¡Elmejor abrazo de todos!
La autora vive en Utah, EE. UU.
A Ellie le encantaban los abrazos: abrazos del papá; abrazos de la abuela y del abuelo; abrazos de la mamá. Los abrazos la hacían sentir calidez, seguridad y felicidad.
Por eso Ellie abrazaba a su mamá cuando estaban en la Iglesia. Le encantaba sentarse en el regazo de la mamá, quien siempre la abrazaba fuertemente.
Entonces se terminó la reunión sacramental y era hora de ir a la Primaria. A Ellie le encantaba la Primaria. Ahora era una niña mayor, ¡de tres años! ¡Incluso tenía sus propias Escrituras!
Sin embargo, hoy Ellie quería seguir abrazando a su mamá para siempre.
La mamá llevó a Ellie por el pasillo. En el salón de la Primaria, la mamá sentó a Ellie en su silla.
“¿Puedo ir contigo?”, dijo Ellie.
“No”, respondió la mamá con voz bondadosa. “Tú tienes que estar en tu clase”, dijo. “Y yo tengo que estar en la mía”.
La mamá le dio un beso a Ellie en la mejilla y luego salió por la puerta.
Ellie sintió que las lágrimas le rodaban por las mejillas.
Pensó en cómo su mamá la abrazaba. Ella siempre la sostenía mientras leían el Libro de Mormón. Normalmente leían con la familia, pero a veces Ellie y su mamá leían solas.
Ellie sostuvo su Libro de Mormón. Adentro, había una imagen de Jesús.
Ellie cerró el libro y lo abrazó; sentía que estaba abrazando a Jesús. Sintió calidez, seguridad y felicidad. ¡Era el mejor abrazo de todos! ●