Un magnífico nuevo capítulo
Concluí un capítulo de mi vida cuando me quedé viuda en octubre de 2010. En aquel entonces, trabajaba como educadora en el sur de Francia. Un accidente laboral limitó mi movilidad y me sentí frustrada porque no pude recuperar rápidamente mi salud y fortaleza. Había disfrutado durante once años de una vida profesional gratificante. Me encantaba mi trabajo y tenía muchos amigos; sin embargo, ya no podía cumplir con las exigencias de mi trabajo.
Tengo que admitir que, después de más de treinta y tres años de vivir la Palabra de Sabiduría, me preguntaba por qué no podía correr sin fatigarme ni andar sin desmayar (véase Doctrina y Convenios 89:20). Al final, tuve que jubilarme antes de lo esperado, cerrando otro capítulo de mi vida.
Vivía con mi hija cuando le avisaron que tendría que trasladarse a París a causa de su trabajo. Decidí que debía ir con ella y comenzar un nuevo capítulo de mi vida en otro lugar.
Al poco tiempo de llegar, nos llamaron a las dos para trabajar en el Templo de París, Francia. Mi llamamiento para servir en el templo me confirmó que estaba en el lugar correcto en el momento oportuno, porque el Señor me había conducido allí. Siento mucho gozo al servir de forma regular en la Casa del Señor, y es sensacional compartir momentos en el templo con mi hija. ¡Me llena el corazón de felicidad!
Ahora puedo ver esa gran bendición, que al principio estaba escondida tras la aflicción. Fue muy difícil que mi movilidad se viera afectada, que fuera incapaz de trabajar en mi profesión y que tuviera que jubilarme anticipadamente, pero sé que nuestro Señor Jesucristo me sustentó. Él me ha ayudado a ir más despacio y a encontrar el descanso, la esperanza y la paz que ahora forman gran parte de mi vida.
Cada vez que entro por las puertas del templo, siento el Espíritu Santo. En tiempos difíciles, con tanta presión del mundo sobre nosotros, es maravilloso saber que el Señor nos ha dado lugares santos donde reina el orden y la belleza. Siento una inmensa gratitud por este nuevo capítulo de mi vida de servicio en el templo. ¡Es magnífico!