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Alma 40: El mundo de los espíritus y la resurrección


“Alma 40: El mundo de los espíritus y la resurrección”, El Libro de Mormón: Manual del maestro, 2024

“Alma 40”, El Libro de Mormón: Manual del maestro

Alma 40

El mundo de los espíritus y la resurrección

Cristo en el mundo de los espíritus

Después de que su padre lo invitó a arrepentirse, Coriantón tuvo varias preguntas sobre el plan de Dios, entre ellas, qué nos sucede después de morir. Su padre, Alma, contestó sus preguntas y testificó de la función central de Jesucristo en el plan del Padre Celestial. Esta lección puede ayudarte a profundizar tu aprecio por lo que el Salvador ha hecho por ti y te dará la oportunidad de explicar lo que sucede después de morir.

Ayudar a los alumnos a enfocarse en Jesucristo. Los maestros podrían, sin querer, dedicar demasiado tiempo a describir detalles relacionados con las verdades del Evangelio. Por ello, podrían perderse oportunidades de ayudar a los alumnos a llegar a conocer y amar al Salvador más plenamente. Dedique tiempo a enseñar y testificar del poder, el amor y la misericordia de Jesucristo y Su función central en el plan de salvación del Padre Celestial.

Preparación del alumno: Invite a los alumnos a meditar en las preguntas que puedan tener acerca de lo que sucede después de morir y a acudir a clase preparados para hablar al respecto.

Algunas posibles actividades de aprendizaje

Preguntas

El siguiente relato de la vida de la hermana Aburto puede ayudar a los alumnos a prepararse para estudiar Alma 40. Como alternativa, los alumnos podrían anotar en la pizarra algunas de las preguntas que tengan sobre la vida después de la muerte.

La hermana Reyna I. Aburto, quien fue consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, relató una experiencia personal que ilustra las preguntas que quizás tengamos sobre lo que sucede después de morir. Mira el video “No hay victoria para el sepulcro”, disponible en LaIglesiadeJesucristo.org, desde 4:21 hasta 5:13, o lee la declaración siguiente:

9:18

Cuando tenía nueve años, perdí a mi hermano en un devastador terremoto. Debido a que pasó de manera inesperada, me tomó tiempo asimilar la realidad de lo que había ocurrido. Tenía el corazón quebrantado por el pesar, y me preguntaba: “¿Qué sucedió con mi hermano? ¿Dónde está? ¿Adónde fue? ¿Volveré a verlo?”.

En ese entonces, aún no sabía del plan de salvación de Dios y tenía el deseo de saber de dónde venimos, cuál es la finalidad de la vida y qué sucede con nosotros después de que morimos. ¿Acaso no todos sentimos ese anhelo cuando perdemos a un ser querido o atravesamos por dificultades? (Reyna I. Aburto, “No hay victoria para el sepulcro”, Liahona, mayo de 2021, pág. 86).

Coriantón, el hijo de Alma, también tenía inquietudes en cuanto a la vida después de la muerte.

Lee Alma 40:1 para saber lo que preocupaba a Coriantón.

  • ¿Por qué crees que le preocupaba esto?

Recuerda que Coriantón había quebrantado los mandamientos de Dios, incluida la ley de castidad. Debido a sus decisiones, tal vez le preocupara su condición después de esta vida. Para tratar las preocupaciones de Coriantón y ayudarlo a arrepentirse, Alma le enseñó doctrina. La respuesta de Alma a las preocupaciones de Coriantón también puede ayudar a alguien que tenga preguntas como las que se hizo la hermana Aburto.

Más adelante, los misioneros enseñaron a la hermana Aburto y la ayudaron a encontrar respuestas a sus preguntas. Imagínate que eres uno de esos misioneros y que te estás preparando para enseñarle. Utiliza los recursos siguientes para preparar una breve explicación que ayude a responder las preguntas de la hermana Aburto.

ícono de volante Divida la clase de dos en dos para prepararse para enseñar como si fueran misioneros. Asigne a cada par de alumnos que estudie el mundo de los espíritus o la resurrección, y entregue a cada grupo el volante correspondiente.

Como alternativa a prepararse como si fueran a enseñar a la hermana Aburto, los alumnos podrían buscar respuestas a las preguntas de los miembros de la clase.

