Las bendiciones de la autosuficiencia
El negocio florece
Gracias a lo que aprendió en las clases de autosuficiencia, cuando una puerta se cerró para Teddy Reyes, pronto se abrió otra.
Son las cuatro de la mañana en Santo Domingo, República Dominicana, y Teddy Reyes ya se ha levantado y está trabajando. Tiene mucho que hacer hoy para mantener su floreciente negocio. Comienza cortando tomates y pan en rodajas, y luego hace su salsa especial.
A las seis de la mañana llegan dos empleados para ayudarlo, y se aceleran los preparativos. A las ocho tienen hechos trescientos sándwiches, envueltos individualmente en plástico y colocados en bolsas. Llegan seis empleados más y todo el equipo sale a vender.
A las nueve se han vendido ya todos los sándwiches salvo unos pocos, tres o cuatro, que Teddy reservó para su equipo.
El negocio le va bien, pero las cosas no siempre han sido fáciles. De hecho, en los últimos cinco años no ha podido encontrar un trabajo estable en la profesión de su elección: la abogacía.
De modo que, ¿cómo pasó Teddy de asesorar clientes a vender sándwiches? Por supuesto que requirió mucho trabajo duro, pero también una cuidadosa aplicación de los principios que aprendió en las clases que ofrecen los Servicios de Autosuficiencia de la Iglesia.
Pérdida de empleo
Hace cinco años, la vida de Teddy parecía extraordinaria. Tenía un buen empleo como abogado, se había casado recientemente y había bautizado a su esposa. “Pero tuvimos algunos desafíos”, explica, “y yo perdí mi empleo”.
Durante los cuatro años que siguieron, Teddy se esforzó por encontrar empleo. “Había mucho trabajo que yo podía hacer, pero nadie quería pagarme. Traté de poner en marcha varios proyectos laborales por mi cuenta, pero no funcionó”.
Su esposa, Stephany, tenía un buen trabajo, pero su salario solo no podía cubrir los gastos. Pronto la pareja tuvo un hijo. Estaban exultantes, pero su economía se resintió todavía más. Perdieron su casa, tuvieron que vender su automóvil y gastaron todos sus ahorros. Al final tuvieron que trasladarse a una pequeña casa de la madre de Stephany.
Pero Teddy no se dio por vencido. Pronto se presentó una oportunidad inesperada.
El poder de la autosuficiencia
Después de años de lucha, Teddy supo que era el momento de un cambio.
“Decidí tomar los cursos de autosuficiencia de la Iglesia”, explica. “Había oído acerca de ellos, pero siempre creí que no eran para mí. Pensaba que tenían que ver con hacer las cosas por uno mismo. Las clases fueron maravillosas”.
Primero Teddy se unió al grupo de Finanzas Personales. Luego se unió al grupo Cómo iniciar y hacer crecer mi negocio. Las clases grupales ayudaron a Teddy en lo concerniente al conocimiento empresarial, pero también lo ayudaron a desarrollar la espiritualidad.
“Tomar esas clases lo cambió todo”, afirma. “Decidí hacer todo lo que se enseñaba, y mi situación económica cambió de inmediato. Comencé a pagar un diezmo íntegro, a orar diariamente, a estudiar las Escrituras y a ejercer la fe. Y las cosas cambiaron. Comencé a ahorrar y a santificar el día de reposo. Cada principio me bendijo”.
En el grupo de Cómo iniciar y hacer crecer mi negocio, Teddy aprendió cómo detectar un potencial producto que pudiera beneficiar a los clientes donde él vive. Al evaluar lo que las personas estaban buscando, la inspiración comenzó a fluir. En su región, a la gente le gustan los sándwiches frescos, pero también les gusta que se los hagan por pedido y se los entreguen a domicilio.
“Muchos restaurantes tienen una salsa especial que hace que sus platos se destaquen”, dice Teddy. “¡Así que inventé mi propia salsa especial para sándwiches!”.
Expandir el negocio
El día que lanzó su negocio, Teddy hizo treinta sándwiches.
“Treinta minutos después había regresado a casa”, explica. “Mi esposa se preocupó cuando me vio en el sofá. Me preguntó qué hacía ya en casa; ¿no debía estar vendiendo sándwiches? ¡Ya los había vendido todos!”.
A lo largo de las siguientes semanas, Teddy se puso en contacto con negocios y escuelas locales. Muchos estaban ansiosos por comprar sus sándwiches, y el negocio comenzó a crecer. Aprendió rápidamente la manera de conservar las verduras para mantenerlas frescas; también sabe exactamente el tiempo que se conserva su salsa especial. Hace el pedido de pan y lo recoge cada tarde. Compra verduras con descuento los sábados, que cuestan menos y seguirán en buen estado el lunes.
Pronto comenzó a recibir pedidos de tipos de sándwiches concretos, e incluso grandes cantidades para ocasiones especiales. Necesitaba ayuda y comenzó a contratar empleados.
Al desarrollar relaciones positivas con los negocios y las escuelas locales, Teddy creó una clientela activa y habitual. En cuatro meses tenía ocho empleados y vendía trescientos sándwiches al día, cinco días a la semana. Su equipo de ventas era tan eficaz, que vendía cada sándwich, incluso durante el verano, cuando las escuelas están cerradas. Ahora Teddy está preparado para una nueva expansión.
Gracias a que tomó las clases de autosuficiencia, recibió la inspiración que hizo surgir la idea del negocio de los sándwiches. “Gracias a esta guía de la Iglesia y a las bendiciones que he recibido”, señala, “tengo un testimonio muy fuerte de la Iglesia y de Jesucristo”.