Historia de la Iglesia
Sucesión del liderazgo de la Iglesia


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“Sucesión del liderazgo de la Iglesia”

Sucesión del liderazgo de la Iglesia

“Todos los corazones están llenos de dolor, y aun parece que las calles mismas de Nauvoo lloran”, escribió Vilate Kimball a su esposo, Heber, luego del asesinato de José y Hyrum Smith en la cárcel de Carthage el 27 de junio de 18441. En esa época, Heber y la mayoría de los Apóstoles se hallaban dispersos por el este de los Estados Unidos haciendo campaña a favor de José Smith para las elecciones presidenciales de los EE. UU. En Nauvoo solo estaban John Taylor y Willard Richards, quienes habían estado con José durante el martirio; y Taylor se estaba recuperando aún de las heridas que recibió cuando el populacho asaltó la prisión. Sidney Rigdon, quien había sido anteriormente consejero de José en la Primera Presidencia, se había mudado a Pittsburgh y estaba estableciendo una rama de la Iglesia allí. Los santos se lamentaban en Nauvoo, al tiempo que les preocupaban las amenazas de más violencia por parte de los enemigos de la Iglesia y especulaban en cuanto a lo que les depararía el futuro.

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Observadores externos afirmaban que la Iglesia se desmoronaría. El periódico New York Herald escribió que la muerte de José “sellaría el destino del mormonismo. No van a poder conseguir a otro Joe Smith”2. A pesar de la conmoción causada por la muerte del Profeta, la mayoría de los santos siguieron comprometidos. “La muerte de una persona, o de una docena, no podrá destruir al sacerdocio”, enseñó Brigham Young poco después de enterarse de los rumores de violencia en Nauvoo y sus cercanías, “ni impedir que la obra del Señor continúe expandiéndose por todas las naciones”3.

El debate de la sucesión de 1844

Sin embargo, esta convicción generalizada de que la obra continuaría estaba acompañada por la incertidumbre en cuanto a quién la dirigiría. José Smith era todavía relativamente joven al tiempo de su muerte y no había anunciado un plan claro de sucesión. Muchos anticipaban que Hyrum sucedería a José si se hubiera presentado la necesidad, pero Hyrum había sido asesinado junto con su hermano. Algunos santos consideraron entonces el precedente bíblico de cuando los Doce Apóstoles dirigieron la Iglesia luego de la muerte de Jesús, y esperaban el regreso de los Apóstoles4. Un miembro de la Iglesia que vivía cerca de Nauvoo dijo que escuchó a la gente abogar por varios posibles líderes, incluidos los apóstoles Brigham Young y Parley P. Pratt, Sidney Rigdon, el presidente de estaca William Marks, José Smith III, que tenía once años de edad, o incluso Stephen Markham, un santo leal que había sido herido por la turba mientras trataba de llegar a José en la cárcel de Carthage5.

Muchos santos sentían urgencia por decidir esa cuestión. Emma Smith se sentía preocupada por la situación económica de su familia e instó a los líderes locales a designar rápidamente a un fideicomisario para administrar los asuntos económicos6. Aunque Sidney Rigdon, que había llegado a Nauvoo el 3 de agosto, había estado de acuerdo inicialmente en esperar hasta que regresaran la mayoría de los Doce a Nauvoo; comenzó a abogar por una resolución rápida. “Ustedes desean que alguien esté a la cabeza”, expuso en una reunión, “y a menos que se unan a esa cabeza, ustedes serán llevados de los cuatro vientos”7.

Rigdon se propuso a sí mismo como posible líder, un “guardián” para la Iglesia. Los cuatro Apóstoles que se encontraban en Nauvoo en ese momento (Parley P. Pratt y George A. Smith habían vuelto para reunirse con John Taylor y Willard Richards) aconsejaron ser pacientes. Si bien ellos no habían anticipado que iba a ser necesario que presidieran sobre la Iglesia, los Apóstoles tenían muchos motivos para creer que ellos desempeñarían una función determinante en el futuro de la Iglesia. Una instrucción recibida en 1835 acerca del sacerdocio, que se incluyó en la primera edición de Doctrina y Convenios, los designaba como un cuórum igual en autoridad a la Primera Presidencia y a cualquiera de los otros consejos presidentes de la Iglesia, y les otorgaba autoridad para abrir las puertas de las naciones y establecer la Iglesia por todo el mundo fuera de sus estacas organizadas8. En Nauvoo, José Smith había expandido sus funciones en la administración de la Iglesia entre los santos congregados también, y los había comisionado para administrar las publicaciones de la Iglesia y ayudar a establecer a los conversos inmigrantes que venían desde las misiones de la Iglesia.

