2020
Fortalece tu fe por medio de la Primera Visión
Abril de 2020


Fortalece tu fe por medio de la Primera Visión

Es mi oración que sigas el modelo de la oración de José, que aprendas las verdades que él aprendió y que fortalezcas tu fe en tu Padre Celestial y en Su Hijo Jesucristo.

Teenaged Elder Anderson shares his beliefs with friends Illustration of Elder Neil Anderson when he was 16 years old at a conference he traveled to the east coast to attend. He is in a informal group of people and he is explaining his beliefs to the group.

Cuando tenía dieciséis años, viajé desde mi casa en Idaho a una conferencia en la costa este de los Estados Unidos a la que asistieron jóvenes y jovencitas de todos los 50 estados y de casi 40 naciones. Antes de eso, rara vez había estado en una situación en la que mis creencias y convicciones me distinguieran.

Una tarde, en un grupo reunido informalmente, surgió una conversación sobre algunas de las creencias y prácticas de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Un grupo grande de alumnos de repente volcó su atención hacia mí y empezaron a hacerme preguntas, algunas de las cuales criticaban nuestras creencias.

Eso me tomó por sorpresa, pero después de reflexionar por un momento, comencé a compartir algunos de los principios básicos del Evangelio. Expliqué que tenemos un Padre Celestial, que somos Sus hijos e hijas, y que estamos en la tierra para desarrollar fe en Jesucristo y probarnos a nosotros mismos al escoger el bien en vez del mal.

Compartir esos principios me llevó al testimonio de José Smith. Los otros alumnos no habían preguntado en cuanto a José Smith, pero me encontré dirigiéndome a los orígenes de por qué creía lo que creía. Al hablar sobre la aparición del Padre y del Hijo en la Arboleda Sagrada, todos se quedaron callados. Un penetrante sentimiento de santidad entró en la sala, y un enorme sentimiento de poder espiritual recayó sobre mí y mis palabras.

Después, varios alumnos me dieron las gracias por mis firmes convicciones y algunos incluso me pidieron más información sobre a la Iglesia. Cuando regresé a mi habitación esa noche, me di cuenta de que la persona en la que esa experiencia había tenido mayor impacto era yo. Había sentido por mí mismo el poder de testificar de Dios el Padre, de Jesucristo y de la Primera Visión.

Desde esa experiencia hace más de 50 años, he testificado cientos de veces en cuanto al Padre, el Hijo y el profeta José Smith. En esas experiencias, he sentido constantemente el testimonio confirmador del Espíritu Santo.

Me gustaría compartir cinco principios que he aprendido de mi entendimiento espiritual de la Primera Visión. Esos principios han fortalecido mi fe y mi deseo de seguir a nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Amado, y espero que te fortalezcan a ti también.

An illustration of the First Vision

1. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son seres distintos

Durante siglos, los eruditos religiosos y los filósofos habían debatido sobre la naturaleza de Dios el Padre, de Jesucristo y del Espíritu Santo. Muchos creían que Ellos eran un solo ser. Gracias a la experiencia de José en la Arboleda Sagrada hace 200 años, sabemos la verdad absoluta con respecto a la naturaleza de Dios.

Primero que nada, ¡Él vive! Segundo, el Padre y el Hijo son dos seres separados, gloriosos y resucitados, distintos el uno del otro. Más tarde, José aprendió que “el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino es un personaje de Espíritu. De no ser así, el Espíritu Santo no podría morar en nosotros” (Doctrina y Convenios 130:22).

2. Somos hijos e hijas de Dios

Por medio de la Primera Visión y otras experiencias, el profeta José Smith aprendió que Dios no es un poder distante que creó el mundo y sus habitantes y que luego se olvidó de ellos. En realidad, cada uno de nosotros es “una hija [o hijo] amad[os] de Padres Celestiales”1.

En la proclamación sobre la familia, se afirma: “Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos”2. Nuestro Padre ha declarado claramente ese destino: “Esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).

Nuestra identidad proviene de Dios, y estamos aquí en la tierra para llegar a ser más como Él. Ese entendimiento de la Primera Visión me permitió saber cuando era un joven que tenía un Padre Celestial personal que me amaba y que deseaba que regresara a Él.

