Liahona
Regocíjense en el don de las llaves del sacerdocio
Mayo de 2024


19:3

Regocíjense en el don de las llaves del sacerdocio

Las llaves del sacerdocio gobiernan la forma en que se puede usar el sacerdocio de Dios para llevar a cabo los propósitos del Señor y bendecir a todos los que aceptan el Evangelio restaurado.

Mis queridos hermanos y hermanas, hoy es un día histórico para el presidente Dallin H. Oaks y para mí. Hace cuarenta años, el 7 de abril de 1984, fuimos sostenidos al Cuórum de los Doce Apóstoles. Desde ese entonces, nos hemos regocijado en cada conferencia general, incluyendo esta. Nuevamente todos hemos sido bendecidos con un sagrado derramamiento del Espíritu. Yo espero que, en los próximos meses, ustedes estudien repetidamente los mensajes de esta conferencia.

Cuando nací, en la Iglesia había seis templos en funcionamiento, uno en cada uno de los siguientes sitios: St. George, Logan, Manti y Salt Lake City, en Utah; así como en Cardston, Alberta, Canadá, y Laie, Hawái. Anteriormente, habían funcionado dos templos por poco tiempo, uno en Kirtland, Ohio, y otro en Nauvoo, Illinois. Al trasladarse el cuerpo principal de la Iglesia al oeste, los santos se vieron obligados a dejar atrás esos dos templos.

El Templo de Nauvoo fue destruido por el fuego provocado por un incendiario. Fue reconstruido y luego dedicado por el presidente Gordon B. Hinckley. El Templo de Kirtland fue profanado por enemigos de la Iglesia. Más tarde fue adquirido por la Comunidad de Cristo, quienes han sido sus propietarios durante muchos años.

El mes pasado anunciamos que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha adquirido el Templo de Kirtland, junto con varios edificios históricos importantes en Nauvoo. Agradecemos mucho las conversaciones cordiales y beneficiosas para ambas partes que sostuvimos con los líderes de la Comunidad de Cristo y que condujeron a este acuerdo.

Templo de Kirtland

El Templo de Kirtland tiene una importancia excepcional en la Restauración del Evangelio de Jesucristo. Varios de los acontecimientos que tuvieron lugar allí habían sido profetizados milenios antes y fueron esenciales para que la Iglesia restaurada del Señor cumpliera su misión en los últimos días.

El acontecimiento más importante de todos ocurrió el 3 de abril de 1836. Ese día, José Smith y Oliver Cowdery recibieron una serie de visitas extraordinarias. Primero se apareció el Señor Jesucristo. El Profeta registró que “sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas aguas”.

Durante Su visita, el Señor confirmó Su identidad. Él dijo: “Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre”.

Luego Jesucristo declaró que había aceptado el templo como Su casa e hizo esta asombrosa promesa: “Me manifestaré a mi pueblo en misericordia en esta casa”.

Esta promesa significativa se aplica a cada templo dedicado de la actualidad. Los invito a meditar en lo que significa la promesa del Señor para ustedes personalmente.

Tras la visita del Salvador, se apareció Moisés. Él confirió sobre José Smith las llaves del recogimiento de Israel y del regreso de las diez tribus.

Al cerrarse esta visión, “apareció Elías y entregó la dispensación del evangelio de Abraham” a José.

Entonces se apareció Elías el Profeta. Su aparición dio cumplimiento a la promesa de Malaquías de que, antes de la Segunda Venida, el Señor enviaría a Elías el Profeta para hacer “volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”. Elías el Profeta confirió a José Smith las llaves del poder para sellar.

Resulta imposible recalcar lo suficiente la importancia de que se hayan devuelto a la tierra estas llaves mediante tres mensajeros celestiales bajo la dirección del Señor. Las llaves del sacerdocio constituyen la autoridad y el poder de la presidencia. Las llaves del sacerdocio gobiernan la forma en que se puede usar el sacerdocio de Dios para llevar a cabo los propósitos del Señor y bendecir a todos los que aceptan el Evangelio restaurado de Jesucristo.

Es importante hacer notar que, antes de la organización de la Iglesia, mensajeros celestiales habían conferido al profeta José el Sacerdocio Aarónico y el Sacerdocio de Melquisedec y le habían entregado las llaves de ambos sacerdocios. Esas llaves dieron autoridad a José Smith para organizar la Iglesia en 1830.

Luego en el Templo de Kirtland, en 1836, era indispensable el conferimiento de estas tres llaves del sacerdocio adicionales, a saber: llaves del recogimiento de Israel, llaves del evangelio de Abraham y llaves del poder para sellar. Esas llaves autorizaron a José Smith —y a todos los Presidentes de la Iglesia del Señor que le sucedieron— a recoger a Israel en ambos lados del velo, a bendecir a todos los hijos del convenio con las bendiciones de Abraham, a colocar un sello de ratificación sobre las ordenanzas y los convenios del sacerdocio y a sellar a las familias por la eternidad. El poder de estas llaves del sacerdocio es infinito e imponente.

Consideren de qué forma sería diferente su vida si no se hubiesen restaurado las llaves del sacerdocio a la tierra. Sin las llaves del sacerdocio, ustedes no habrían podido ser investidos con el poder de Dios. Sin las llaves del sacerdocio, la Iglesia solo podría servir como una importante organización de enseñanza y ayuda humanitaria, pero no mucho más. Sin las llaves del sacerdocio, ninguno de nosotros tendría acceso a las ordenanzas y los convenios esenciales que nos ligan a nuestros seres queridos eternamente y nos permiten finalmente vivir con Dios.

