2019
Ministrar a los niños y a los jóvenes
Diciembre de 2019


Ministrar a los niños y a los jóvenes

Todos los adultos, no importa cuál sea su llamamiento, pueden apoyar el desarrollo de los niños y los jóvenes en su barrio.

father and daughters

Un amoroso Padre Celestial nos ha dado talentos, dones, pasiones e intereses únicos a cada uno de nosotros. Esos talentos nos permiten ministrar a quienes nos rodean mientras buscamos convertirnos en “uno en corazón y voluntad” al seguir a Jesucristo (Moisés 7:18). Eso incluye nuestros esfuerzos para ministrar a los niños y a los jóvenes.

Ya sean maestros de la Primaria, líderes de los jóvenes, un hermano o una hermana ministrante, o que simplemente interactúen con los niños y los jóvenes en la Iglesia, tienen la capacidad de inspirar, animar, edificar y ayudar a los niños y a los jóvenes a convertirse en todo lo que el Padre Celestial espera que sean.

Su ánimo y ministración pueden ser parte de aquellos aspectos de los esfuerzos centrados en el hogar y apoyados por la Iglesia, recordando que los padres tienen el papel sagrado y principal de guiar y apoyar el progreso de sus hijos. Eso es cierto aunque los padres no sean miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días o no estén activos en la Iglesia. Entonces, ¿en qué consiste ese apoyo de la Iglesia y cómo podemos contribuir cada uno de nosotros?

Estas cuatro ideas pueden resultar útiles:

1. Procuren conocer a los niños y a los jóvenes.

Es difícil que puedan apoyar a los demás hasta que sepan qué apoyo necesitan. ¿Conocen a los niños y a los jóvenes que los rodean lo suficientemente bien como para saber en qué metas están trabajando, qué ayuda pueden necesitar o qué es importante para ellos? Por otro lado, ¿conocen también sus puntos fuertes e intereses, de manera que puedan ayudarlos individualmente a relacionarse entre sí cuando surja la oportunidad de que se apoyen mutuamente?

Por ejemplo, Jessica Ocampo, de Guatemala, se ofreció a cuidar a David, el hijo de su amiga Lisbett, mientras esta prestaba servicio en el campamento de las Mujeres Jóvenes. Jessica preguntó si había algo que pudiera hacer para ayudar a David durante ese tiempo, y Lisbett dijo que David nunca había aprendido a andar en bicicleta. Jessica invitó a sus hijos a ayudar, y ellos enseñaron a David a andar en bicicleta. También sabían que David jugaba en el equipo de baloncesto del barrio y que se estaba preparando para un torneo, así que pasaron el día ayudándolo a prepararse. Es posible que David no mejorara en el baloncesto ese día, pero dijo: “Me mostraron que realmente les importaba”. También agregó: “Todavía tengo el video en mi teléfono de cuando aprendí a andar en bicicleta”.

Otras ideas

  • Asegúrense de tener el permiso de los padres para cualquier interacción con sus hijos fuera de una clase o actividad de la Iglesia. Eviten estar a solas con niños y jóvenes. Lo ideal es que el padre o la madre del niño esté presente mientras ustedes apoyan a su hijo. También se debe prestar atención a promover medidas de seguridad.

  • Saluden a los niños y a los jóvenes, y a sus padres, en el centro de reuniones. Aprendan sus nombres y pregúntenles sobre su semana.

  • Pregunten a aquellos a quienes ministran y a sus familias sobre lo que más les entusiasma, les preocupa o les interesa. Sepan para qué cosas se están preparando. Luego, hablen con ellos y también oren para saber si hay algo que puedan hacer para apoyarlos.

2. Compartan sus talentos y busquen vínculos que puedan incluir a otras personas.

Ustedes han pasado toda su vida cultivando habilidades y talentos; han tenido experiencias únicas que les brindan perspectivas y conocimientos sobre una variedad de temas. ¿Pueden compartir sus talentos y sabiduría con los niños o los jóvenes para ayudarlos en sus planes de desarrollo? ¿Pueden ayudarlos a reconocer las oportunidades que los ayudarán con el progreso deseado?

Por ejemplo, Olalekan Babatunde, de Osun, Nigeria, es abogado. Su estaca participó en las primeras pruebas de la iniciativa para niños y jóvenes. Cuando escuchó que había inspirado a un joven de su barrio a convertirse en abogado, Olalekan se acercó a él para ofrecerle apoyo. Olalekan lo está ayudando a averiguar lo que debe hacer para prepararse para estudiar derecho.

Maria Vashchenko, de Kiev, Ucrania, observó el impacto de una mujer que se dio cuenta de las habilidades musicales de su hijo de 13 años. La mujer lo invitó a tocar el piano en la celebración cultural previa a la dedicación del Templo de Kiev, Ucrania. Él se había estado planteando seriamente dejar la música en ese momento, pero aceptó su invitación.

