Cómo enseñar a los jóvenes a dirigir a la manera del Salvador
Nuestros jóvenes no son solamente los líderes del futuro; ya son líderes en la actualidad. Podemos ayudarles a dirigir como lo hizo el Salvador.
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló a los padres y líderes de los jóvenes sobre el delicado equilibrio que debemos lograr: “Inviten a los jóvenes a actuar; ustedes tienen que estar allí, pero no interfieran; tienen que brindarles guía sin tomar el control”1.
Los padres y líderes pueden ayudar a los hombres y a las mujeres jóvenes a aprender principios que los prepararán para liderar en rectitud y edificar el reino de Dios sobre la tierra.
Cuando tenía 14 años conocí a algunas mujeres jóvenes que eran excelentes líderes. En esa época, mi familia se mudó al otro lado de los Estados Unidos y comenzamos a asistir a un nuevo barrio. No recuerdo quiénes servían en la presidencia de la clase de damitas, pero sí recuerdo claramente que las jovencitas eran particularmente amables conmigo. Acogieron con sinceridad a una nueva chica asustada y esquelética como si fuera una amiga de la que no habían sabido por mucho tiempo y me hicieron sentir cómoda. Como venía de Delaware, donde era la única joven mormona en mi escuela y donde la única otra jovencita miembro de la Iglesia que conocía vivía a una hora de mi casa, pensé: “¡Así debe ser el cielo!”.
Por primera vez en mi vida tenía un círculo de amistades que vivían las normas del folleto Para la Fortaleza de la Juventud, que me invitaban a participar en actividades y que compartían conmigo su testimonio del Evangelio. En ese entonces, sus ejemplos de bondad me ayudaron a aferrarme a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días más que cualquier discurso o lección podría haberlo hecho. Con su amor y luz semejante a la de Cristo, ellas fueron el mensaje del evangelio de Cristo y las que me llevaron y condujeron a Su redil.
¿Qué fue lo que hizo que mis nuevas amigas fueran grandes líderes?
Un joven misionero definió el liderazgo de una manera muy simple; él dijo: “Debemos estar en el lugar y en el momento adecuados haciendo la voluntad del Señor y ayudando a la persona que necesite nuestra ayuda. Eso es lo que nos hace líderes”2. En virtud de lo que son y de la luz de Cristo que irradian, los jóvenes y jovencitas fieles de toda la Iglesia tienen la capacidad para dirigir a la manera del Salvador y “ayudar a otras personas a ser ‘discípulos verdaderos de… Jesucristo’”3.
En nuestra función de líderes, dirigimos, guiamos y apoyamos a nuestros jóvenes y jovencitas. Sin embargo, las presidencias de clase y de cuórum son responsables de liderar y dirigir la labor de sus clases y cuórums, incluso de seleccionar las lecciones dominicales y planificar las actividades de entre semana. Los líderes de clase y de cuórum son llamados y apartados bajo la dirección de aquellos que poseen llaves del sacerdocio; por consiguiente, tienen la autoridad para liderar y fortalecer a los demás jóvenes. Siguen el ejemplo del Salvador y aprenden a prestar servicio y a ministrar como Él lo hizo.
Oportunidades para que los jóvenes sean líderes
El liderazgo comienza en el hogar. “El cumplir nuestro deber a Dios como padres y líderes empieza por guiar mediante el ejemplo, o sea, vivir los principios del Evangelio con constancia y dedicación en casa”, enseñó el élder Robert D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles, “lo cual requiere determinación y diligencia diarias”4. Los padres enseñan la doctrina de Cristo y ayudan a los jóvenes a fijarse y alcanzar metas. El Progreso Personal y Mi Deber a Dios ayudan a los jóvenes a fortalecer su testimonio de Jesucristo, a prepararse para hacer y guardar convenios sagrados, y a cumplir con sus funciones y responsabilidades divinas en la familia, el hogar y la Iglesia.
En la Iglesia, los líderes del Sacerdocio Aarónico y de las Mujeres Jóvenes pueden ayudar a los jóvenes que prestan servicio en las presidencias de cuórum y de clase a comprender sus deberes sagrados y a magnificar su llamamiento de cuidar y fortalecer a los demás miembros de los cuórums y las clases.
En calidad de líderes adultos, preparamos a los jóvenes para que dirijan las reuniones de cuórum y de clase, y las actividades de la Mutual. Participamos con ellos en las reuniones de presidencia en las que ellos determinan maneras de ministrar a aquellos que tienen dificultades, de incluir a todos los jóvenes en las lecciones del domingo, y donde planifican actividades, proyectos de servicio, campamentos y Conferencias para la Juventud.
