2022
¿Es mi culpa ser soltera o es lo que Dios desea para mí?
Enero de 2022


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¿Es mi culpa ser soltera o es lo que Dios desea para mí?

Cuatro principios me han ayudado a hallar esperanza en cualquiera de las dos respuestas, y me he dado cuenta de que hay dos preguntas diferentes que son aún más importantes en mi vida.

mujer mirando el templo

Fotografía por Tina Lerohl

Cuando permanecemos en soltería por más tiempo del que esperábamos, es natural que nos preguntemos: “¿Estoy soltero debido a algo que he hecho (o que no he hecho) o esto es lo que Dios desea para mí?”. Es interesante que el responder “sí” a cualquiera de las partes de esta pregunta puede en principio brindar tanto esperanza como tristeza, pero al reflexionar acerca de mi estado de soltera a lo largo de los años, cuatro principios —entre muchos otros— me han brindado esperanza en ambas respuestas a esa pregunta. He descubierto que en realidad hay dos preguntas mejores que puedo hacer, las cuales me permiten reemplazar mis preocupaciones por gozo, propósito y progreso (véanse los principios 3 y 4 más adelante).

Principio 1: Dios puede hacer que “todas las cosas obr[en] juntamente para [n]uestro bien”.

Cuando meditamos acerca de por qué estamos solteros, muchos pensamientos acuden a la mente, tales como: “¿Debí haber ido a más excursiones sociales?” o “¿Qué habría sucedido si le hubiera pedido a esa persona que saliéramos en una cita?”. Cualesquiera sean las posibles razones, cuando nos preguntamos si estamos solteros por causa de algo que hemos o no hemos hecho, podemos hallar fortaleza en esta verdad de Doctrina y Convenios 90:24: “Escudriñad diligentemente, orad siempre, sed creyentes, y todas las cosas obrarán juntamente para vuestro bien, si andáis en la rectitud y recordáis el convenio que habéis hecho el uno con el otro”.

Aunque hubiésemos podido casarnos si hubiéramos hecho algo diferente en el pasado, podemos hallar fortaleza al saber que si guardamos nuestros convenios y nos acercamos a Cristo con fe mediante el estudio de las Escrituras, la oración y el discipulado, entonces podemos confiar en que todas las cosas “obrarán juntamente para [n]uestro bien”. Si procuramos seguir a Cristo, el Padre Celestial nos ayudará a aprender de nuestras experiencias pasadas y las utilizará para bendecirnos en el futuro. La promesa del matrimonio eterno no se perderá para quienes vivan con rectitud.

Principio 2: Dios está en los detalles de nuestra vida.

Cuando el presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, dio el discurso “¡Oh recordad, recordad!” en la Conferencia General de octubre de 2007, yo no comprendí el enorme impacto que este tendría en mi vida. Sin embargo, actué de conformidad con la invitación de reconocer y llevar un registro de la mano del Señor en la vida de mi familia cada día1. Aun cuando no he sido constante al cien por ciento a lo largo de los años, he escrito miles de maneras en que el Señor ha guiado mi vida, por lo general en maneras aparentemente pequeñas. Esta sencilla práctica diaria (y, al igual que todos los esfuerzos, para mejorar se requiere práctica) me ha brindado profundo gozo al sentir la guía y el amor del Padre Celestial hacia mí tan a menudo a lo largo de cada día.

La experiencia y el conocimiento también me han ayudado a hallar fortaleza y esperanza cuando me pregunto si estoy soltera porque esta es la obra que el Padre Celestial desea que realice ahora. Al escribir con frecuencia sobre la manera en que Él está en los pequeños detalles de mi día, tengo la paz absoluta de que me guiará en una de las decisiones más importantes para la eternidad. El ayudarme a encontrar un cónyuge recto y que guarde los convenios no es algo que Él vaya a pasar por alto. Puedo tener confianza en que Él me guiará si yo hago mi parte al vivir digna de las impresiones del Espíritu Santo, procurarlas y actuar conforme a ellas. Siento paz y gozo porque confío en que el Padre Celestial y Jesucristo guían mi vida.

Si bien deseo de corazón casarme, deseo aún más seguir el plan que el Padre Celestial tiene para mí. Confío en Él porque que está en los detalles de mi vida, así que, más que centrarme demasiado en el matrimonio, he procurado obtener revelación en cuanto al curso que Él desea que siga ahora en la vida y en cuanto a otras maneras en que puedo servir a mi familia y a la comunidad.

Principio 3: Dios tiene una obra para mí.

Dios le dijo a Moisés: “… tengo una obra para ti, Moisés, hijo mío” (Moisés 1:6). José Smith supo por medio de Moroni que “Dios tenía una obra para [él]” (José Smith—Historia 1:33). De la misma manera, cada uno de nosotros tiene una obra que realizar, y cuán poderosa puede ser nuestra perspectiva de la soltería cuando la vemos en función de la obra que Dios requiere que cada uno de nosotros realice. En vez de ver el ser soltera como algo de lo que “carezco” para cumplir con la obra que Dios tiene para mí, más bien descubro un propósito importante cuando lo veo como una oportunidad de contribuir de diversas maneras a la obra del Señor en los últimos días.