Las llaves del sacerdocio diferencian a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de cualquier otra organización sobre la tierra. Hay muchas otras organizaciones que pueden hacer y, en efecto, hacen, que su vida terrenal sea mejor. Pero no hay ninguna otra organización que pueda influir y que influirá en su vida después de la muerte.

Las llaves del sacerdocio nos otorgan la autoridad para extender todas las bendiciones prometidas a Abraham a cada hombre o mujer que guarde los convenios. La obra del templo pone estas bellas bendiciones al alcance de todos los hijos de Dios, sin importar dónde o cuándo hayan vivido o vivan ahora. ¡Regocijémonos de que las llaves del sacerdocio de nuevo se hallan sobre la tierra!

Los invito a que consideren atentamente las siguientes tres declaraciones:

  1. El recogimiento de Israel es una evidencia de que Dios ama a todos Sus hijos en todas partes.

  2. El evangelio de Abraham es una evidencia adicional de que Dios ama a todos Sus hijos en todas partes. Él invita a todos a venir a Él: “Negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres […]; todos son iguales ante Dios”.

  3. El poder para sellar es una evidencia divina de cuánto ama Dios a todos Sus hijos en todas partes y cuánto desea que cada uno de ellos escoja regresar a casa con Él.

Las llaves del sacerdocio que fueron restauradas mediante el profeta José Smith hacen posible que cada hombre o mujer que guarda los convenios disfrute de increíbles privilegios espirituales personales. De nuevo, hay mucho que podemos aprender de la historia sagrada del Templo de Kirtland.

La oración dedicatoria del Templo de Kirtland que ofreció José Smith constituye una instrucción de cómo el templo nos da poder a ustedes y a mí para hacer frente a los desafíos de la vida en estos últimos días. Los aliento a estudiar esa oración, que está registrada en la sección 109 de Doctrina y Convenios. La oración dedicatoria, que le fue dada por revelación, enseña que el templo es “una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de instrucción, una casa de gloria, una casa de orden, una casa de Dios”.

Esa lista de atributos es mucho más que una descripción de un templo; es una promesa de lo que les pasará a quienes sirvan y adoren en la Casa del Señor. Ellos pueden esperar recibir respuestas a la oración, revelación personal, mayor fe, fortaleza, consuelo, aumento de conocimiento y de poder.

El tiempo que pasen en el templo los ayudará a pensar de manera celestial y a captar la visión de quiénes son realmente, quiénes pueden llegar a ser y la clase de vida que pueden tener para siempre. La adoración periódica en el templo ampliará la manera en que se ven a sí mismos y cómo forman parte del magnífico plan de Dios. Yo se lo prometo.

También se nos promete que en el templo podemos “recib[ir] la plenitud del Espíritu Santo”. Imaginen lo que significa esa promesa en términos de que los cielos estén abiertos para cada persona que busque fervorosamente la verdad eterna.

Se nos enseña que todos los que adoran en el templo tendrán el poder de Dios y ángeles que “los guard[an]”. ¿Cuánto aumenta su confianza el saber que, por ser una mujer o un hombre investidos y armados con el poder de Dios, no tienen que afrontar la vida solos? ¿Cuánto valor les concede el saber que los ángeles realmente los ayudarán?

Se nos promete finalmente que “ninguna combinación inicua” prevalecerá sobre aquellos que adoran en la Casa del Señor.

Entender los privilegios espirituales que el templo hace posible es vital para nosotros hoy en día.

Mis queridos hermanos y hermanas, esta es mi promesa: Nada los ayudará más a aferrarse a la barra de hierro que adorar en el templo con la regularidad que sus circunstancias lo permitan. Nada los protegerá más, cuando hagan frente a los vapores de tinieblas del mundo. Nada reforzará más su testimonio del Señor Jesucristo y de Su Expiación, y nada los ayudará más a entender el magnífico plan de Dios. Nada calmará más su espíritu en los momentos de dolor. Nada abrirá más los cielos. ¡Nada!

El templo es la puerta a las bendiciones más grandes que Dios tiene reservadas para cada uno de nosotros, porque el templo es el único lugar sobre la tierra donde podemos recibir todas las bendiciones prometidas a Abraham. Por ello estamos haciendo todo lo que está en nuestro poder, bajo la dirección del Señor, para hacer que las bendiciones del templo estén más al alcance de los miembros de la Iglesia. Así es que nos complace anunciar que planeamos edificar un nuevo templo en cada uno de los quince lugares siguientes:

  • Uturora, Polinesia Francesa

  • Chihuahua, México

  • Florianópolis, Brasil

  • Rosario, Argentina

  • Edimburgo, Escocia

  • Brisbane, región sur de Australia

  • Victoria, Columbia Británica

  • Yuma, Arizona

  • Houston, región sur de Texas

  • Des Moines, Iowa

  • Cincinnati, Ohio

  • Honolulú, Hawái

  • West Jordan, Utah

  • Lehi, Utah

  • Maracaibo, Venezuela

Mis queridos hermanos y hermanas, testifico que esta es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Él está a la cabeza. Nosotros somos Sus discípulos.

Regocijémonos en la restauración de las llaves del sacerdocio, que hacen posible que ustedes y yo disfrutemos cada bendición espiritual que estemos dispuestos a recibir y de la que seamos dignos. Testifico de ello en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.