“Lección 148: Sucesión en la Presidencia: Escogido por el Señor para dirigir la Iglesia”, Doctrina y Convenios: Manual del maestro de Seminario , 2025
“Sucesión en la Presidencia”, Doctrina y Convenios: Manual del maestro de Seminario
Los miembros de la Iglesia en la época de José Smith nunca habían experimentado la muerte de un profeta. El martirio de José y Hyrum no solo fue un momento emocionalmente difícil, sino uno de posible confusión e incertidumbre respecto a quién dirigiría la Iglesia. Sin embargo, el Señor había preparado una vía para que Su Iglesia continuara bajo liderazgo profético. El objetivo de esta lección es ayudar a los alumnos a aumentar su confianza en que el Señor continúa dirigiendo Su obra aun cuando muera un profeta.
Posibles actividades de aprendizaje
Un nuevo líder de la Iglesia
Para comenzar la clase, podría compartir la situación hipotética siguiente.
Imagínate que tienes un amigo llamado Gabriel, que hace poco se unió a la Iglesia con su familia. Al salir de Seminario un día, él te hace algunas preguntas sobre los líderes de la Iglesia. Le gustaría saber qué sucede cuando muere el Presidente de la Iglesia y cómo se escoge a un nuevo profeta. Incluso se pregunta cómo podemos estar seguros de que la persona correcta sea el nuevo profeta.
En una escala del 1 al 5, en la que 1 equivale a muy poco y 5 a mucho, ¿cuán seguro te sientes de tu capacidad para responder la pregunta de Gabriel?
¿Por qué crees que sería importante entender cómo funcionan los cambios en el liderazgo de la Iglesia?
Podría alentar a los alumnos a buscar la ayuda del Espíritu Santo en su aprendizaje a medida que estudiemos más acerca del modelo que el Señor ha establecido para seleccionar a los que dirigen Su Iglesia. Invítelos a buscar revelación para saber por qué es importante que lo sepan ahora mismo en su vida.
¿Quién tomaría el lugar de José Smith?
Podría resultar útil que los alumnos comprendan parte del contexto que condujo al primer cambio de liderazgo en la Iglesia. Para ello, podría resumir o leer lo siguiente:
Hasta el momento del martirio de José Smith, los miembros de la Iglesia nunca habían experimentado la muerte de un profeta. Además del inmenso dolor por la muerte de José, algunos no estaban seguros de cómo seguiría adelante la Iglesia. La mayoría de los apóstoles se encontraban en el este de los Estados Unidos prestando servicio en misiones cuando se enteraron de la muerte de José y Hyrum. Al enterarse de las tristes noticias, ellos y otros misioneros comenzaron a regresar a Nauvoo.
En ausencia del Presidente de la Iglesia, algunas personas presentaron diferentes declaraciones en cuanto a lo que debía suceder con el liderazgo de la Iglesia.
Podría invitar a tres alumnos a que pasen al frente del salón y pedir a cada uno de ellos que lea uno de los tres párrafos siguientes en voz alta. Para su información, el primero de los relatos que se encuentran a continuación se refiere a Sidney Rigdon, el segundo relato a Brigham Young y el tercero a James Strang. Aún no revele los nombres a los alumnos.
El Primer Consejero de la Primera Presidencia declaró que en una visión se le dijo que nadie podía suceder a José. Propuso que él debiera ser el “guardián” de la Iglesia.
El Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles dijo que José Smith confirió la autoridad del Salvador para dirigir la Iglesia al Cuórum de los Doce.
Un miembro que se había bautizado cuatro meses antes de la muerte de José presentó una carta con la firma de José Smith que lo designaba como su sucesor.
Un modelo establecido por el Señor
Podría invitar a los alumnos a buscar pasajes de las Escrituras, declaraciones de los líderes de la Iglesia y otras fuentes divinamente señaladas para conocer cómo podemos llegar a saber que el profeta es el siervo escogido del Señor. Como parte de su estudio, invite a los alumnos a utilizar el volante siguiente para aprender la forma en que los santos llegaron a saber a quién seguir luego de la muerte de José Smith:
Antes de su muerte, el profeta José Smith enseñó lo siguiente al Cuórum de los Doce Apóstoles:
Hermanos […], pronto tendrá lugar un suceso importante; puede ser que mis enemigos me maten. Y en caso de que lo hagan, y que no se hayan impartido a ustedes las llaves y el poder que descansan en mí, estas desaparecerán de la tierra. Pero si logro tener éxito en conferirlas sobre su cabeza, entonces que caiga víctima de manos asesinas si Dios así lo permite, y me iré con todo gozo y satisfacción sabiendo que mi obra ha terminado y que están colocados los cimientos sobre los cuales se edificará el Reino de Dios en esta dispensación del cumplimiento de los tiempos.