El presidente Nelson ha enseñado: “Ustedes son los hijos que Dios ha escogido para ser parte de Su batallón durante este gran punto culminante en la prolongada batalla entre el bien y el mal; entre la verdad y el error. No me sorprendería si, al levantarse el velo en la próxima vida, nos enteráramos de que ustedes en realidad suplicaron al Padre Celestial que los reservara para este momento. No me sorprendería enterarme de que en la vida preterrenal amaban tanto al Señor que le prometieron defender Su nombre y Su evangelio durante las tumultuosas escenas finales de este mundo. Una cosa es segura: Ustedes son de la casa de Israel y han sido enviados aquí para ayudar a recoger a los elegidos de Dios”2.

Esta perspectiva me invita a cambiar la pregunta “¿Es el deseo del Padre Celestial que esté soltera ahora?” a “¿Qué es lo que el Padre Celestial desea que yo haga como una persona soltera ahora?”. Las pocas palabras adicionales marcan una gran diferencia. Gracias a esa perspectiva, oro cada día para que el Padre Celestial me ayude a ser digna y a estar preparada para hacer Su obra donde sea que me necesite, esté soltera o no. ¿De qué manera puedo saber cuál es esa misión para mí?

El presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

“[El Salvador] los invita, como hijos e hijas de Dios, a que se preparen espiritualmente para participar en Su obra, lo que requerirá de toda su energía, de una mente clara, de sus mejores esfuerzos y de toda su fe.

“La misión del Señor para ustedes se les mostrará día a día cuando oren, escudriñen las Escrituras y den de sí mismos con diligencia a Su obra. Llegarán a conocer más y más la obra que el Señor tiene para ustedes a medida que se sometan alegremente a Su voluntad. Recuerden que son los pequeños actos de servicio y devoción los que dan lugar a grandes cosas. El Señor dijo: ‘Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes’ (Doctrina y Convenios 64:33).

“Hagan de este año, de este mes y de este día un nuevo punto de partida en su vida”3.

Principio 4: Dios tiene un plan de felicidad para todos Sus hijos.

Además de preguntar cuál es la obra que Dios desea que yo realice ahora, hace unos años aprendí a hacer otra pregunta que ha sido tanto productiva como poderosa: “¿Cuán bien estoy siguiendo el plan de salvación y felicidad de Dios?”.

Aunque el matrimonio eterno es una parte esencial del plan de felicidad del Padre Celestial para Sus hijos, no es la única parte de él. Así es que, hasta que esa oportunidad llegue (todavía me esfuerzo activamente para alcanzarla), puedo mantenerme centrada en vivir todas las otras partes del plan de Dios para mí que estén bajo mi control y que brinden gran gozo. Entre otras cosas, puedo

  • hacer convenios en el templo y cumplirlos;

  • vivir dignamente y prepararme para el sellamiento en el templo;

  • participar en la obra de salvación y exaltación ayudando a recoger a Israel a ambos lados del velo;

  • ministrar a mi familia y a los demás;

  • hallar maneras de cuidar como una madre y educar, aunque no tenga hijos propios;

  • servir fielmente en mis llamamientos;

  • crear a diario experiencias que me ayuden a acercarme al Padre Celestial y a Jesucristo;

  • aprender a escucharlo y

  • expresar amor y gratitud al Padre Celestial y a Jesucristo.

Además, puedo reflexionar con espíritu de oración a diario sobre la pregunta: “¿Cuán bien estoy siguiendo el plan de salvación y felicidad de Dios?”. Esa pregunta siempre otorga la oportunidad de recibir revelación y de progresar.

Avanzar con fe

No sé qué es lo que el Padre Celestial tiene reservado para mí en el futuro, pero procuro descubrir cada día el siguiente paso en la obra que Él desea que realice, y sé que el día de hoy y el futuro serán hermosos y estarán llenos de gozo porque sé que el Padre Celestial me ama así como los ama a ustedes también. Me siento agradecida de que me permita crecer “línea sobre línea” (Doctrina y Convenios 98:12) y “de gracia en gracia” (Doctrina y Convenios 93:13), ya que el futuro podría parecer abrumador si lo viera todo de una vez. He adquirido mucha fortaleza de la hermosa doctrina que dice: “mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8–9).

Puede que no sepa por qué todavía estoy soltera a mis cuarenta y tantos años, pero hallo gran consuelo, esperanza y felicidad en el conocimiento de que el Padre Celestial conoce las razones y que Él hará que “todas las cosas obr[en] juntamente para [mi] bien”. Mantengo la fe en que Él está en los detalles de mi vida y en que me ayudará a cumplir la obra que desea que yo realice ahora al tiempo que procuro Su dirección con humildad. Sabiendo eso, me parece que es un gozo y un privilegio “ha[cer] con buen ánimo cuanta cosa esté a [mi] alcance; y entonces […] permanecer tranquil[a], con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo” (Doctrina y Convenios 123:17).

Notas

  1. Véase Henry B. Eyring, “¡Oh recordad, recordad!”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 67.

  2. Russell M. Nelson, “The Love and Laws of God”, devocional de la Universidad Brigham Young, 17 de septiembre de 2019, pág. 1, speeches.byu.edu.

  3. M. Russell Ballard, “The Lord Has a Work for You to Do”, devocional de la Universidad Brigham Young, 18 de enero de 2000, pág. 7, speeches.byu.edu.