Principios de ministración
Cómo hacer que la ministración sea gozosa
Servir con amor trae gozo, tanto al que lo da como al que lo recibe.
A veces, nuestra búsqueda de la felicidad en esta vida puede parecerse a correr sobre una máquina de caminar. Corremos y corremos y aun así sentimos como si no hubiéramos llegado a ningún sitio. Para algunos, la idea de ministrar a otros parece que es, sencillamente, agregar más tareas para hacer.
Pero nuestro Padre Celestial quiere que experimentemos gozo, y nos ha dicho que “existen los hombres para que tengan gozo” (2 Nefi 2:25). El Salvador enseñó que ministrar a otras personas es una parte esencial del modo en que damos gozo a nuestra vida y a la de los demás.
¿Qué es el gozo?
Se ha definido el gozo como “un sentimiento de gran placer y felicidad”1. Los profetas de los últimos días han proporcionado aclaraciones acerca de dónde procede el gozo y cómo se puede obtener. “El gozo que sentimos tiene poco que ver con las circunstancias de nuestra vida, y tiene mucho que ver con el enfoque de nuestra vida”, dijo el presidente Russell M. Nelson. “… El gozo proviene de [Jesucristo], y gracias a [Jesucristo]. Él es la fuente de todo gozo”2.
La ministración trae gozo
Cuando Lehi participó del fruto del árbol de la vida, su alma se llenó “de un gozo inmenso” (1 Nefi 8:12). Su primer deseo fue compartir el fruto con aquellos que amaba.
Nuestra disposición a ministrar a otros puede traer esa clase de gozo, a nosotros y a ellos. El Salvador enseñó a Sus discípulos que el fruto que producimos cuando estamos ligados a Él nos ayuda a traer una plenitud de gozo (véase Juan 15:1–11). Hacer Su obra por medio del servicio y procurar traer a otras personas a Él puede ser una experiencia de gozo (véanse Lucas 15:7; Alma 29:9; Doctrina y Convenios 18:16; 50:22). Podemos experimentar este gozo incluso frente a la oposición y el sufrimiento (véanse 2 Corintios 7:4; Colosenses 1:11).
El Salvador nos mostró el ejemplo perfecto de que una de las mayores fuentes de gozo en la vida mortal se halla a través del servicio. Cuando ministramos a nuestros hermanos y hermanas a la manera del Salvador, con caridad y amor en nuestro corazón, podemos experimentar un gozo que va más allá de la mera felicidad.
“Al [aceptar de buen grado la minstración] con corazones dispuestos, estaremos… más cerca de convertirnos en un pueblo de Sion y sentiremos un gran gozo con aquellos a quienes hemos ayudado a lo largo del camino del discipulado”, enseñó la hermana Jean B. Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro3.
¿Cómo podemos hacer que la ministración sea más gozosa?
Hay muchas maneras de obtener un mayor gozo en nuestra ministración. Estas son algunas ideas:
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Comprenda su propósito al ministrar. Hay muchas razones para ministrar. En definitiva, nuestro esfuerzo se debe alinear con el propósito de Dios de “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). Al aceptar la invitación del presidente Russell M. Nelson de ayudar a los demás por la senda de los convenios, podemos hallar gozo al participar en la obra de Dios4. (Para obtener información sobre el propósito de la ministración, véase “Principios de ministración: El propósito que cambiará nuestra ministración” en el ejemplar de enero de 2019 de la revista Liahona).
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Haga que la ministración se centre en las personas, no en las tareas. El presidente Thomas S. Monson nos recordaba a menudo: “Nunca permitan que el problema que se tenga que resolver llegue a ser más importante que la persona a la que se tenga que amar”5. La ministración tiene que ver con amar a las personas, no con las cosas que tenemos que hacer. A medida que lleguemos a amar como el Salvador, seremos más receptivos al gozo que llega cuando servimos a los demás.
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Haga que la ministración sea sencilla. El presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, nos dice: “Grandes cosas se logran por medio de cosas pequeñas y sencillas … Nuestros actos de bondad y de servicio pequeños y sencillos se acumularán para crear una vida llena de amor hacia nuestro Padre Celestial, de devoción a la obra del Señor Jesucristo, y de un sentido de paz y alegría cada vez que nos acerquemos con amor el uno al otro”6.
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Elimine el estrés de la ministración. No es su responsabilidad labrar la salvación de otra persona. Eso es algo entre la persona y el Señor. Nuestra responsabilidad es amarlos y ayudarlos a que vuelvan a Jesucristo, que es su Salvador.
No posponga el gozo del servicio
Algunas veces las personas son reacias a pedir la ayuda necesaria, así que ofrecerles nuestro servicio podría ser justo lo que necesitan; pero obligar a las personas tampoco es la respuesta. Pedir permiso antes de ministrar es una buena idea.
El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, contó sobre una madre soltera que enfermó de varicela, y después sus hijos enfermaron también. La casa, que normalmente estaba impecable, se convirtió en un lugar desarreglado y sucio. Los platos y la ropa para lavar se amontonaban.
En un momento en el que se sentía completamente abrumada, las hermanas de la Sociedad de Socorro llamaron a su puerta. Ellas no dijeron: “Avísenos si hay algo que podamos hacer”. Cuando vieron la situación, pasaron a la acción.
“Pusieron en orden el caos, llevaron luz y claridad al hogar, y llamaron a una amiga para que fuera a comprar comestibles que tanto necesitaban. Cuando por fin terminaron sus labores y se despidieron, dejaron a aquella joven madre en lágrimas, lágrimas de gratitud y amor”7.
Tanto las que dieron como la que recibió sintieron la calidez del gozo.
Cultiven el gozo en su vida
Cuanto más gozo, paz y alegría podamos cultivar en nuestra vida, más podremos compartir con los demás al ministrar. El gozo llega por medio del Espíritu Santo (véanse Gálatas 5:22 y Doctrina y Convenios 11:13). Es algo por lo que podemos pedir en oración (véase Doctrina y Convenios 136:29) e invitar a que entre en nuestra vida. Estas son algunas ideas para cultivar el gozo en nuestra propia vida:
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Cuente sus bendiciones. Al examinar su vida, escriba en su diario las cosas con las que Dios lo ha bendecido8. Fíjese en todo lo bueno que hay a su alrededor9. Preste atención a las cosas que le impiden sentir gozo y escriba las maneras de resolverlas o entenderlas mejor. Durante esta época de Pascua de resurrección, tome tiempo para buscar una mayor conexión con el Salvador (véase Doctrina y Convenios 101:36).
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Practique la reflexión. El gozo puede llegar a usted más fácilmente en los momentos de tranquila meditación10. Escuche atentamente a aquello que le trae gozo (véase 1 Crónicas 16:15). A veces puede ser necesario estar un tiempo alejado de los medios de comunicación para practicar la reflexión11.
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Evite compararse. Se ha dicho que la comparación es la ladrona del gozo. Pablo advirtió que los que están “midiéndose a sí mismos y comparándose consigo mismos, no son juiciosos” (2 Corintios 10:12).
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Busque revelación personal. El Salvador enseñó: “Si pides, recibirás revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento, a fin de que conozcas los misterios y las cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna” (D. y C. 42:61).
Invitación a actuar
¿Cómo puede aumentar el gozo que encuentra en su vida por medio de la ministración?