Sobre los hombros de los Doce de ahora en adelante debe descansar la responsabilidad de dirigir esta Iglesia hasta que ustedes nombren a otros que sean sus sucesores (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith , 2007, págs. 567–568 ).
José Smith también enseñó que la Primera Presidencia es el único grupo que está sobre el Cuórum de los Doce Apóstoles, pero cuando el profeta muere, la Primera Presidencia se disuelve (véase History, 1838–1856, [Manuscript History of the Church], tomo B-1 , pág. 691, josephsmithpapers.org ).
De lo que aprendiste, ¿qué te podría ayudar a responder a las tres declaraciones hechas anteriormente?
¿Qué modelo estableció el Señor para la continuación del liderazgo de Su Iglesia cuando muere el profeta?
Cuando Brigham Young se dirigió a los santos en una reunión grande, muchos registraron una experiencia milagrosa y sintieron la confirmación del Espíritu Santo.
El presidente George Q. Cannon (1827–1901), quien más adelante prestaría servicio en la Primera Presidencia, compartió lo siguiente:
Brigham Young […] se levantó y se dirigió a la congregación […]. ¿Quién, de los que estuvieron presentes en esa ocasión, puede olvidar la impresión que tuvo sobre ellos? Si José se hubiera levantado de los muertos y les hubiese dirigido la palabra, el efecto no habría podido ser más sorprendente de lo que lo fue para muchos de los presentes en aquella reunión. Era la voz de José mismo, y no solo fue la voz de José la que se oyó, sino que a los ojos de la gente era como si fuera la persona misma de José que estuviera ante ellos. Nunca hemos oído de un acontecimiento más maravilloso y milagroso que el que tuvo lugar ese día en presencia de aquella congregación. El Señor dio a los de Su pueblo un testimonio que no dejó lugar a dudas con respecto a quién era el hombre que Él había escogido para dirigirlos. Ellos vieron y oyeron con sus ojos y oídos naturales, y luego las palabras que fueron pronunciadas, acompañadas por el poder convincente de Dios, llegaron a su corazón y fueron llenos del Espíritu y de gran gozo. Había habido oscuridad y, en algunos corazones, probablemente duda e incertidumbre; pero ahora era claro para todos, que allí estaba el hombre sobre quien el Señor había conferido la autoridad necesaria para actuar en medio de ellos en lugar de José (George Q. Cannon, “Joseph Smith, the Prophet”, Juvenile Instructor, octubre de 1870, págs. 174–175).
Emily Smith Hoyt, una miembro presente cuando Brigham Young se dirigió a los santos, escribió lo siguiente:
La forma de razonar, la expresión del rostro y el sonido de la voz estremecieron toda mi alma. Había visto con mis ojos el cuerpo asesinado de José. Había sentido con mis manos el frío helado de la muerte en lo que había sido su noble frente. Yo sabía que José estaba muerto. Y, sin embargo, a menudo me sobresaltaba y miraba involuntariamente al estrado para ver si no era José. No era él, era Brigham Young, y si alguien duda del derecho que Brigham tiene de administrar los asuntos en favor de los santos, todo lo que tengo que decirles es esto: Procuren el Espíritu de Dios y averígüenlo por ustedes mismos. El Señor proveerá para los suyos (Emily Smith Hoyt, en Lynne Watkins Jorgensen, “The Mantle of the Prophet Joseph Passes to Brother Brigham: A Collective Spiritual Witness ”, BYU Studies , tomo XXXVI, nro. 4, 1996–1997, pág. 164).
Si hubieras estado allí, ¿qué efecto hubiera tenido esa experiencia en ti?
¿Cómo se podría relacionar Moroni 10:5 con lo que has estudiado?
Invite a los alumnos a compartir lo que hayan aprendido de su estudio. Asegúrese de que los alumnos entiendan que cuando muere el Presidente de la Iglesia, la Primera Presidencia se disuelve y el Cuórum de los Doce Apóstoles dirige la Iglesia . Ayude a los alumnos a comprender que los apóstoles que prestan servicio en la Primera Presidencia vuelven a ocupar su lugar por antigüedad en el Cuórum de los Doce. Asegúrese de que también entiendan que el apóstol que ha estado prestando servicio más tiempo es el Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles y, por consiguiente, llega a ser el próximo Presidente de la Iglesia.
Los alumnos también podrían reconocer que por medio del Espíritu Santo podemos recibir un testimonio de que quienes dirigen la Iglesia han sido llamados por Dios.
Para concluir, considere la posibilidad de permitir que los alumnos utilicen lo que han aprendido para responder a la situación hipotética del principio de la lección. Una manera de hacerlo sería pedir que los alumnos hagan una dramatización con sus compañeros. Como parte de sus respuestas, podría alentar a los alumnos a incluir su propio testimonio de que el profeta es el líder escogido del Señor.