José había compartido con los Apóstoles nuevas revelaciones y ordenanzas en reuniones confidenciales antes de enseñarlas línea por línea a la totalidad de los santos. Él había enseñado a los miembros del Cuórum acerca de la naturaleza divina de los seres humanos años antes de predicar públicamente sobre el tema9. Él los había iniciado en la práctica del matrimonio plural y los había involucrado en planes de búsqueda de futuros lugares de congregación para los santos en el oeste. Y más importante aún, él había confiado a la mayoría de los Apóstoles todas las ordenanzas del templo para que ellos pudieran administrarlas a los demás10. Ahora no solo poseían las llaves para edificar la Iglesia en todo el mundo, sino también las llaves relacionadas con el templo, hallándose así en la posición única de poder continuar con esos asuntos esenciales después de la muerte de José. De hecho, varios Apóstoles testificaron posteriormente que José, preocupado porque su vida corría peligro, dijo a los Doce en una reunión de consejo privada unos meses antes de su muerte: “Transfiero de mis hombros a los suyos la carga y la responsabilidad de dirigir esta Iglesia”11.

Brigham Young y cuatro Apóstoles más regresaron a Nauvoo el 6 de agosto de 1844. Cuando se enteró de las muertes de José y Hyrum Smith, Brigham recordaría más tarde, sintió que su cabeza iba a partirse. La confusión que le produjo la pérdida solo se mitigó cuando recibió la clara impresión de que aunque el Profeta y el Patriarca habían muerto, las llaves del reino permanecían en los Apóstoles12. Él se reunió en Nauvoo con los Apóstoles en consejo para deliberar y procurar conocer la voluntad del Señor sobre el tema de la sucesión.

Dos días después de haber vuelto Young, Sidney Rigdon convocó una reunión matutina de oración en una arboleda en la ladera que descendía del terreno del templo. Young había planeado reunirse con los Apóstoles esa mañana, pero cambió sus planes al enterarse de la reunión de Rigdon y ver que el pueblo se congregaba. Al percatarse de que Rigdon estaba dando impulso al asunto de la sucesión, Young invitó a los santos a reunirse esa tarde para sostener a nuevos líderes. “Desearía poder llorar durante treinta días, luego levantarme y decir al pueblo lo que el Señor desea de ellos”, admitió durante esa reunión de la tarde, pero dada la presión para que se tomase la decisión, él organizó a los santos como asamblea solemne y les pidió sostener a los Doce Apóstoles como líderes de la Iglesia13. “Para los santos resultó evidente que el manto de José había recaído en él”, escribió Wilford Woodruff en su informe de los acontecimientos a los santos en Gran Bretaña14. Howard Egan le dijo a Jesse Little que mientras Young discursaba, había sonado notablemente igual que José Smith. “A un hombre ciego”, comentó, “le habría resultado muy difícil saber que no era José”15. Esas primeras descripciones de lo que llegó a conocerse como la transfiguración de Brigham Young demuestran que muchos de los santos reunidos en la asamblea vieron en Young al claro sucesor de José Smith. Años después, decenas de santos escribieron relatos más completos de la milagrosa transformación de la apariencia y la voz de Young en aquella ocasión16.

