La última palabra
“No temas, porque yo estoy contigo”
Por el élder David A. Bednar
Del Cuórum de los Doce Apóstoles
Tomado de un discurso pronunciado en la Universidad Brigham Young–Hawái, el 15 de diciembre de 2012.
Un famoso líder militar dijo una vez enfáticamente: “Nunca sigan el consejo de sus temores”1.
Al considerar las cosas que ocurren a nuestro alrededor hoy en día, podríamos encontrar muchas razones para tener miedo, dudar y preguntarnos si las cosas en nuestra vida realmente pueden resultar de la manera que hemos esperado por mucho tiempo.
Algunos de ustedes pueden dudar o carecer de confianza en su propia capacidad para tener éxito, temporal y espiritualmente. Tal vez se pregunten si las promesas del Señor de ayuda y guía, que ustedes fácilmente reconocen y aceptan en la vida de muchas otras personas, serán igualmente evidentes en su vida. Quizás no estén seguros de ir en pos de una oportunidad porque no pueden prever todos los detalles sobre cómo resultarán las cosas, y por esa razón se sienten renuentes a empezar y dar los primeros pasos en ese camino. O es posible que estén tan preocupados de cometer un error que no actúan con fe ni siguen adelante, aumentando así la probabilidad del fracaso mismo que temen.
El no seguir el consejo de nuestros temores simplemente significa que no permitimos que el temor y la incertidumbre determinen el curso de nuestra vida, afecten de forma negativa nuestra actitud y comportamiento, influyan incorrectamente en nuestras decisiones importantes o nos desvíen o distraigan de todo lo que es virtuoso, bello o de buena reputación en este mundo. El no seguir el consejo de nuestros temores significa que la fe en el Señor Jesucristo anula nuestros miedos y que seguimos adelante con firmeza en Él. El no seguir el consejo de nuestros temores significa que confiamos en la guía, la seguridad y el tiempo de Dios en nuestra vida. Les prometo que todos podemos ser bendecidos con guía, protección y gozo perdurable a medida que aprendamos a no seguir el consejo de nuestros temores.
Al ejercer la fe en Cristo y confiar en Sus promesas, podemos andar en la oscuridad con la certeza absoluta de que se iluminará nuestro camino, por lo menos lo suficiente como para dar el siguiente paso, y luego el siguiente y luego el siguiente.
José Smith declaró: “No tenemos nada que temer si somos fieles”2.
El presidente Thomas S. Monson (1927–2018) aconsejó: “No teman. Sean de buen ánimo. El futuro es tan brillante como su fe”3.
Al afrontar su futuro con fe, el Salvador irá delante de su faz, estará a su diestra y a su siniestra, y Su espíritu estará en su corazón (véase Doctrina y Convenios 84:88) en todos sus esfuerzos rectos y a lo largo de todos los días de su vida.