“Fue un punto de inflexión en la vida de mi hijo”, dijo María. “¡El concierto fue genial! Después, le dijimos a nuestro hijo que ahora podía dejar la música, pero él respondió que no lo haría. Se graduó de la escuela de música con excelentes calificaciones, dominó varios instrumentos musicales más, comenzó a componer música y canciones, y creó un grupo musical. Cuando sirvió en una misión, organizó actividades musicales, tocó himnos en la reunión sacramental, dirigió un coro misional y enseñó a los investigadores a tocar la guitarra y el piano. Siempre estaremos agradecidos por la hermana que ayudó a nuestro hijo a desarrollar sus talentos”. Aquella influyente hermana marcó la diferencia simplemente al conocer las habilidades del joven e invitarlo a usarlas para bendecir a los demás.

young man playing piano

Otras ideas

  • Ofrézcanse a enseñar a los niños y a los jóvenes sus habilidades en una de sus actividades, o pídanles que compartan sus talentos con la Sociedad de Socorro o el cuórum de élderes.

  • Repasen su bendición patriarcal para reflexionar sobre sus talentos y los dones del Espíritu que podrían servir de apoyo a otros en su desarrollo, incluso dones que quizás no sean tan visibles, tal como saber escuchar.

  • Elaboren una lista de los puntos fuertes de las personas —de ustedes y de otras personas— a fin de que ustedes estén listos para apoyar a quienes podrían beneficiarse de los conocimientos de otras personas. Eso puede resultar especialmente útil si las familias, los consejos de barrio, las clases de jóvenes y las presidencias de cuórum lo hacen juntos.

3. Muestren interés y den ánimo.

Recuerden las fechas significativas para los niños o los jóvenes, y luego hagan el seguimiento. Envíen una nota de aliento. Pregunten cómo salieron las cosas con sus planes esa semana. Muestren entusiasmo por su progreso y anímenlos a seguir adelante, incluso a pesar de las decepciones. No necesitan saber los detalles para que ellos sepan que ustedes los apoyan.

Una vez, cuando intentaba desarrollar el hábito de acostarme temprano, un miembro del barrio me escuchó hablar un domingo sobre mi esperanza de poder dormir más esa semana. Me preguntó qué iba a hacer para que eso sucediera. Me comprometí a irme a la cama a la hora deseada al menos una noche esa semana. “Te lo preguntaré la próxima semana”, dijo. Creí que lo haría, así que cumplí con mi compromiso.

Efectivamente, la semana siguiente me preguntó en la Iglesia si había alcanzado mi objetivo (¡lo había hecho!), y me preguntó si lo haría de nuevo la siguiente semana. Sabía que él me preguntaría, así que lo hice. La siguiente semana, me animó a cumplir mi meta dos veces aquella semana. ¿Y la siguiente semana? Me comprometió a hacerlo tres noches. Él siguió animándome cada semana hasta que mi plan se convirtió en un hábito real.

Años más tarde, le conté esa historia a otra amiga de la Iglesia porque había perdido mi buen hábito y sabía que tenía que empezar de nuevo. “Te ayudaré a ser responsable y a rendir cuentas”, dijo. Así que cada semana verificaba si lo había hecho hasta que volví a desarrollar el hábito de dormir lo suficiente. A lo largo de los años, mi familia y amigos cercanos me han ayudado con la meta de dormir lo suficiente, pero las dos veces que han sido más eficaces fueron aquellas en las que los miembros del barrio, con quienes no tenía una relación muy cercana, me ayudaron a establecer y mantener una meta, y luego se cercioraron, de manera alentadora, de que lo estuviwese haciendo.

Otras ideas

  • Si una persona va a compartir sus habilidades durante una actuación o un partido, asistan y anímenlos.

  • Observen el progreso en otras personas y felicítenlos por sus esfuerzos; por ejemplo, con un discurso o una lección de la Iglesia, una actividad que ayudaron a planificar, un proyecto de servicio en el que participaron o un logro escolar del que oyeron hablar. Sus palabras pueden proporcionarles una motivación importante para que sigan procurando cumplir con sus objetivos en los días difíciles.

  • Si planifican actividades familiares para ayudar a sus hijos a aprender nuevas habilidades, consideren invitar a otros a unirse, especialmente si se relaciona con sus metas.

4. Sigan al Espíritu Santo.

Por encima de todo, busquen el Espíritu Santo. Nuestro Padre Celestial y el Salvador conocen sus fortalezas y las necesidades de los demás. Saben cuál es su capacidad para bendecir a los niños y a los jóvenes de su vida. Oren para saber cómo pueden apoyar y bendecir a esas personas. Luego, actúen con fe. El Espíritu los guiará en sus pequeños y sencillos esfuerzos para llevar a cabo milagros (véase Alma 37:6).

El llamado del Salvador a ser “uno en corazón y voluntad” (Moisés 7:18) nos invita, tanto a jóvenes como a mayores, a estar unidos en nuestros esfuerzos por llegar a ser como el Salvador y seguir Sus caminos. A medida que ministremos a los niños y a los jóvenes, y procuremos ayudarlos a progresar, quizá veamos que nosotros también progresamos igual que ellos.

Otras ideas

  • Vivan dignos de la compañía constante del Espíritu Santo.

  • Dediquen un tiempo semanal para reflexionar sobre cómo apoyar el progreso de sus hijos o de los niños y jóvenes de otros parientes, en su barrio o en su comunidad.

  • Confíen en el Espíritu para trabajar en su propio desarrollo personal. Aprendan y sigan progresando a través del fracaso, buscando el Espíritu Santo para que los ayude a medida que vayan avanzando.