Los santos reunidos en asamblea el 8 de agosto de 1844 habían sido testigos de la fidelidad de los Apóstoles como misioneros y como líderes en Nauvoo, y anhelaban las ordenanzas del templo que José Smith había prometido. Teniendo la convicción de que el manto de José había recaído en Brigham Young, votaron mayoritariamente a favor de sostener a los Doce Apóstoles como líderes de la Iglesia. Durante los siguientes tres años, Sidney Rigdon, James J. Strang y otros crearon sus propios movimientos y cada uno de ellos desviaron a algunos miembros de la Iglesia17. Sin embargo, la mayoría de los santos siguieron a los Doce Apóstoles, ayudaron a terminar el Templo de Nauvoo, recibieron las bendiciones del templo y participaron en la migración al oeste, a lo que hoy es Utah. El Cuórum de los Doce Apóstoles, como grupo, guio a la Iglesia bajo la dirección del presidente del Cuórum, Brigham Young, hasta 1847, fecha en que Young llamó a consejeros y volvió a constituir la Primera Presidencia.

Se establece un modelo para la sucesión

Luego de la muerte de cada Presidente de la Iglesia subsiguiente, el Cuórum de los Doce Apóstoles se reunía en consejo para determinar cuándo y cómo reorganizar la Primera Presidencia. El presidente del Cuórum dirigía el consejo y era nominado para convertirse en el Presidente de la Iglesia. Orson Pratt y Wilford Woodruff enseñaron que John Taylor tenía “el derecho legal” de suceder a Brigham Young porque él era el presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles18. Después de la muerte de Taylor, algunos miembros del cuórum sugirieron que se sostuviera como presidente de la Iglesia a George Q. Cannon, que había sido consejero en la Primera Presidencia durante largo tiempo, pero no era presidente del Cuórum de los Doce. Nuevamente, los Doce decidieron sostener al presidente del Cuórum, en ese entonces Wilford Woodruff, estableciendo un firme precedente de que el Apóstol de mayor antigüedad dirigiría la Iglesia19.

Desde que se organizó el Cuórum en 1835, la antigüedad en el Cuórum es lo que había determinado quién serviría como presidente del Cuórum de los Doce, pero los criterios para determinar la antigüedad cambiaron varias veces durante el siglo XIX. Al principio, la antigüedad de los miembros del Cuórum se determinó según su edad. Al llamarse a nuevos Apóstoles para ocupar las vacantes en el Cuórum, comenzó a determinarse la antigüedad por la fecha en que eran llamados al cuórum. En 1861, Brigham Young aclaró que no se determinaría la antigüedad por la fecha del llamamiento sino por la fecha de la ordenación, revirtiendo el orden de Wilford Woodruff y John Taylor, ya que ambos fueron llamados el mismo día, pero ordenados con meses de diferencia. En 1875, Brigham Young agregó que el orden reflejaría el tiempo continuo de servicio como Apóstol, lo que colocó a John Taylor y a Wilford Woodruff antes de Orson Hyde y Orson Pratt, quienes habían sido retirados y luego restituidos en el cuórum. Bajo el liderazgo de Lorenzo Snow en 1900, los Doce especificaron aún más que la antigüedad debía basarse en el tiempo continuo servido como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. Esto era significativo, ya que Brigham Young había ordenado como “Apóstol” a su hijo Brigham Young, hijo, años antes de que formara parte del Cuórum de los Doce. Este cambio dio prioridad en el cuórum a Joseph F. Smith, quien sucedería a Snow como Presidente de la Iglesia20.

Bajo los presidentes Young, Taylor y Woodruff, el Cuórum esperó tres años en cada caso después de la muerte de su predecesor, antes de proceder a reorganizar la Primera Presidencia. Wilford Woodruff, cuarto Presidente de la Iglesia, instó a los Doce a no demorar el sostenimiento de una nueva Primera Presidencia después de que él muriera. Lorenzo Snow organizó la Primera Presidencia casi inmediatamente, al igual que todos los que le han sucedido21.