Instamos a las presidencias de jóvenes a que ayuden a todos los miembros de los cuórums y clases a participar en cada aspecto de la obra de salvación, incluso la obra misional de los miembros, la retención de conversos, la activación de los miembros menos activos, la obra del templo y de historia familiar, y la enseñanza del Evangelio5. Las presidencias de jóvenes ayudan a todos los jóvenes y jovencitas a conocer el gozo y la bendición de servir en el nombre del Salvador y apacentar Sus ovejas.
El trabajo del líder no gira en torno a volantes perfectos hechos con la ayuda de Pinterest ni clases con lujo de detalles. El trabajo del líder es ayudar a los jóvenes y las jovencitas a aprender y aplicar principios que les ayuden a ellos a dirigir a la manera del Salvador. Los siguientes son cuatro de esos principios6.
Prepararse espiritualmente
Ayuden a los jóvenes a comprender el poder que tiene la preparación espiritual personal. Enséñenles a ejercer fe en los convenios que hacen en la ordenanza de la Santa Cena. El estar dispuestos a tomar sobre sí el nombre de Cristo, a recordarle siempre y a guardar Sus mandamientos les otorga el derecho de tener siempre la compañía del Espíritu Santo. Si ellos reciben y reconocen los susurros del Espíritu Santo, y obran en consecuencia, no estarán solos en el servicio que presten.
Para prepararse espiritualmente procuran guía en ferviente oración y escudriñan las Escrituras en busca de respuestas; se esfuerzan por guardar los mandamientos a fin de que el Espíritu Santo les hable al corazón y a la mente, y sientan y sepan quién necesita de su ayuda y qué pueden hacer al respecto. Sienten el amor puro de Cristo por cada uno de los miembros de su clase o cuórum.
La preparación espiritual da a los jóvenes la confianza de que son agentes del Señor y de que están en Su obra (véase D. y C. 64:29).
Participar en consejos
Enseñen a los jóvenes el orden fundamental y el poder revelador de los consejos a medida que participen en ese proceso divinamente instituido, mediante el cual se gobierna la Iglesia del Señor y se bendice a las personas y a las familias7. Las reuniones del comité del obispado para la juventud y de las presidencias de cuórums y clases son consejos en los que los jóvenes aprenden sus deberes y reciben asignaciones de ministrar a los demás.
Los miembros de los consejos:
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Trabajan en unidad con los líderes del sacerdocio, quienes poseen llaves, y siguen su guía.
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Expresan su sentir y sus ideas con un espíritu de rectitud, santidad, fe, virtud, paciencia, caridad y bondad fraternal.
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Colaboran, según los guíe el Espíritu Santo, a fin de planificar sus labores para ayudar a los necesitados.
Ministrar a los demás
Los jóvenes dirigen a la manera del Salvador al ministrar con amor y bondad. José Smith enseñó: “Nada tiene mayor efecto en las personas para inducirlas a abandonar el pecado que llevarlas de la mano y velar por ellas con ternura. Cuando las personas me manifiestan la más mínima bondad y amor, ¡oh, qué poder ejerce aquello en mi mente!”8.
El Salvador enseñó acerca del preciado e incalculable valor que tiene toda alma (véase D. y C. 18:10–15). Ayuden a los jóvenes a comprender la gloriosa verdad de que Jesucristo dio Su vida y abrió el camino para que todos vengamos a Él. Como muestra de gratitud por lo que hizo, los verdaderos siervos del Señor tienden la mano y ministran con bondad a cada joven y cada jovencita, por quienes el Salvador lo sacrificó todo.
Enseñar el evangelio de Jesucristo
Ayuden a los hombres y mujeres jóvenes a reconocer las oportunidades para enseñar el Evangelio y a entender que la enseñanza más importante es el ejemplo que den. A medida que los jóvenes vivan de conformidad con las palabras de los profetas y observen las normas del folleto Para la Fortaleza de la Juventud, dirigirán a la manera del Salvador. Por medio de la integridad de sus palabras y acciones demostrarán lo que significa ser un discípulo verdadero de Jesucristo y serán testigos de Él sin hipocresía. Entonces, cada vez que testifiquen, ayuden a enseñar las lecciones del domingo o compartan con sus amigos verdades del Evangelio, estarán llenos del Espíritu y sus palabras tendrán poder para convertir.
Dirigir a la manera del Salvador
El dirigir a la manera del Salvador es un privilegio sagrado que requerirá que los jóvenes hagan su mayor esfuerzo al servir al Señor en el hogar, la Iglesia y la comunidad. Los hombres y las mujeres jóvenes que dirigen a la manera del Salvador llegan a ser el mensaje del evangelio de Cristo, la respuesta a las oraciones de una persona, los ángeles que ministran a los necesitados y la luz de Cristo para el mundo.