir a los hijos de nuestro Padre Celestial, Él desea que procuremos tener el poder del sacerdocio en nuestro hogar para bendecir y fortalecer a nuestra familia y a nosotros en forma personal.

En 2013, durante la reunión mundial de capacitación de líderes, el élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, recalcó lo siguiente: “¡Los hombres no son el sacerdocio!”1. Esa frase fue, para mí, un llamado de atención así como también una invitación a cada uno de nosotros a que estudiemos, meditemos y lleguemos a comprender mejor el sacerdocio. Si alguien, tal vez un niño o un amigo que es miembro de otra religión, les hiciera las siguientes preguntas, ¿sabrían contestarlas?

  • ¿Qué es el sacerdocio?

  • ¿Por qué es tan importante el sacerdocio?

  • ¿Qué son las llaves del sacerdocio?

  • ¿Quiénes poseen las llaves del sacerdocio?

¿Qué es el sacerdocio?

El sacerdocio es el poder y la autoridad eternos de Dios mediante los cuales Él bendice, redime y exalta a Sus hijos. El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, lo explicó de esta manera: “El sacerdocio es la vía por la cual el Señor actúa a través de los hombres para salvar almas… Se espera que el poseedor del sacerdocio ejerza esta sagrada autoridad conforme a la intención, la voluntad y los propósitos de Dios. El sacerdocio no tiene ningún aspecto egocéntrico; siempre se usa para servir, bendecir y fortalecer a otras personas2.

Al estudiar y meditar sobre el sacerdocio, y tratar de comprenderlo, lo que me ha ayudado es el considerar cómo sería el mundo sin él. El élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, analizó este concepto cuando dijo: “…¿se imaginan qué obscura y vacía sería la vida terrenal si no existiera el sacerdocio? Si el poder del sacerdocio no estuviera sobre la tierra, el adversario tendría la libertad de andar errante y reinar sin ninguna restricción. No tendríamos el don del Espíritu Santo para dirigirnos e iluminarnos, ni profetas para hablar en el nombre del Señor, ni templos donde hacer convenios sagrados y eternos; ni autoridad para bendecir y bautizar, para sanar y consolar… No habría luz ni esperanza, sólo tinieblas”3.

La idea de que no exista el poder del sacerdocio es inquietante. Por mi parte, ¡me regocijo en que este sagrado poder haya sido restaurado a la tierra por medio de un profeta de Dios en esta última y gloriosa dispensación del cumplimiento de los tiempos!

En cuanto a la forma en que nos referimos al sacerdocio, el élder Oaks nos advierte: “Si bien a veces nos referimos a sus poseedores mencionándolos como ‘el sacerdocio’, nunca debemos olvidar que no es propiedad de nadie ni está incorporado en los que lo poseen; se posee como un encargo sagrado que debe utilizarse para el beneficio de los hombres, mujeres y niños por igual4.

¿Por qué es tan importante el sacerdocio?

Sabemos que “el divino plan de felicidad permite que las relaciones familiares se perpetúen más allá del sepulcro. Las ordenanzas y los convenios sagrados disponibles en los santos templos hacen posible que las personas regresen a la presencia de Dios y que las familias sean unidas eternamente”5. Como enseñó el élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles: “La autoridad del sacerdocio se ha restaurado con el fin de sellar a las familias por la eternidad”6.

“Se necesita la autoridad del sacerdocio para efectuar las ordenanzas del Evangelio… Cada ordenanza abre la puerta a ricas bendiciones espirituales”7. Jesús confirió a Pedro las sagradas llaves del reino, con el mandato de que “todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:19).

¿Qué son las llaves del sacerdocio?

En el ejemplar de mayo de 2012 de la revista New Era [en inglés], se encuentra esta explicación sencilla de las llaves del sacerdocio:

“Con un juego de llaves se puede hacer una cantidad de cosas que de otro modo no sería posible realizar; entre otras: entrar en edificios, conducir un vehículo, abrir un baúl; básicamente, las llaves implican autoridad y acceso.

“Lo mismo sucede con las llaves del sacerdocio, que controlan el acceso a las bendiciones y las ordenanzas del sacerdocio… Las llaves del sacerdocio constituyen el derecho de presidir y de dirigir la Iglesia… Las llaves, por lo general, se aplican a un área geográfica, como un barrio, una estaca o una misión; y, además, generalmente incluyen la autoridad sobre ordenanzas y actividades específicas (por ejemplo, el bautismo, la Santa Cena, la obra misional y la obra del templo)”8.

¿Quiénes poseen las llaves del sacerdocio?