Aunque todos los presidentes de la Iglesia asumieron su llamamiento después de un voto de sostenimiento formal, la práctica de apartar u ordenar al nuevo presidente por la imposición de manos comenzó en 1898. En una reunión del Cuórum de los Doce poco después de la muerte de Wilford Woodruff, los Apóstoles votaron para sostener a Lorenzo Snow como Presidente de la Iglesia y para que él seleccionara consejeros y organizara una nueva Primera Presidencia. El presidente Snow pidió a su nuevo Primer Consejero, George Q. Cannon, que lo apartara y, junto con los otros trece Apóstoles reunidos, el presidente Cannon pronunció la bendición22. En 1901, Joseph F. Smith pidió que su hermano y Patriarca de la Iglesia, John Smith, actuara como vocal para apartarlo como Presidente de la Iglesia23. Todos los presidentes de la Iglesia subsiguientes recibieron sus bendiciones de apartamiento por parte de los miembros del Cuórum de los Doce, siendo el recién sostenido Presidente de los Doce el que pronunciaba la bendición24.

Durante las presidencias de Lorenzo Snow y Joseph F. Smith, los líderes de la Iglesia sopesaron varios matices de cómo “apartar”, “ordenar” o “bendecir” a un Presidente de la Iglesia recién sostenido. Joseph F. Smith entendió la enseñanza de Brigham Young de que “el alcance del apostolado” incluía todas las llaves del reino y, por lo tanto, que un Apóstol que se convirtiera en Presidente de la Iglesia no requería la concesión de un sacerdocio o unas llaves adicionales25. El presidente Smith solicitó ser “apartado”, no “ordenado”, a su cargo. Más tarde, David O. McKay instruyó al Cuórum de los Doce que la bendición de un nuevo Presidente de la Iglesia debía emplear el lenguaje tanto de “apartar” como de “ordenar”. El uso de estas palabras continuó con los sucesores del presidente McKay26.

Los protocolos para sostener a un nuevo Presidente de la Iglesia, para que ese nuevo Presidente organice una nueva Primera Presidencia y para apartar al nuevo Presidente en su cargo se convirtieron en un patrón a mediados del siglo XX, que la Iglesia continúa utilizando hoy en día.

Temas relacionados: Cuórum de los Doce Apóstoles, Primera Presidencia, Muertes de José y Hyrum Smith, Sidney Rigdon, Brigham Young.

Notas

  1. Carta de Vilate M. Kimball a Heber C. Kimball, lunes, 30 de junio de 1844,, mecanografiada, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City; ortografía estandarizada.

  2. The Murder of Joe Smith, the Mormon Prophet”, New York Herald, 8 de julio de 1844, pág. 2.

  3. Brigham Young, History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 7 tomos, Salt Lake City: Deseret News, 1966, tomo VII, pág. 185; Journal History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 9 y 14 de julio de 1844, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City.

  4. John Hardy, “Mormonism”, Boston Weekly Messenger, 7 de agosto de 1844, pág. 1.

  5. Carta de James Blakeslee a Jacob Scott, 16 de agosto de 1844, Heman C. Smith, “Succession in the Presidency”, Journal of History, tomo. II, no. 1, enero de 1909, págs. 3–4. Blakeslee escribió antes de saber acerca de las reuniones del 8 de agosto.

  6. James B. Allen, No Toil nor Labor Fear: The Story of William Clayton, Provo, Utah: Brigham Young University Press, 2002, págs. 156–157.

  7. Sidney Rigdon, History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, tomo VII, pág. 226.

  8. Instruction on Priesthood, between circa 1 March and circa 4 May 1835 [D&C 107]”, págs. 84–85, josephsmithpapers.org; véase también “Revelation, 23 July 1837 [D&C 112]”, pág. 73, josephsmithpapers.org.

  9. Wilford Woodruff book of revelations, entry on Jan. 30, 1842, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City.

  10. Ronald W. Walker, “Six Days in August: Brigham Young and the Succession Crisis of 1844”, David J. Whittaker y Arnold K. Garr, editores, A Firm Foundation: Church Organization and Administration, Provo, Utah: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2011, págs. 161–196.

  11. Orson Hyde, Statement about Quorum of the Twelve, circa Late March 1845”, josephsmithpapers.org. Para más información sobre el contexto de esta afirmación, véase Matthew J. Grow, Ronald K. Esplin, Mark Ashurst-McGee, Gerrit J. Dirkmaat y Jeffrey D. Mahas, editores, Administrative Records: Council of Fifty, Minutes, March 1844–January 1846. Tomo I de la serie Registros administrativos de The Joseph Smith Papers, editado por Ronald K. Esplin, Matthew J. Grow y Matthew C. Godfrey, Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2016, págs. 65–66, 378–380.

