Cómo lo sé
Aprender a ser una luz al mundo
El autor vive en la República Dominicana.
Nací en la República Dominicana y crecí en la Iglesia, rodeado de buenos líderes que intentaron ayudarme a seguir el camino correcto. Soñaba con servir en una misión y ayudar a las personas.
Debido a que mi padre se mudó a los Estados Unidos para tratar de conseguir una mejor vida para nosotros, mi madre nos crio, a mis hermanas y a mí, sola. A veces me sentía solo; pero en realidad nunca lo estuve, ya que podía hablar de cualquier dificultad en la vida con mis líderes de la Iglesia.
Cuando nos mudamos a los Estados Unidos, comencé a tener grandes pruebas. Asistimos a una rama pequeña que tenía buenos líderes y que querían ayudarme, pero los amigos de la escuela trataron de apartarme del sendero del Evangelio. Lamentablemente, comencé a hablarle a mi madre irrespetuosamente y raramente escuchaba sus consejos.
Iba a la Iglesia todos los domingos, pero en realidad no tenía el deseo de ir y ya no sabía si quería servir en una misión.
Una mañana, abrí el Libro de Mormón y se abrió exactamente en la página donde estaba mi pasaje favorito de las Escrituras, 3 Nefi 12:14–16:
“En verdad, en verdad os digo que os doy a vosotros ser la luz de este pueblo. Una ciudad que se asienta sobre una colina no se puede ocultar.
“He aquí, ¿encienden los hombres una vela y la ponen debajo de un almud? No, sino en un candelero; y da luz a todos los que están en la casa;
“por lo tanto, así alumbre vuestra luz delante de este pueblo, de modo que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Me dio mucho gozo leer eso, porque me ayudó a recordar lo que había aprendido en Seminario y lo maravilloso que es el plan de nuestro Padre. Así que decidí intentar ser una luz al mundo.
Invité a dos de mis primos a ir a la Iglesia; uno de ellos era menos activo, y se activó; el otro no era miembro, y yo pude bautizarlo.
Un año después, recibí mi llamamiento misional para servir en California, EE. UU. Cuando serví, vi sin duda que este es el evangelio verdadero de Jesucristo. Al ayudar a las personas, mi testimonio creció cada vez más; y cada vez que leía las Escrituras, siempre recitaba el pasaje en 3 Nefi de ser una luz al mundo.