Liahona
Preordenados para servir
Mayo de 2024


11:30

Preordenados para servir

Nuestro Padre Celestial desea revelarles su preordenación personal, y lo hará a medida que procuren conocer y hacer Su voluntad.

Esta noche, hablo a los jóvenes de la Iglesia, a la nueva generación de hombres y mujeres jóvenes que serán los portadores de los principios para la siguiente generación.

En octubre de 2013, el presidente Russell M. Nelson, nuestro amado profeta, declaró: “Su Padre Celestial los ha conocido por mucho tiempo. Ustedes, como Sus hijos o hijas, fueron escogidos por Él para venir a la tierra precisamente en esta época, para ser líderes en Su gran obra sobre la tierra”.

Hace dos años, el presidente Nelson continuó:

“Hoy reafirmo enfáticamente que el Señor ha pedido a cada hombre joven digno y capaz que se prepare para la misión y sirva en ella. Para los hombres jóvenes Santos de los Últimos Días, el servicio misional es una responsabilidad del sacerdocio. A ustedes, hombres jóvenes, se les ha reservado para esta época en que tiene lugar el prometido recogimiento de Israel […].

“Para ustedes, capaces y jóvenes hermanas, la misión también es una oportunidad poderosa, aunque opcional […]. Oren para saber si el Señor desea que sirvan en una misión y el Espíritu Santo les responderá al corazón y a la mente”.

Las alusiones que hace nuestro profeta de que el Señor ha reservado a los jóvenes de nuestros días para esta época en el recogimiento de Israel, y su invitación a orar para saber lo que el Señor desea que ustedes hagan son, en parte, alusiones a la vida que vivieron y a las bendiciones que recibieron de Dios antes de nacer en esta tierra. Todos los que nacemos en esta tierra vivimos primero con nuestro Padre Celestial como Sus hijos procreados como espíritus. El Señor declaró a Moisés: “Yo, Dios el Señor, creé espiritualmente todas las cosas […], antes que existiesen físicamente sobre la faz de la tierra”.

Cuando Él los creó espiritualmente, los amó como Sus hijos e hijas procreados como espíritus y dotó a cada uno de ustedes de una naturaleza divina y un destino eterno.

Durante la vida preterrenal, “cultiva[ron] [s]u identidad y aumentó [s]u capacidad para todo lo espiritual”. Fueron bendecidos con el don del albedrío, la capacidad de tomar decisiones por ustedes mismos, y tomaron decisiones importantes, tales como la decisión de seguir el plan de felicidad del Padre Celestial, que es “obtener un cuerpo físico y ganar experiencia terrenal para progresar […] y finalmente lograr su destino divino como herederos de la vida eterna”. Esa decisión afectó su vida en ese entonces, en la vida preterrenal, y continúa afectando su vida ahora. Como hijos de Dios durante su vida preterrenal, “progresa[ron] en inteligencia y aprendi[eron] a amar la verdad”.

Antes de nacer, Dios los designó a cada uno de ustedes para cumplir misiones específicas durante su vida terrenal. Si permanecen dignos, las bendiciones de ese decreto preterrenal les permitirán tener todo tipo de oportunidades en esta vida, incluso oportunidades de servir en la Iglesia y de participar en la obra más importante que se lleva a cabo hoy en la tierra: el recogimiento de Israel. Esas promesas y bendiciones preterrenales constituyen su preordenación. “La doctrina de la preordenación se aplica a todos los miembros de la Iglesia”. La preordenación no garantiza que recibirán ciertos llamamientos o responsabilidades. Esas bendiciones y oportunidades se reciben en esta vida al ejercer justamente el albedrío, así como su preordenación en la vida preterrenal llegó como resultado de la rectitud. A medida que demuestren ser dignos y progresen a lo largo de la senda de los convenios, recibirán oportunidades de servir en su clase de las Mujeres Jóvenes o en su cuórum del sacerdocio. Serán bendecidos para servir en el templo, para llegar a ser hermanos o hermanas ministrantes y para servir en una misión como discípulos de Jesucristo.

¿Por qué es importante procurar conocer y entender su preordenación? En una época en que abundan las preguntas, cuando tantas personas procuran conocer su verdadera identidad, el hecho de que Dios nos conoce y nos ha bendecido, a cada uno individualmente antes de nacer en esta tierra, con “característica[s] esencial[es] de la identidad y del propósito premortales, mortales y eternos” trae dulce paz y seguridad a nuestra mente y a nuestro corazón. Saber quiénes son comienza con la comprensión de las bendiciones preordenadas que Dios les confirió antes de nacer en esta tierra. Nuestro Padre Celestial desea revelarles su preordenación personal, y lo hará a medida que procuren conocer y hacer Su voluntad.