  12. Historian’s Office general Church minutes, 1839–1877, Feb. 12, 1849, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City.

  13. Minutes, Nauvoo, Illinois, stand, Aug. 8, 1844, Historian’s Office general Church minutes, 1839–1877, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, ortografía estandarizada.

  14. Wilford Woodruff, “To the Officers and Members of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints in the British Islands”, Latter-day Saints’ Millennial Star, tomo V, nro. 9, febrero de 1845, pág. 138.

  15. Jesse C. Little letter to Brigham Young, Dec. 8, 1844, Brigham Young Office Files. Asimismo, William Burton recordaba en 1845 que “el espíritu de José pareció reposar sobre Brigham” (Lynne Watkins Jorgensen, “The Mantle of the Prophet Joseph Passes to Brother Brigham: One Hundred Twenty-one Testimonies of a Collective Spiritual Witness”, John W. Welch, editor, Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844 [Provo, Utah: Brigham Young University Press, 2005], pág. 412).

  16. Para leer esos relatos, véase Jorgensen, “Mantle of the Prophet Joseph”, págs. 408–477.

  17. Para ver un análisis de otros movimientos que surgieron al morir José Smith, véase el tema: Otros Movimientos de Santos de los Últimos Días.

  18. Reed C. Durham Jr. y Steven H. Heath, Succession in the Church, Salt Lake City: Bookcraft, 1970, págs. 91–92.

  19. Walker, “Grant’s Watershed: Succession in the Presidency, 1887–1889”, BYU Studies, tomo XLIII, nro. 1, 2004, págs. 195–229.

  20. Para más información acerca de la antigüedad en el Cuórum de los Doce Apóstoles, véase Durham y Heath, Succession in the Church, págs. 62–67, 73–77 y 111–116; véase también Edward Leo Lyman, “Succession by Seniority: The Development of Procedural Precedents in the LDS Church”, Journal of Mormon History, tomo XL, nro. 2, primavera de 2014, págs. 92–158.

  21. Véanse temas: Cuórum de los Doce Apóstoles, Primera Presidencia.

  22. Franklin D. Richards, Journal, 10 de octubre de 1898, Selected Collections from the Archives of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Salt Lake City: Intellectual Reserve, 2002, disc. 35, tomo. XLVIII.

  23. Entre 1837 y 1979, la Primera Presidencia llamó y apartó regularmente a un Patriarca para toda la Iglesia para otorgar bendiciones patriarcales y servir junto con la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles como “profeta, vidente y revelador”. Véase el tema: Bendiciones patriarcales.

  24. Patrick A. Bishop, “The Apostolic Succession of Joseph F. Smith”, capítulo 14, Craig K. Manscill, Brian D. Reeves, Guy L. Dorius y J. B. Haws, editores, Joseph F. Smith: Reflections on the Man and His Times, Provo, Utah: Religious Studies Center, 2013, págs. 256–258.

  25. Bishop, “Apostolic Succession”, págs. 257–258; Brigham Young, Journal of Discourses, tomo XII, pág. 70.

  26. Bishop, “Apostolic Succession”, págs. 257–258; N. Eldon Tanner, “La administración de la Iglesia”, Conferencia General de Octubre de 1979; David B. Haight, “Un profeta de Dios”, Conferencia General de Abril de 1986; Primera Presidencia, Anuncio, Conferencia de prensa del 13 de marzo de 1995, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City; Departamento de Asuntos Públicos, Comunicado de prensa del 13 de marzo de 1995; “Succession in the Presidency of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints”, Comunicado de prensa del 27 de enero de 2008; Primera Presidencia, Anuncio, Conferencia de prensa del 4 de febrero de 2008; Thomas S. Monson, “Principles from Prophets”, Devocional de Brigham Young University, 15 de septiembre de 2009, speeches.byu.edu; Gary E. Stevenson, “A Legacy of Succession”, Devocional de Brigham Young University–Idaho, 12 de enero de 2018, byui.edu.