“Jesucristo posee todas las llaves del sacerdocio pertenecientes a Su Iglesia y ha conferido sobre cada uno de Sus apóstoles todas las llaves que pertenecen al reino de Dios sobre la tierra. El Apóstol viviente de más antigüedad en el cargo, el Presidente de la Iglesia, es la única persona sobre la tierra autorizada para ejercer todas las llaves del sacerdocio (véase D. y C. 107:91–92)… El Presidente de la Iglesia delega llaves del sacerdocio a otros líderes del sacerdocio para que puedan presidir en sus áreas de responsabilidad… Los presidentes y consejeros de las organizaciones auxiliares no reciben llaves, pero sí reciben autoridad delegada para actuar en sus llamamientos”9.

Sin embargo, hay una diferencia entre la autoridad del sacerdocio y el poder del sacerdocio: la autoridad se confiere por ordenación, pero su poder está a disposición de todos y, puesto que ese poder es algo que todos deseamos tener en nuestra familia y en nuestro hogar, ¿qué debemos hacer nosotros para obtenerlo? La rectitud personal es indispensable para tener el poder del sacerdocio.

Cómo comprender la doctrina del sacerdocio

Primero, tratemos de ser dignos del don del Espíritu Santo. Dado que la doctrina del sacerdocio se comprende mejor por revelación, es esencial recibir la ayuda del Espíritu Santo para que nos revele la doctrina y la destile sobre nuestra alma.

Segundo, asistamos al santo templo. Sabemos que los templos “son más sagrados que cualquiera de los centros de adoración”10 y que proporcionan el ambiente ideal para aprender sobre el sacerdocio por medio del espíritu de revelación.

Tercero, leamos las Escrituras. El hecho de escudriñar, meditar y estudiar las Escrituras invita al Espíritu Santo a revelarnos verdades importantes sobre el sacerdocio. Les recomiendo los siguientes pasajes de Escritura para que los consideren reflexivamente y con oración: las secciones 13, 20, 84, 107 y 121 de Doctrina y Convenios, y Alma 13. Los insto a que, después, memoricen el juramento y convenio del sacerdocio, que se encuentra en Doctrina y Convenios 84:33–44. Si lo hacen, les prometo que el Espíritu Santo expandirá su comprensión del sacerdocio y los inspirará y elevará de formas maravillosas.

Además, los invito a meditar sobre Doctrina y Convenios 121:34–46 y a hacerse estas preguntas:

  • ¿Tengo mi corazón en las cosas de este mundo?

  • ¿Aspiro a los honores de los hombres o de las mujeres?

  • ¿Trato de encubrir mis pecados?

  • ¿Soy orgulloso(a)?

  • ¿Ejerzo control, dominio o compulsión sobre mis hijos, mi cónyuge u otras personas?

  • ¿Me esfuerzo sinceramente por practicar principios de rectitud como la persuasión, la mansedumbre, la longanimidad, la bondad, la amabilidad y el amor sincero (lo que significa un amor auténtico y profundo)?

  • ¿Engalana la virtud mis pensamientos incesantemente?

  • ¿Anhelo que el Espíritu Santo sea mi compañero constante?

Las palabras persuasión, mansedumbre, longanimidad, bondad, amabilidad y amor sincero cobraron un significado nuevo y muy personal para mí al recordar una bendición que le pedí a mi padre hace varios años.

Cuando era joven y soltera, me encontré enfrentando una decisión difícil y, como lo había hecho en varias oportunidades, fui a hablar con mi papá y le pedí una bendición. Ya que esperaba que él respondiera de inmediato a mi solicitud, me sorprendió cuando respondió: “Necesito un poco de tiempo a fin de prepararme para darte una bendición; ¿podrías esperar un par de días?”.

Curiosamente, cuarenta años después, no recuerdo lo que me dijo en aquella bendición, pero nunca olvidaré la profunda reverencia que demostró hacia el santo sacerdocio al prepararse espiritualmente para dármela. Él comprendía los principios que se enseñan en Doctrina y Convenios 121 y estaba determinado a vivirlos a fin de ser digno de tener el poder del sacerdocio para bendecir a su familia.

Las palabras de los profetas vivientes

Tengo el privilegio de trabajar casi diariamente con profetas, videntes y reveladores inspirados. Si realmente queremos conocer la doctrina del sacerdocio, contamos con una fuente viva y fiable que Dios nos proporciona: profetas, videntes y reveladores. Testifico que ellos son hombres de Dios quienes, debido a su rectitud personal, poseen el poder del sacerdocio.

En una de las últimas conferencias generales, el élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente: “En el grandioso plan de nuestro Padre Celestial, que incluye el sacerdocio, los hombres tienen la singular responsabilidad de administrarlo; pero ellos no son el sacerdocio. Los hombres y las mujeres desempeñan funciones diferentes pero igualmente valiosas. Así como una mujer no puede concebir un hijo sin el hombre, tampoco el hombre puede ejercer plenamente el poder del sacerdocio para establecer una familia eterna sin la mujer. En otras palabras, en la perspectiva eterna, marido y mujer comparten el poder procreativo y el poder del sacerdocio”11.

