Voces de Miembros
Trabajando en historia familiar
Después de cada lección que imparto en la Primaria, me gusta darles un reto a los niños para que ellos puedan aplicar lo que aprendieron. El tercer domingo de octubre hablamos del llamamiento de un profeta y de la responsabilidad que tenemos de recoger a Israel. Durante la semana, en mi preparación leí los discursos del presidente Nelson y en pequeñas tiras de papel escribí algunas de las invitaciones que él nos ha dado desde que fue apartado como Presidente de la Iglesia; al mismo tiempo les invité a que esa semana cumplieran con la invitación que les tocara.
Al terminar la clase, Isabella me preguntó qué significaba la invitación que a ella le había tocado, “recoger a Israel en ambos lados del velo”. Le dije que ella podía cumplir con ese cometido de dos formas: compartiendo el Evangelio con alguno de sus compañeros o familiares que no son de la Iglesia o trabajando en su historia familiar al imprimir un nombre y pidiendo a un familiar que haga la obra por ellos. Ella me dijo que quería hacer lo segundo.
Como después de las reuniones me quedaría en el centro de Historia Familiar, aprovechamos para imprimir los nombres que ella necesitaría para cumplir con su asignación. Juntas fuimos a una computadora y le mostré cómo se imprimen los nombres para llevar al templo. Cuando ella imprimió los nombres, se detuvo a leer cada una de las cinco tarjetas que teníamos, entonces me dijo: “hermana, yo no conozco a estas personas. ¿Quiénes son ellos?”.
Le mostré cómo podíamos saber si eran sus familiares, y nos dimos cuenta de que ninguna de esas personas era de su árbol genealógico. Ella entonces dijo, “y para encontrar a mis familiares ¿cómo hago?”. Volvimos a ver la computadora y comenzamos a revisar su árbol. Encontramos que había muchos familiares que estaban listos para recibir sus ordenanzas y que su hermana mayor y su mamá habían reservado las ordenanzas un tiempo atrás, pero no habían tenido el tiempo para ir al templo. Encontramos muchos documentos que habían sido indexados y podían ser anexados a sus familiares y allí encontramos más información. Nos emocionamos mucho.
Al siguiente domingo, Isabella llevó a su mami y a su hermana al centro de Historia Familiar y, junto con la hermana Gloria Contreras, concertamos una cita para ir al templo e imprimimos varios nombres de sus familiares.
Esa semana pudimos hacer todas las ordenanzas de su abuela, su tío y hasta el sellamiento de su mamá a sus abuelos. Tuve el privilegio de estar desde los bautismos hasta el sellamiento y ver el gozo de la mamá de Isabella, la hermana Carolina Juánez, al sentir la presencia de su madre en la sala de sellamientos cuando ella servía como su representante.
El deseo de una niña de 10 años de ser obediente a una pequeña asignación en la Primaria obró ese milagro. Isabella dijo: “Me sentí muy feliz de que, aunque aún no puedo entrar al templo, pude ayudar a que se bautizaran por mis antepasados. Sé que las familias pueden ser eternas”, concluyó.