Voces de los Santos de los Últimos Días
Ayunar para recibir ayuda en el trabajo
Después de cumplir fielmente una misión en Mozambique, regresé a casa y, como muchos otros ex misioneros, rápidamente regresé a mis estudios y a mi trabajo.
Vivía en Brasil, en una ciudad que limita con Paraguay, y encontré empleo importando productos para un gran supermercado del lado paraguayo. La bendición de haber aprendido inglés en mi misión me ayudó a conseguir ese puesto de trabajo. Durante ese tiempo me casé y fui bendecido con una hija.
Cuando una crisis financiera en Brasil culminó con el declive de la moneda brasileña, mi trabajo se vio directamente afectado. Causó una disminución en las ventas de los productos que regularmente importaba. A finales de febrero del año siguiente, me quedé prácticamente sin nada que hacer; perder mi trabajo era casi seguro, como había sido el caso de otros colegas. Me preocupé por cómo iba a mantener a mi esposa y a mi pequeña hija, e incluso empecé a buscar otro trabajo.
Hablé con mi esposa sobre la situación y ella sugirió que ayunáramos. Mientras ayunábamos, la paz envolvió nuestros corazones y sentimos que todo estaría bien, aunque no podía imaginar cómo.
Al día siguiente en el trabajo, mi gerente me llamó; pensé que había llegado el momento temido — estaba a punto de perder mi trabajo, pero para mi sorpresa, mi jefe me dijo que tenía una idea: Debido a que tenía habilidad con el inglés, me propuso traducir documentos legales que normalmente se entregaban a los abogados para que los enviaran a traducir. Me dijo que, si tenía éxito al hacer la traducción, me daría esa tarea y resultaría en un ahorro para el departamento. Inmediatamente comencé a traducir los documentos. Mi jefe se entusiasmó cuando le presenté las traducciones bien hechas; yo también estaba entusiasmado porque así podía continuar con mi empleo.
Cuando fui a recibir mi cheque, que podría haber sido el último, me sorprendió ver que mi sueldo había aumentado. Se me conmovió el corazón y estaba agradecido a nuestro Padre Celestial. Gracias a esta experiencia sé que el ayuno abre las ventanas del cielo.