Diez consejos para padres de jóvenes adultos
La autora vive en Utah, EE. UU.
A pesar de los desafíos del mundo actual, los padres pueden seguir siendo una bendición para sus hijos jóvenes adultos brindándoles apoyo y guía justos.
Cuando mi esposo y yo ayudamos a nuestros hijos a mudarse a los dormitorios de la universidad o a entrar en el centro de capacitación misional, sentimos una combinación de tristeza y liberación al pensar que, tanto ellos como nosotros, por fin habíamos llegado al final de su crianza. No obstante, al poco tiempo nos dimos cuenta de que, además de lograr nuevas aptitudes y libertad, nuestros hijos afrontaban retos adicionales. Si bien el control real que teníamos con respecto a sus vidas desapareció, la necesidad que tenían de apoyo —uno de diferente índole— en realidad aumentó.
Los retos actuales
A continuación figuran algunos de los retos que los jóvenes adultos enfrentan en el mundo actual, junto con interrogantes que esos retos presentan para los padres.
Soltería más larga. Las tendencias sociales de empezar una familia más tarde en la vida pueden contribuir a que algunos jóvenes adultos sientan que son adolescentes perpetuos. Otros se estresan y se preguntan si algún día se casarán o si tendrán hijos. Como padres, ¿cuál sería la mejor forma de ayudarlos a tener una perspectiva eterna?
Inseguridad económica. Muchos de los jóvenes adultos de hoy tal vez no se comparen a sus padres desde el punto de vista económico; quizás les sea difícil conseguir trabajo o proveer de lo necesario para una familia a pesar de tener un título universitario. Como padres, ¿debemos echarles una mano económicamente, o debemos suponer que nuestros hijos madurarán al tener que encontrar la forma de hacerse responsables de sus propias finanzas?
Infinidad de opciones. Los jóvenes adultos de hoy quizás tengan una mayor variedad de opciones en cuanto a carreras, pero a veces esas posibilidades pueden parecer sumamente abrumadoras. ¿Cómo pueden los padres ayudar a los hijos adultos a explorar esas opciones pero también a decidir en cuanto a una carrera satisfactoria?
Vivir con los padres. Ya sea que se casen o no, un número cada vez mayor de jóvenes adultos entre los 18 y 34 años está viviendo con los padres. Cuando los hijos adultos viven con los padres, ¿cómo deben los padres abordar adecuadamente los asuntos tales como quién paga la comida o cómo disciplinar a los nietos?
Afiliación religiosa. Hoy día, los jóvenes adultos de todas las religiones tienden menos a afiliarse a una iglesia de lo que lo hacían hace tan sólo una generación. Como padres, ¿cómo podemos alentar a nuestros hijos adultos a permanecer activos en la Iglesia? ¿Cómo podemos darles apoyo espiritual incluso si deciden no estar activos en la Iglesia?
Pautas para los padres
A pesar de que nuestros hijos adultos nos superen en cierta capacidad o logro, aún necesitan y merecen el apoyo paternal a fin de abrirse camino por el mundo. A continuación, figuran diez pautas para tomar en cuenta:
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Averigüen qué es lo que sus hijos quieren y lo que les gusta. En vez de decirles a sus hijos jóvenes adultos cómo pueden conseguir lo que ustedes piensan que ellos necesitan, pregúntenles en cuanto a sus valores, metas y sueños. Es posible que les pidan que los ayuden a trazar un plan de cómo lograrlos; si lo hacen, permitan que los sueños de ellos guíen las conversaciones. Analicen los pros y los contras, oren para recibir guía y continúen manteniendo un diálogo. Si ellos no saben qué es lo que quieren, aliéntenlos a consultar con un consejero, a tomar pruebas para determinar el tipo de carrera que les interesaría, u obtener más experiencia mediante el trabajo o el servicio voluntario.
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Estudien con oración Doctrina y Convenios 121:34–46. Estos versículos se aplican maravillosamente a las madres y a los padres; enseñan principios correctos sobre cómo brindar guía recta a nuestros hijos adultos.
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Inviertan tiempo en conocer a muchos jóvenes adultos. Quizás descubran que a los hijos de otras personas también les interese la forma en que ustedes afrontaron la vida entre los veinte y los treinta y tantos años de edad. Los jóvenes adultos sienten curiosidad por saber cómo los adultos mayores equilibraron el orden de prioridades, cómo eligieron una carrera, o cómo supieron que habían encontrado a su futuro cónyuge. Al relacionarse con esos jóvenes adultos, entenderán más en cuanto a los retos que afrontan las personas de su generación.
