“Podemos ayudar a que los demás se sientan amados e incluidos”, Liahona, septiembre de 2022.
Principios de ministración
Podemos ayudar a que los demás se sientan amados e incluidos
El Salvador sufrió rechazo y nos enseñó a tender la mano.
Sasha es una joven soltera que asiste a un barrio de familias, lo que no siempre es fácil. Se siente feliz y realizada, aunque a veces sumamente diferente —y con la sensación de que llama la atención— entre los demás miembros del barrio. Al igual que la mayoría de nosotros, anhela sentir aceptación y un sentido de pertenencia.
Thomas, un hombre mayor del barrio, fue asignado como su hermano ministrante y un día pasó con su esposa para conocer mejor a Sasha. La visita fue un poco incómoda, pues al conversar comenzaron a hablar de que estaba soltera. No obstante, mientras hablaban, Sasha se dio cuenta de que Thomas y su esposa estaban tratando de entender su situación y cómo podrían ayudarle.
En un momento dado, Thomas dijo: “Vi que tu jardín podría necesitar un poco de atención. Me encantaría ayudarte con eso”.
El trabajo de Sasha la mantiene tan ocupada que cuidar del jardín no es su principal prioridad. Además, no le gusta hacerlo. Sabe cómo cuidar del jardín y sabe que podría hacerlo, pero eso no cambia el hecho de que le desagrade.
En otro momento, la pregunta podría haber lastimado sus sentimientos. Sin embargo, Thomas mencionó que había estado en las fuerzas armadas y comprendía lo que una mujer a menudo tiene que hacer por su cuenta cuando el esposo está ausente. Ella se dio cuenta de que Thomas simplemente estaba buscando la manera de estrechar la amistad. Trataba de combinar su experiencia de vida con la de ella y encontrar puntos en común.
Ambas partes de esta relación de ministración aprendieron a amarse y a aceptarse mutuamente desde el punto donde se encontraban, y se cultivó una amistad estrecha y genuina.
Además, el césped de Sasha nunca había lucido mejor.
El ejemplo perfecto de inclusión
En el Antiguo Testamento, Isaías profetizó que Jesucristo sabría exactamente lo que es ser diferente. Él sufrió exclusión y maltrato. “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores y experimentado en quebranto” (Isaías 53:3). Por medio de Su amor perfecto, sabe cómo nos sentimos y cómo socorrernos (véase Alma 7:12). Él es el ejemplo perfecto de cómo podemos tender la mano con amor para incluir a los demás, sin importar sus circunstancias ni su apariencia.
Principios a tener en cuenta
Al buscar maneras de ayudar a los demás a sentir que pertenecen, considere estos principios que el Salvador enseñó y vivió:
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Tenga la disposición de conocer a otras personas aparte de las que ya conozca (véase Mateo 5:43–48).
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No tenga temor de relacionarse con personas que vivan de otras maneras o tengan otras creencias, si no significa hacer concesiones a las enseñanzas del Salvador (véanse Marcos 2:14–17; Lucas 7:38–50).
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Todas las personas deben sentir que queremos que estén en la Iglesia (véase 3 Nefi 18:22–32). Estar en un lugar donde se puede aprender el evangelio del Salvador y sentir Su amor puede cambiar a cualquiera.
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El Salvador sabe lo que necesitamos, en parte, debido a que sabe cómo nos sentimos (véase Alma 7:11–12). Podemos mostrar amor al procurar comprender las experiencias de los demás y al ponernos en su lugar.
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El Salvador dedicó tiempo a estar presente en respuesta a las necesidades de quienes lo rodeaban. Se detuvo para cuidar de los demás aun cuando tenía planes de estar en otro lugar (véase Marcos 5:22–43).
¿Qué podemos hacer nosotros?
No permita que las diferencias le impidan llegar a conocer a las personas a quienes ministre. No importa cuáles sean nuestras diferencias, hay puntos en común que descubrir.