Estoy aprendiendo que la influencia moral de la mujer es un don que complementa el poder del sacerdocio. Al hablar a las mujeres de la Iglesia, el presidente Howard W. Hunter (1907–1995) les aconsejó: “Las exhortamos a ministrar con su gran influencia para bien a fin de fortalecer a nuestras familias, a la Iglesia y a la comunidad”12. Y en una de las últimas conferencias generales, el élder D. Todd Christofferson, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo a las mujeres: “…ya sean solteras o casadas, hayan tenido hijos o no, sean mayores, jóvenes o de mediana edad, su autoridad moral es fundamental…”13.

El élder Ballard hizo un comentario similar: “En este mundo, no hay nada tan personal, tan enriquecedor ni tan decisivo para una vida como la influencia de una mujer recta”14.

Hemos analizado algunas preguntas relacionadas con el santo sacerdocio de Dios, pero sin duda, existen otras.

Primero obedece, luego entiende

Concluyo con una experiencia que me ha servido para saber cómo reaccionar ante las preguntas que no reciben respuesta. Hace unos años, nos invitaron a mi esposo y a mí a una reunión en la que había muchos líderes de la Iglesia con experiencia; acababan de llamar a un nuevo líder y, al final de la reunión, alguien hizo una pregunta muy difícil y contenciosa. Al darnos cuenta de la dificultad que se presentaba, mi esposo y yo ofrecimos inmediatamente oraciones sinceras al Padre Celestial pidiendo por aquel nuevo líder. Cuando él se acercó al púlpito para responder la pregunta, observé un cambio en su semblante en el momento en que, de pie y con gran dignidad, habló con poder del Señor.

Su respuesta fue más o menos así: “Hermano, no sé la respuesta a su pregunta, pero le diré lo que sí sé: Sé que Dios es nuestro Padre Eterno; sé que Jesucristo es el Salvador y el Redentor del mundo; sé que José Smith vio a Dios, el Padre, y a Su Hijo Amado, Jesucristo, y que fue el instrumento por el cual se restauró a la tierra el poder del sacerdocio. Sé que el Libro de Mormón es verdadero y que contiene el evangelio de Jesucristo en su plenitud. Sé que hoy tenemos un profeta viviente que habla en nombre del Señor para bendecirnos. No, no sé cómo responder a su pregunta, pero lo que he dicho, lo sé; el resto lo acepto por fe. Trato de vivir de acuerdo con esta sencilla declaración de fe que aprendí hace años de la hermana Marjorie Hinckley, esposa del presidente Gordon B. Hinckley: ‘Primero obedezco, después entiendo’”.

El sacerdocio de Dios es un encargo sagrado que se concede para bendecir a los hombres, mujeres y niños a fin de que las familias podamos regresar a vivir juntas eternamente en la presencia de Dios. Lo que califica a cada uno de nosotros para poder invocar el poder del sacerdocio en nuestra vida es la rectitud. Ruego que esta doctrina destile sobre nuestra alma y nos acerque más a Aquel a quien pertenecen esta Iglesia y el poder y la autoridad del sacerdocio.

Notas

  1. Dallin H. Oaks, “El poder del sacerdocio en la familia” (Reunión mundial de capacitación de líderes); wwlt.lds.org.

  2. Véase de David A. Bednar, “Los poderes del cielo”, Liahona, mayo de 2012, pág. 48; cursiva agregada.

  3. Robert D. Hales, “Las bendiciones del sacerdocio”, Liahona, enero de 1996, pág. 36.

  4. Véase de Dallin H. Oaks, “La Sociedad de Socorro y la Iglesia”, Liahona, julio de 1992, pág. 42; cursiva agregada.

  5. “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Liahona, noviembre de 2010, pág. 129.

  6. Russell M. Nelson, “Nutrir el matrimonio”, Liahona, mayo de 2006, pág. 37.

  7. Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 2.1.2.

  8. “Priesthood Keys” [Las llaves del sacerdocio], New Era, mayo de 2012, pág. 38.

  9. Manual 2, 2.1.1.

  10. Guía para el estudio de las Escrituras, “Templo, Casa del Señor”; scriptures.lds.org.

  11. Véase de M. Russell Ballard, “Ésta es mi obra y gloria”, Liahona, mayo de 2013, pág. 19.

  12. Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro, 2011, pág. 175.

  13. D. Todd Christofferson, “La fuerza moral de la mujer”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 30.

  14. Hijas en Mi reino, pág. 173; cursiva agregada.

Ilustraciones fotográficas por Jerry Garns, salvo donde se indique. Derecha: ilustración por Cody Bell.

Derecha: Fotografía por Dan Carter.

Derecha: Ilustración fotográfica por Cody Bell.