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Háganles ver los dones que ellos tienen. El ayudar a los jóvenes adultos a descubrir sus talentos e intereses les puede servir para imaginarse un futuro satisfactorio. Hagan hincapié en que raras veces las personas disfrutan de algo hasta que se esfuerzan lo suficiente para llegar a ser competentes en ello; incluso aquellas personas que tienen mucho talento natural deben dedicar tiempo a desarrollarlo a fin de hacerlo bien.
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Confíen en las decisiones que tomen. Eso no significa creer que siempre tomarán decisiones perfectas; significa confiar en que pueden recuperarse después de cometer un error, que Dios perdona y que la vida puede ser profundamente enriquecedora a pesar de que en ella sea necesario vencer el fracaso o soportar tribulaciones. A los niños pequeños se los puede dañar de manera permanente debido a traumas, pero los jóvenes adultos progresan al vencer obstáculos en vez de evitarlos. Brinden apoyo emocional y práctico, anímenlos a que tomen descansos de las situaciones estresantes, oren con ellos y por ellos, y tengan un buen sentido del humor.
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Elógienlos por sus esfuerzos. El encomiar a los jóvenes adultos por su trabajo arduo y su resiliencia los ayuda a continuar esforzándose con una tarea por más tiempo, a asumir más retos y a disfrutar más de sus labores. Una fórmula que comparte el presidente Thomas S. Monson declara: “El trabajo ganará mientras que el soñar despierto no trascenderá”1.
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Procuren la inspiración. Las oraciones y fe nos ayudan a abrir nuestro corazón para que Dios nos cambie. Conozco a una mujer que sentía preocupación por los programas de televisión que sus hijos adultos permitían que sus hijos vieran; consideraba que lo que los programas exhibían era falta de respeto y riñas, a pesar de que se consideraban temas apropiados para esa edad. No queriendo entrometerse, oró y ayunó con frecuencia para saber qué hacer o decir. Una mañana, su nuera la llamó para pedirle consejo sobre cómo manejar la falta de respeto y las riñas entre sus hijos. Mi amiga le comentó sus impresiones en cuanto a los programas de televisión, una influencia que su nuera nunca había notado. Los jóvenes padres abordaron el asunto con sus hijos, acordaron hacer cambios, y el ambiente en el hogar mejoró.
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Hablen sobre asuntos de dinero. Tomando en consideración la situación en que ustedes se encuentren y la madurez de cada uno de los hijos, decidan, con ayuda de la oración, qué tipo de ayuda financiera darán a sus hijos, si es que se la brindarán. Quizás lo único que necesiten sea ayuda para organizar un presupuesto. Si les proporcionan ayuda financiera, aclaren desde un principio si desean que les devuelvan el dinero o que lo utilicen de cierta manera; entonces, de buena gana, denles la responsabilidad de administrar sus fondos y aprender de sus errores, incluso el no tener dinero el día de mañana para algo si gastan demasiado hoy.
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Sean humildes. Cuando sientan la tendencia a reprocharse a ustedes mismos por los errores que cometen como padres, intenten aumentar su humildad en vez de su humillación; pidan disculpas con dignidad, digan lo que harán para mejorar, y después sigan adelante con confianza. Permitan que sus hijos, al observarlos a ustedes, saquen en conclusión que los errores no son el fin, que las disculpas no son una señal de debilidad y que el perdonar a los demás y a nosotros mismos brinda paz.
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Midan el verdadero éxito. Cuando nos centramos demasiado en la forma en que nos juzgarán los demás por las decisiones que tomen nuestros hijos (ya sea para bien o para mal), perdemos la objetividad, y muchas veces perdemos el Espíritu. Tengan presente que el éxito que logremos como padres no lo define lo bien que nuestros hijos vivan nuestros valores, sino la manera constante y desinteresada en que nosotros los vivamos.
Cuando consideramos en oración las necesidades y personalidades de cada uno de nuestros hijos jóvenes adultos, el Espíritu nos puede ayudar a guiar sin criticar, a apoyar sin reprimir y a dar un paso atrás sin abandonar; al hacerlo, nuestros hijos jóvenes adultos llegarán a tener la confianza de que tanto nosotros como el Señor estamos de su lado.