2021
Las bendiciones de ser obrero del templo
Octubre de 2021


Jóvenes adultos

Las bendiciones de ser obrero del templo

El autor vive en Utah, EE. UU.

Servir en el templo hizo que las ordenanzas y bendiciones fueran aún más especiales para mí.

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Fotografía de Getty Images

Cuando fui al templo por primera vez, quedé asombrado por la majestuosidad de la Casa del Señor. Sentí claridad acerca de quién era yo, por qué estaba en la tierra, y a dónde podía llevarme mi camino al centrarme en Cristo.

Acababa de ser llamado a servir en una misión en Inglaterra, y estaba entusiasmado por ir al templo antes de marcharme. Para prepararme de antemano, aprendí sobre las ordenanzas del templo y en cuanto a prepararme para hacer convenios con el Señor.

Después, supe que quería ir allí constantemente durante toda mi vida. Y esa decisión influyó en mi deseo de servir también como obrero de las ordenanzas.

Sacrificar para servir

Como enseñó el élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “La asistencia al templo aumenta nuestra comprensión de la Trinidad y del Evangelio sempiterno, nuestro compromiso de vivir y enseñar la verdad, y nuestra disposición a seguir el ejemplo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”1.

Quería recibir esas bendiciones en mi vida, así que cuando regresé a casa después de la misión, hablé con mi obispo en cuanto a ser obrero del templo. Finalmente me llamaron para servir en el Templo de Washington D. C. durante unos meses, mientras trabajaba para ahorrar dinero para la universidad.

Serví en el templo durante el turno de las seis de la tarde todos los viernes. Ese horario requería que saliera de mi trabajo temprano y viajara durante dos horas. Era un compromiso grande y a veces difícil de cumplir cada semana.

En ese momento, trabajaba muchas horas haciendo mucho esfuerzo físico, por lo que normalmente estaba bastante cansado para mi turno en el templo. También estaba mentalmente agotado la mayor parte del tiempo con la preparación para volver a la universidad y con la idea de lo que iba a hacer el resto de mi vida.

No obstante, durante mis turnos, siempre me entusiasmaba aprender más sobre las ordenanzas, y a pesar de mi constante cansancio y mi interminable lista de tareas, de alguna manera encontraba paz en el templo. Siempre salía agradecido por la oportunidad de servir al Señor allí, y me sentía espiritualmente renovado al final de cada turno al centrarme en el Salvador. La paz que sentía también me ayudaba a encontrar guía y respuestas para mi vida.

Dedicar tiempo

Mi servicio en el templo terminó cuando me mudé para asistir a la universidad. Estaba tan ocupado y abrumado con mis estudios que no asistía al templo con tanta frecuencia. Empecé a notar un sentimiento persistente de que debía volver a servir ahí, así que me reuní con mi obispo para preguntarle sobre ello.

Recibí el llamamiento para servir en el templo los sábados por la tarde.

Sí, estaba muy ocupado, pero estaba encantado de dedicar tiempo a servir en la Casa del Señor cada semana. Con cada turno, me acercaba más al Salvador y al Padre Celestial, y podía disfrutar de la paz que es exclusiva de Su casa.

Disfrutar de las bendiciones del templo

Mi servicio en el templo ha sido algo breve, pero puedo testificar que mi tiempo de servicio ha cambiado mi vida para bien.

Gracias a los sacrificios que hice para servir y a la bondad del Señor, en verdad siento que he recibido las bendiciones del templo que el presidente Russell M. Nelson describió una vez: “Les prometo que el Señor les proporcionará milagros que Él sabe que necesitan al hacer sacrificios de servir y adorar en Sus templos”2.

Yo he experimentado esos milagros, y sé que tú también puedes experimentarlos si haces del servicio en el templo una parte clave de tu vida.

No todos tendremos la oportunidad de servir como obreros del templo. Sin embargo, al participar en la obra del templo y de historia familiar, al guardar y honrar nuestros convenios y al asistir al templo cuando podamos, todos podemos acercarnos al Padre Celestial y a Jesucristo y recibir Su guía y bondad en nuestra vida. Y cuando Ellos son nuestro centro de atención, siempre podemos tener paz en nuestros corazones, sin importar los desafíos que enfrentemos.

Notas

  1. Rasband, “Recomendados al Señor”, Liahona, noviembre de 2020, pág. 23.

  2. Russell M. Nelson, “Cómo ser Santos de los Últimos Días ejemplares”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 114.