Voces de los miembros
Mi testimonio del templo
Siempre estaré agradecida a mi Padre Celestial y a mi padre, Teodoro Álvarez, por estar siempre conmigo y guiarme de regreso al redil de la Iglesia. Un día, mi papá vino a mi casa y me dijo: “Daisy, hija mía, voy a ir a la iglesia el domingo”. Ese día era domingo de ayuno y testimonio. Él se puso de pie, dio su testimonio y me reintrodujo en la Iglesia. Les dijo a los hermanos: “Cuiden de mi hija”. Desde entonces, he asistido a la Iglesia con regularidad y siempre he dicho que donde el Señor me diga que trabaje, allí estaré.
Fue histórico para nuestra isla cuando el presidente Russell M. Nelson anunció en la conferencia general que habría un templo en Puerto Rico. Todos nosotros, como miembros de la Iglesia, saltamos de alegría y emoción porque habíamos estado orando para ser bendecidos con un templo en nuestra isla.
Doy gracias a Dios por la oportunidad de trabajar como secretaria ejecutiva junto a los coordinadores de eventos del templo, el hermano Héctor Álvarez y su esposa, la hermana Amarilis Santiago, mientras nos preparábamos para el programa de puertas abiertas del Templo de San Juan, Puerto Rico. Servir en esta gran obra fue especial para mí, más de lo que puedo expresar. La forma en que todo fue coordinado con dedicación, camaradería y humildad desplegó un fuerte Espíritu del Señor. Participar en esta obra aumenta mi amor por dar y seguir sirviendo.
Testifico que cuando uno sirve con un corazón dispuesto, las bendiciones aumentan. Ahora, mis bendiciones continúan mientras trabajo en el templo. Los obreros del templo tienen hermosos sentimientos de humildad al trabajar junto a aquellos hermanos y hermanas que vienen a realizar ordenanzas sagradas.
“Así que, amados hermanos míos, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano ” (1 Corintios 15:58).