Mensaje del Área
Mostrar amor por medio de la ministración
Mediante actos sencillos y de amor podemos ayudar a otros… la ministración es también hacer lo que Cristo haría.
Hoy en día, hay muchas personas que necesitan sentirse amadas, cuidadas y aceptadas debido a las situaciones difíciles que estamos viviendo. La actual pandemia ha afectado la salud, la familia al perder seres queridos y la economía; esto ha provocado que muchas veces lleguemos a sentir soledad.
¿Cómo podemos aliviar las cargas de nuestro prójimo, ya sean amigos, familiares o conocidos? En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días existe la ministración, que es la manera en que podemos ayudar, servir, tender una mano, ser los instrumentos que el Señor necesita para velar por los necesitados.
Mediante actos sencillos de amor podemos ayudar a otros. Hace poco me enteré de que un obispo se contagió y enfermó de COVID-19 mientras trabajaba. Tuve el deseo de contactarlo, realicé la llamada y platicamos sobre su salud, de la salud de su familia y para finalizar oramos fervientemente. Sí, todo fue por teléfono, pero fue muy gratificante para mí poder ministrarlo de esta manera y para el obispo y su familia fue algo valioso. Me expresaron su gratitud por la llamada. Fue un acto sencillo llamarlos, pero la oración que hicimos penetró nuestros corazones.
Eso es lo que requiere una verdadera ministración, tal como dijo la hermana Jean B. Bingham: “A veces pensamos que tenemos que hacer algo grandioso y heroico para ‘que cuente’ como servicio a nuestro prójimo. Sin embargo, los simples actos de bondad y servicio pueden tener efectos profundos en los demás, así como en nosotros mismos”1.
Recuerden que la ministración es también hacer lo que Cristo haría; Él sonrió, Él habló, Él escuchó, Él dedicó tiempo, animó, enseñó, alimentó y perdonó a los demás. ¿Acaso no es ese un verdadero ejemplo de ministración? Tenemos esa responsabilidad, ese privilegio por ser miembros de la Iglesia verdadera; de hecho, esa es la característica distintiva.
El presidente Nelson lo explicó de la siguiente manera: “Una característica distintiva de la Iglesia verdadera y viviente del Señor será siempre un esfuerzo organizado y dirigido a ministrar a los hijos de Dios individualmente y a sus familias. Puesto que esta es Su Iglesia, nosotros, como Sus siervos, hemos de ministrar a la persona en particular, tal como Él lo hizo. Ministraremos en Su nombre, con Su poder y autoridad, y con Su amorosa bondad”2.
No olvidemos que las Escrituras nos hacen un recordatorio de quiénes somos al ministrar; en Mosíah 2:17 leemos: “Y he aquí, os digo estas cosas para que aprendáis sabiduría; para que sepáis que cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios”.
Testifico, como un siervo de Dios, que al ministrar podremos bendecir y ayudar a otros, para que ellos disfruten de una mejor calidad de vida y tengan oportunidades de acercarse mejor a su Salvador.