Enseñar a adolescentes y a niños más jóvenes
Hacer frente a la tragedia
Tarde o temprano, los niños harán frente a la tragedia, ya sea cerca o lejos de su hogar. Pero “[a] pesar de lo agitado que esté el mundo a nuestro alrededor, podemos recibir las bendiciones de una paz interior”1. Estas son algunas cosas que pueden hacer para ayudar a los niños a sentir esa paz.
Estabilidad
Cuando sucede algo trágico, puede que los niños sientan que su mundo se desmorona. Sean un ejemplo de constancia para ellos. Hablen con calma y seguridad sobre el tema. Mantengan la rutina tanto como les sea posible. Hagan todo lo que puedan para seguir haciendo la noche de hogar, el estudio de las Escrituras, la oración y otros hábitos familiares. Con el tiempo, los niños aprenderán que, aunque su mundo se tambalee, el Evangelio brinda perspectiva y la vida continúa.
Respeto
Muestren respeto por los sentimientos de los niños. Escuchen a los niños y reconozcan sus sentimientos. Demuéstrenles que se toman en serio sus preocupaciones. Denles espacio si lo necesitan, pero háganles saber que están disponibles cuando ellos estén preparados para conversar. Respondan a sus preguntas con sinceridad a medida que surjan y de una manera adecuada a su edad. Que sus hijos sepan que siempre pueden hablar con ustedes en cuanto a sus miedos y preocupaciones.
Guía
Puede que sus hijos pregunten: “¿Por qué permite Dios que sucedan cosas malas?”. Explíquenles que tanto los buenos como los malos momentos son parte del plan eterno de Dios. Él permite que cada persona tome sus propias decisiones, y algunas veces las personas toman malas decisiones que ocasionan sufrimiento. Otras veces, las tragedias no son culpa de nadie, sino simplemente parte de la naturaleza. Sea como sea, el Padre Celestial está para ayudarnos. Con Su ayuda podemos progresar y aprender, incluso de las experiencias dolorosas. Podemos volvernos a Él para hallar paz.
Empoderamiento
Si les dan la oportunidad de ayudar, enseñarán a los niños que ellos tienen poder para marcar la diferencia. Por ejemplo, podrían ayudar a recolectar donativos para víctimas de un desastre, visitar a un amigo, enfermo o herido en el hospital, animar a alguien que ha perdido a un familiar, u orar por aquellos que están sufriendo. No podemos arreglarlo todo, pero tenemos la capacidad de hacer mucho bien, y “trabajamos a favor de la paz cuando ayudamos a aliviar el sufrimiento de otra persona”2.
Consuelo
Recuérdenles a sus hijos que Dios los ama, y que ustedes los aman. No les hagan falsas promesas de que nunca les sucederá nada malo, pero asegúrenles que en este preciso momento están a salvo, y que harán todo lo posible para protegerlos. Asegúrenles que el Padre Celestial los ayudará a atravesar cualquier prueba que les sobrevenga.
Cuando se encuentren desalentados por la adversidad, recuerden que, al final, el bien triunfará sobre el mal. “Estamos librando una guerra con el pecado… pero no debemos desanimarnos”, enseñó el presidente Thomas S. Monson (1927–2018). “Es una guerra que podemos ganar y que ganaremos. Nuestro Padre Celestial nos ha dado las herramientas que necesitamos para lograrlo. Él está a la cabeza; no tenemos nada que temer”3.