2020
Hallar gozo en llevar a cabo la obra del Señor
Abril de 2020


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Hallar gozo en llevar a cabo la obra del Señor

Como jóvenes adultos, la vida es ajetreada. Son tantas las cosas que podríamos estar haciendo: avanzar en nuestra formación académica, buscar a nuestro compañero eterno, decidir qué carrera estudiar, comenzar una familia; y junto con todas esas cosas buenas, se nos ha instado a “siempre est[ar] embarcados en la obra del Señor”1.

“Es tiempo de que todos entendamos con mayor claridad la función que tenemos en apresurar la obra de salvación. Al hacer que la obra misional […], la obra del templo e historia familiar, y la enseñanza del Evangelio sean una parte natural de nuestra vida, experimentaremos gran gozo y seremos investidos con los dones espirituales que necesitamos a fin de fortalecer la Iglesia”2.

A continuación aparecen algunos de los ocupados jóvenes adultos que hallan gozo al dedicar tiempo a la obra del Señor.

Historia familiar: Simplemente empieza ya

“La Restauración ha hecho mucho por mí personalmente porque he llegado a saber que las familias pueden estar unidas para siempre”, dice Itumeleng Tlebere, de Maseru, Lesoto. “Podré ver a mis abuelos y a mis antepasados que han fallecido; es por eso que me gusta tanto la historia familiar. Ya que soy la primera generación en la Iglesia, tengo mucho trabajo que realizar a favor de ellos”.

Itumeleng sabe por experiencia propia que encontrar registros e información puede ser difícil, pero insta a los demás jóvenes adultos a participar de lleno en la historia familiar: “Simplemente empiecen a hacerlo […]. La historia familiar ha hecho que me sienta agradecida por todo lo que tengo”. Y puede hacer lo mismo por ti.

Ministrar: Sé las manos de Dios

Lucy Fergeson, de Utah, EE. UU., cuenta cómo la ministración la ayudó a sobrellevar la peor semana de su vida, pero de una manera inesperada. Era la semana de exámenes finales en la universidad, una semana muy ocupada en el trabajo, y su novio acababa de romper la relación con ella. Luego, dice: “se me había olvidado que mi compañera de ministración y yo habíamos planeado hornear ponquecitos para las hermanas que se nos había asignado ministrar”.

Al estar horneando juntas, la compañera de ministración de Lucy la escuchó, mostró empatía y le ofreció consejo. “Hornear y entregar ponquecitos no era algo que sería muy importante ni que marcaría una gran diferencia”, reflexionó Lucy. “Sin embargo, después de que mi compañera me llevó a casa, me di cuenta de que era exactamente lo que yo necesitaba para sentirme mejor, y que a veces Dios manda a otras personas para que sean Sus manos. Lo que me pareció interesante fue que la ayuda provino de mi compañera de ministración en vez de las hermanas a quienes yo había sido asignada. Me siento muy agradecida de que me ayudó a sentir que no estaba sola y que alguien me amaba”.

Obra misional: Vive para ser ejemplo

No tienes que ser misionero de tiempo completo para difundir el Evangelio. Vennela Vakapalli, de Andhra Pradesh, India, explica: “Cuando voy en el autobús o en el tren, abro el Libro de Mormón y lo leo, y la mayoría de las personas me preguntan sobre él”.

Ashlee Dillon, de Utah, EE. UU., menciona: “Solo porque no presté servicio en una misión no significa que no soy misionera. En vez de dejar a mi familia para servir al Señor, le sirvo con mi familia. Presto servicio a los demás y vivo para ser ejemplo de una discípula de Jesucristo”.

Los padres: Enseñar el Evangelio a los hijos

Ingrid de Bastián Ortiz, de Veracruz, México, tiene 26 años y tres hijos. Ella explica: “Como padres jóvenes de niños pequeños, hay días que son abrumadores por los quehaceres interminables y la atención que los niños requieren. Sin embargo, sentimos una gran responsabilidad de enseñar el Evangelio a nuestros hijos para que sepan que son hijos de Dios.

“Mi deber como madre es ayudarles a darse cuenta por sí mismos que nuestro Padre Celestial tiene un plan de felicidad para ellos”.

Aun si todavía no eres madre o padre, igualmente puedes colaborar en enseñar a los niños. “Es tan esencial que los niños sepan en cuanto a estos principios y doctrinas”, dice Ingrid, “que sin duda podemos contribuir como jóvenes adultos solteros o casados en algunos de los llamamientos de la Primaria y la guardería”.

Todos somos jóvenes adultos ocupados, pero sean cuales sean tus circunstancias, puedes hallar maneras sencillas de llevar a cabo la obra del Señor en todos los aspectos de tu vida, tanto las grandes como las pequeñas.

Notas

  1. Thomas S. Monson, “Hasta que nos volvamos a ver”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 110.

  2. “Apresurar la obra de salvación”, Liahona, octubre de 2013, pág. 33.