El mundo de los espíritus

El Libro de Mormón: Manual del maestro, 2024 — “Alma 40: El mundo de los espíritus y la resurrección”

Lee Alma 40:6–7, 11–14, para ver lo que Alma enseñó a Coriantón. Luego, utiliza los recursos siguientes como ayuda para preparar mejor lo que enseñarías.

El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, enseñó lo siguiente:

14:47

[S]abemos por las Escrituras que, después de que nuestro cuerpo muere, continuamos viviendo como espíritus en el mundo de los espíritus. Las Escrituras también enseñan que ese mundo de los espíritus está dividido entre quienes han sido “rectos” o “justos” durante la vida y quienes han sido inicuos. También describen cómo algunos espíritus fieles enseñan el Evangelio a los que han sido inicuos o rebeldes (véanse 1 Pedro 3:19; Doctrina y Convenios 138:19–20, 29, 32, 37) (Dallin H. Oaks, “Confía en el Señor”, , noviembre de 2019, pág. 26).

Prepárate para explicar las respuestas a estas preguntas:

  • ¿Qué le sucede a nuestro espíritu cuando morimos?

  • ¿Cómo es el paraíso? ¿Cómo es el lugar que Alma llama las “tinieblas de afuera”, pero que también se conoce como prisión espiritual (1 Pedro 3:19) o infierno (2 Nefi 9:12)?

  • ¿De qué manera el aprender sobre el paraíso y la prisión puede aumentar nuestra gratitud por el Salvador?

  • ¿Cómo puede bendecirnos nuestro conocimiento del mundo de los espíritus durante la vida terrenal?

Mientras enseñas, asegúrate de dejar claro lo siguiente: Entre la muerte y la resurrección, los espíritus de los justos moran en el paraíso, y los espíritus de los inicuos, en la prisión. Habla en cuanto a la influencia que la comprensión de esta verdad tiene en las decisiones que tomas en esta vida.

La resurrección

El Libro de Mormón: Manual del maestro, 2024 — “Alma 40: El mundo de los espíritus y la resurrección”

Lee Alma 40:2–5, 23–24 para ver lo que Alma enseñó a Coriantón. Luego, utiliza los recursos siguientes como ayuda para preparar mejor lo que enseñarías.

El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, enseñó lo siguiente:

16:3

Celebramos la realidad de la Resurrección en esta época de Pascua. Esto nos brinda la perspectiva y la fortaleza para soportar los desafíos terrenales que afronta cada uno de nosotros y cada uno de nuestros seres queridos, como las deficiencias físicas, mentales o emocionales que adquirimos al nacer o que experimentamos durante nuestra vida terrenal. ¡Gracias a la Resurrección, sabemos que esas deficiencias de la vida terrenal son solamente temporarias! (Dallin H. Oaks, “El gran plan”, Liahona, mayo de 2020, págs. 94–95).

Prepárate para explicar las respuestas a estas preguntas:

  • ¿Qué es la resurrección? ¿Quiénes resucitarán?

  • Según Alma 40:2–3, ¿qué hace posible la resurrección?

  • ¿Cómo puede bendecirnos nuestro conocimiento de la resurrección durante nuestra vida terrenal?

Mientras enseñas, asegúrate de dejar claro lo siguiente: Gracias a que Jesucristo resucitó, todos nosotros también resucitaremos. Comparte una de las razones por las que estás agradecido por la promesa de la resurrección.

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4:19

Cuando los alumnos hayan terminado de prepararse, invítelos a enseñar a otro par de alumnos que haya preparado un tema diferente. Si fuera necesario, ayúdelos mientras enseñan.

Después de que los alumnos hayan enseñado sus lecciones, podría dirigir un breve análisis con la clase utilizando algunas de las preguntas siguientes o todas ellas.

  • ¿Por qué es importante para ti lo que aprendiste acerca del mundo de los espíritus y la resurrección?

  • ¿Cómo afecta ese conocimiento tus sentimientos por el Padre Celestial y Jesucristo?

  • ¿Cuáles son algunas de las preguntas que tenías y que se han contestado hoy?

  • ¿A qué preguntas quieres seguir buscando respuestas?

Recuerde a los alumnos que aún no tenemos todas las respuestas y que está bien hacerse preguntas sin respuesta. Invítelos a seguir los principios concernientes a adquirir conocimiento espiritual a medida que busquen respuestas.

Considere compartir su testimonio del don de la resurrección y de la paz que podemos recibir en el mundo de los espíritus gracias a la expiación de Jesucristo.