Otros santos, como Benjamin F. Johnson, William C. Staines y Wilford Woodruff, registraron haber escuchado la voz de José Smith o ver a José mientras Brigham Young hablaba (véase Benjamin F. Johnson, My Life’s Review , 1947, pág. 104; History, 1838–1856, [Manuscript History of the Church], tomo F-1, pág. 300, josephsmithpapers.org ).
Para obtener más información sobre la respuesta de los miembros y líderes de la Iglesia a la pregunta sobre cómo debe proceder el liderazgo de la Iglesia, véase el capítulo 45 de Santos , tomo I, 2018, págs. 546–577.
Después de la muerte del presidente Thomas S. Monson, el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió lo siguiente:
18:34
El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) enseñó lo siguiente:
Dios lo sabe todo, conoce el fin desde el principio, y ningún hombre llega a ser Presidente de la Iglesia de Jesucristo por accidente, ni permanece en el cargo por casualidad, ni es llamado de regreso a su hogar celestial por obra del azar (Ezra Taft Benson, “Jesus Christ—Gifts and Expectations ”, New Era , mayo de 1975, págs. 16–17).
El siguiente Tema de la historia de la Iglesia brinda información adicional sobre los acontecimientos concernientes al liderazgo de la Iglesia que tuvieron lugar después de la muerte del profeta José Smith: “Sucesión del liderazgo de la Iglesia ”, ChurchofJesusChrist.org/study/history/topics .
El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió lo que hizo su esposa Kathy para recibir un testimonio de que el llamamiento del presidente Russell M. Nelson provenía de Dios:
16:4
Tenemos el privilegio como Santos de los Últimos Días de recibir un testimonio personal de que el llamado del presidente Nelson viene de Dios. Aunque mi esposa, Kathy, conoce al presidente Nelson personalmente desde hace casi treinta años y no tiene ninguna duda sobre su manto divino, tras su apartamiento, ella comenzó a leer todos sus discursos de Conferencia General de los últimos treinta y cuatro años, orando para recibir una certeza aún más profunda de su cargo como profeta. Les prometo que este testimonio acrecentado les llegará a medida que lo busquen humilde y dignamente (Neil L. Andersen, “El profeta de Dios ”, Liahona , mayo de 2018, págs. 25–26).
Para ilustrar mejor la verdad de que el Cuórum de los Doce Apóstoles dirige la Iglesia después de la muerte del profeta, podría relatar la experiencia de Brigham Young al leer la carta que anunciaba la muerte de José Smith. Brigham Young registró lo siguiente:
Cuando llegó la carta, Orson Pratt y yo estábamos ahí y la leímos. Sentí algo que nunca había sentido en la vida […]. Mi corazón estaba tan acongojado que pensé que iba a romperse […]. ¿Ya no se encuentra el sacerdocio en la tierra? José y Hyrum han partido. [Después] sentí como una palmada. Vino a mí como una revelación: las llaves del reino están aquí (Brigham Young, en Historian’s Office General Church Minutes, 12 de febrero de 1849, pág. 2, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City; ortografía, puntuación y gramática estandarizadas).
A fin de ayudar a los alumnos a entender lo que sucedió con la Primera Presidencia después de la muerte de José Smith, podría explicar que la Primera Presidencia no siempre se ha reorganizado inmediatamente después de la muerte de un Presidente de la Iglesia.
Podría preguntar a los alumnos si saben cuánto tiempo pasó después de la muerte de José Smith antes de que se reorganizara la Primera Presidencia.
Según la comprensión de los alumnos, podría compartir parte de la información siguiente, o toda:
Después de la muerte del profeta José Smith, el Cuórum de los Doce Apóstoles dirigió la Iglesia por tres años y medio antes de que la Primera Presidencia fuese reorganizada. De manera similar, el Cuórum de los Doce dirigió la Iglesia por un poco más de tres años tras la muerte del presidente Brigham Young, y por casi dos años después de la muerte del presidente John Taylor. No obstante, cuando el presidente Wilford Woodruff falleció, el 2 de septiembre de 1898, el Señor inspiró a Lorenzo Snow y a otros miembros de los Doce a que se reorganizara la Primera Presidencia solo once días después, el 13 de septiembre (véase George Q. Cannon, “Remarks”, Deseret Weekly , 8 de octubre de 1898, pág. 514). Desde entonces, y por lo general, el Cuórum de los Doce Apóstoles ha dirigido la Iglesia únicamente durante un breve período antes de que se aparte a un nuevo Presidente de la Iglesia y se reorganice la Primera Presidencia.
Para dar a los alumnos la oportunidad de resumir lo que han aprendido, considere entregar imágenes de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce Apóstoles actuales a quince alumnos. Esos alumnos podrían ponerse de pie al frente del salón y organizarse como la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles. Pida a los alumnos que demuestren lo que le sucedería a la Primera Presidencia y al Cuórum de los Doce Apóstoles, de acuerdo con el modelo del Señor, si el Presidente de la Iglesia muriera.