Me encanta leer las publicaciones del presidente Nelson en Instagram. Una de mis favoritas es del 20 de julio de 2022. Él escribió:

“Creo que, si el Señor estuviera hablándoles directamente, la primera cosa que se aseguraría de que entendieran es cuál es su verdadera identidad. Mis queridos amigos, ustedes son literalmente hijos de Dios procreados como espíritus […].

“No se confundan al respecto: su potencial es divino. Si lo buscan con diligencia, Dios les dará destellos de quiénes pueden llegar a ser”.

Permítanme contarles de qué manera mi padre terrenal me enseñó a descubrir mi identidad y el plan de Dios en mi vida.

Un sábado por la mañana, cuando tenía trece años, yo estaba cortando el césped como parte de mis tareas semanales. Cuando terminé, oí que la puerta trasera de nuestra casa se cerraba y al mirar vi a mi padre llamándome para que lo acompañara. Caminé hasta el porche de atrás y me invitó a sentarme con él en los escalones. Era una mañana hermosa. Aún recuerdo que se sentó tan cerca de mí que nuestros hombros se tocaban. Comenzó diciéndome que me amaba. Me preguntó cuáles eran mis metas en la vida. Pensé: “Bueno, eso es fácil”. Sabía dos cosas con certeza: quería ser más alto y quería ir a acampar más a menudo. Yo era un alma sencilla. Sonrió, se detuvo por un momento y dijo: “Steve, me gustaría compartir algo contigo que es muy importante para mí. He orado para que nuestro Padre Celestial haga que lo que diga ahora quede grabado en tu mente y en tu alma para que nunca lo olvides”.

En ese momento mi padre tuvo toda mi atención. Se volvió, me miró a los ojos y dijo: “Hijo, protege los momentos privados de tu vida”. Hubo una larga pausa mientras dejaba que el significado penetrase profundamente en mi corazón.

Luego continuó él: “Esos momentos en los que estás solo y nadie más sabe lo que estás haciendo. Esos momentos en los que piensas: ‘Lo que hago ahora no afecta a nadie más, ¿solo a mí?’”.

Entonces dijo: “Más que en cualquier otra ocasión, lo que hagas durante los momentos privados de tu vida tendrá un mayor efecto en la forma en que enfrentes los desafíos y el dolor, y lo que hagas durante los momentos privados de tu vida también tendrá un mayor efecto en la forma en que enfrentes los éxitos y el gozo que experimentarás que en cualquier otro momento de tu vida”.

A mi padre se le concedió el deseo de su corazón. El sonido y la cadencia de su voz, y el amor que sentí en sus palabras, quedaron grabados en mi mente y en mi alma ese día.

A lo largo de los años he aprendido que el milagro más grande de ese día en los escalones del hogar de mi niñez fue que, en los momentos privados de mi vida, podía acudir a Dios en oración para recibir revelación. Mi padre me estaba enseñando cómo podía aprender de las bendiciones preordenadas de Dios. En esos momentos privados, aprendí que el Libro de Mormón es la palabra de Dios. Supe que Dios me había preordenado para servir en una misión. Aprendí que Dios me conoce y que escucha y contesta mis oraciones. Supe que Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor.

Aunque he cometido muchos errores desde aquel memorable día con mi padre, esforzarme por proteger los momentos privados de mi vida ha sido un ancla en medio de las tormentas de la vida y me ha permitido buscar un refugio seguro y las bendiciones sanadoras y fortalecedoras del amor y el sacrificio expiatorio de nuestro Salvador.

Mis jóvenes hermanos y hermanas, a medida que protejan los momentos privados de su vida con recreación sana, escuchando música edificante, leyendo las Escrituras, orando de forma regular y significativa, y esforzándose por recibir su bendición patriarcal y meditar en ella, recibirán revelación. En palabras del presidente Nelson, sus ojos “se abr[irá]n totalmente a la verdad de que esta vida realmente es el tiempo en que llegan a decidir qué tipo de vida quieren vivir ustedes para siempre”.

Nuestro Padre Celestial contestará sus oraciones, especialmente las que ofrezcan durante los momentos privados de su vida. Él les revelará sus dones y talentos preordenados, y sentirán que Su amor los envuelve, si piden y desean saber con sinceridad. A medida que protejan los momentos privados de su vida, su participación en las ordenanzas y los convenios del Evangelio será más significativa. Se unirán más plenamente a Dios en los convenios que hagan con Él, y serán elevados para tener mayor esperanza, fe y seguridad en las promesas que Él les ha hecho. ¿Quieren conocer el plan que Dios tiene para ustedes? Testifico que Él desea que lo conozcan, e inspiró a Su profeta para el mundo a invitarnos a orar y recibir por nosotros mismos esa experiencia reveladora. Testifico de la realidad y el poder del sacrificio expiatorio de nuestro Salvador que hace posible vivir a la altura de todas las bendiciones preordenadas de Dios y disfrutarlas. En el nombre de Jesucristo. Amén.