3. Podemos ser perdonados de nuestros pecados

Una de las mayores preocupaciones de José era la de ser perdonado de sus pecados. En uno de los relatos de la Primera Visión, el Señor se dirigió al joven que buscaba la verdad con estas palabras: “José, hijo mío, te son perdonados tus pecados. Sigue tu camino, anda en mis decretos y guarda mis mandamientos. He aquí, Yo soy el Señor de gloria. Fui crucificado por el mundo para que todos los que crean en mi nombre puedan tener la vida eterna”3.

José aprendió que mediante la expiación de Jesucristo podía ser perdonado de sus pecados y llegar a ser limpio y puro ante Dios. Se le dio un conocimiento certero de que Jesucristo tomó sobre sí los pecados y las cargas de todos los que han vivido y que vivirán en la tierra.

De la Primera Visión, aprendemos que, debido a la gracia de nuestro Salvador Jesucristo, nosotros también podemos ser perdonados de nuestros pecados y un día comparecer limpios ante el Padre.

4. Nuestro Padre Celestial escucha y responde nuestras oraciones

Ese día de 1820, en la arboleda, José aprendió que el Padre Celestial escucha y contesta las oraciones. Más tarde, José dijo: “Tenía la más absoluta confianza de obtener una manifestación divina, como previamente la había tenido” (José Smith—Historia 1:29). Su ejemplo nos enseña que podemos acercarnos a nuestro Padre Celestial en oración para recibir nuestras propias respuestas.

José repitió ese modelo de oración una y otra vez. Tenía confianza en que el Señor escucharía y contestaría sus oraciones, y oró en cuanto a cosas por las que probablemente tú también hayas orado.

Oró pidiendo sabiduría (véase José Smith—Historia 1:12–13).

Oró en cuanto al bautismo (véase José Smith—Historia 1:68).

Oró pidiendo liberación (véase Doctrina y Convenios 121:1–4).

Oró por los misioneros (véase Doctrina y Convenios 109:22).

Oró por la Iglesia, sus miembros y sus líderes (véase Doctrina y Convenios 109:71–76).

Y oró por su familia (véase Doctrina y Convenios 109:68–69).

Ese es un modelo para nosotros. José nos demostró que todos podemos acudir a nuestro Padre en oración.

5. El Padre y el Hijo nos conocen personalmente

De la Primera Visión, aprendemos que esos Seres celestiales nos conocen personalmente, tal como conocían a José. El Padre llamó a José por su nombre y, “señalando al otro”, dijo, “Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!” (José Smith—Historia 1:17).

El Padre y el Hijo sabían cuáles eran las necesidades, las preocupaciones y los anhelos de José, tal como conocen los nuestros. También conocen cuáles son nuestros éxitos y pesares.

En mi juventud, oré pidiendo muchas cosas. En retrospectiva, algunas de esas cosas no parecen ser tan importantes, pero eran importantes para mí entonces, y entendí desde temprana edad que tenía un Padre Celestial que me escuchaba. No siempre recibía una respuesta inmediata, pero sentía que en Su propio tiempo y en Su propia manera respondería a mi petición de la forma que fuera correcta para mí.

Ten confianza en que Dios te hablará; cree en esos sentimientos que llegan a lo más hondo de tu corazón. Yo llegué a creer en la oración y a entender su poder porque sabía en cuanto a las experiencias del profeta José Smith. Sabía que Dios conocía mi nombre y que me respondería, tal como Él sabe tu nombre y te responderá a ti.

Testimonio

Durante muchos de los 68 años que he vivido en la tierra, he puesto el modelo de José a prueba. Al igual que todo verdadero discípulo del Salvador, también he recibido respuestas del cielo. Sé que Jesús es el Cristo; Él es el Hijo de Dios; Él resucitó y vive hoy en día. Él tiene el poder para perdonar nuestros pecados; mediante nuestra fe, obediencia y arrepentimiento, Él puede llevarnos a salvo de regreso a nuestro hogar celestial.

Como apóstol del Señor Jesucristo y como testigo ordenado de Él, testifico con certeza y convicción confirmadas por el Santo Espíritu que el Padre y el Hijo se aparecieron a José Smith en la Arboleda Sagrada. Es mi oración que sigas el modelo de la oración de José, que aprendas las verdades que él aprendió y que fortalezcas tu fe en tu Padre Celestial y en Su Hijo Jesucristo.

Notas

  1. “Lema de las Mujeres Jóvenes”, youngwomen.ChurchofJesusChrist.org.

  2. “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Liahona, mayo de 2017, pág. 145.

  3. “Joseph Smith’s Accounts of the First Vision”, josephsmithpapers.org.

Ilustración por David Malan

Ilustración por Kendall Ray Johnson