“Fiebre del oro de California”, Temas de historia de la Iglesia
“Fiebre del oro de California”
Fiebre del oro de California
Un grupo de exintegrantes del Batallón Mormón, que intentaban volver a unirse a los Santos de los Últimos Días en Utah, recibieron la petición de Brigham Young de permanecer y trabajar en California por un tiempo, debido a la escasez de provisiones que había en el Valle de Lago Salado. Estos excombatientes fueron contratados por John Sutter para construir un aserradero en la bifurcación sur del río American en Coloma1.
Una mañana de enero de 1848, James Marshall, socio de Sutter, estaba inspeccionando la construcción del canal de descarga del molino de agua cuando se fijó en unas partículas en el agua. Recogió las partículas, las colocó en su sombrero y las mostró a los otros trabajadores. El grupo trató de morder algunas muestras, las golpearon con un martillo y las echaron al fuego. Cada prueba que hacían parecía confirmarles que habían hallado oro2.
Uno de los miembros del batallón, Henry Bigler, registró en su diario el descubrimiento del oro. Además, él buscó río abajo y en pocos días recogió más oro, cuyo valor excedió su salario mensual. Bigler compartió la novedad con otros Santos de los Últimos Días y la noticia pronto se extendió por la región donde estaba el molino hasta San Francisco y sus alrededores. Muchos fueron prontamente a las riberas del río American en busca de oro. El campamento minero de los santos cerca de Sacramento, que fue el primer campamento importante de su tipo en las Sierras, llegó a llamarse la “Isla mormona”.
Muchos de los exintegrantes del batallón partieron hacia el Valle de Lago Salado en el verano de 1848, pero otros decidieron permanecer en California. Samuel Brannan, un comerciante Santo de los Últimos Días, aprovechó el descubrimiento del oro para expandir su tienda minorista, para lo cual trajo muestras del oro a San Francisco y recorrió de arriba abajo una de las principales calles de la ciudad gritando: “¡Oro! ¡Oro! ¡Oro del río American!”. En pocas semanas, la mayoría de los residentes de San Francisco se habían marchado a los yacimientos de oro, y Brannan operaba el único establecimiento comercial entre el río American y la ciudad3.
La fiebre del oro se intensificó al año siguiente, luego que el presidente de Estados Unidos, James K. Polk, se refiriera al oro en California en su Mensaje anual de diciembre de 1848. Miles de buscadores de oro emprendieron viaje hacia la tierra del oro en California. Muchos eligieron rutas largas y penosas y circunnavegaron el Cabo de Hornos en la zona austral de Sudamérica o atravesaron Panamá, mientras que otros fueron a través de México; pero más de la mitad de ellos fueron por tierra atravesando el continente norteamericano. Los Santos de los Últimos Días en el valle de Lago Salado se hallaban muchísimo más cerca de los yacimientos de oro que el resto de los estadounidenses, y se habían enterado del hallazgo de oro meses antes del mensaje de Polk.
A pesar de lo tentador que resultaba el oro de California y pese a la escasez de alimentos en el valle de Lago Salado, la mayoría de los santos siguieron la exhortación de Brigham Young de edificar Sion en Utah y sus alrededores, en vez de ir a los yacimientos de oro en busca de riquezas personales. Los líderes de la Iglesia prometieron a los miembros que su situación mejoraría4. Aunque la mayoría de los buscadores de oro que se apresuraron a ir a California en 1849 no pasaron por el valle de Lago Salado, un grueso número de ellos sí lo hizo en su viaje al oeste. Con frecuencia llegaban personas al valle ansiosas de comprar comida fresca y de vender todo exceso de suministros que sobrecargara sus carromatos. De esta forma, las incipientes comunidades de Santos de los Últimos Días de la región experimentaron un auge económico al comerciar con esos grupos de transeúntes. Antes de que se acabara la fiebre aurífera, Young envió a varios hombres a una “misión del oro” por un año, con el objeto de beneficiar a la Iglesia por medio de sus ganancias. Luego de una labor agotadora que produjo escasos beneficios, los misioneros del oro dejaron la minería para volver a casa o servir en otros campos misionales5.
La fiebre del oro dio lugar a importantes cambios socioeconómicos en los Estados Unidos y convirtió a California en un centro global de comercio. La migración a gran escala hacia el oeste que produjo la fiebre del oro también acabó con la ilusión de que los santos estarían completamente aislados del resto de la nación.
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