“Reuniones sacramentales”, Temas de la historia de la Iglesia
“Reuniones sacramentales”
Reuniones sacramentales
Cuando la Iglesia fue organizada en 1830, las revelaciones instruyeron a José a “que la Iglesia se reúna con frecuencia para participar del pan y vino, en memoria del Señor Jesús” y también establecían que era el deber de los élderes y presbíteros administrar la Santa Cena, tal como se describe en el Libro de Mormón1. Por consiguiente, se administró la Santa Cena en la reunión inaugural de la Iglesia el 6 de abril de 1830, un martes, en la casa de Peter Whitmer, padre, en Fayette, Nueva York2.
En ese entonces, no estaba claro dónde ni cuán a menudo debían reunirse los Santos de los Últimos Días; ni se sabía cuándo ni cómo exactamente debía administrarse la Santa Cena. La forma en que los Santos de los Últimos Días han cumplido ese mandamiento de reunirse y participar de la Santa Cena ha variado desde esa primera reunión, según las circunstancias y siguiendo la guía de los líderes de la Iglesia.
Reuniones semanales
Si bien la mayoría de los protestantes en los Estados Unidos en el siglo XIX valoraban el día de reposo, no todos asistían a la iglesia. Algunas denominaciones como los presbiterianos y los congregacionalistas se solían reunir los domingos en capillas. Otros, como los metodistas, los bautistas y aquellas personas que no estaban afiliadas a ninguna denominación en particular, solían adorar informalmente en sus hogares, asistir a pequeñas reuniones de grupo o participar en grandes reuniones de resurgimiento espiritual al aire libre, cuando se celebraban tales eventos3.
Los primeros santos no tenían capillas, así que para adorar, predicar y cantar se reunían donde y cuando podían. Al principio, no administraban la Santa Cena semanalmente, sino en ocasiones como las conferencias trimestrales de la Iglesia y en las reuniones de confirmaciones. La primera mención a la observancia de reuniones sacramentales en los registros Santos de los Últimos Días ocurre en agosto de 1831, cuando una revelación enseñaba a los santos “cuyos pies descansan sobre la tierra de Sion” —refiriéndose a Independence, Misuri— que debían “[ir] a la casa de oración y [ofrecer sus] sacramentos en mi día santo”4. No obstante, siguieron reuniéndose en pequeños grupos, según lo permitieran las circunstancias, en anticipación a la construcción de una casa de adoración5.
Al terminarse de construir el Templo de Kirtland en 1836, los Santos de los Últimos Días ofrecían la Santa Cena semanalmente. Esto se llevaba a cabo durante dos reuniones dominicales abiertas para toda la comunidad; una antes y otra después del almuerzo, por la tarde6. En Nauvoo, los santos se juntaban el día de reposo en reuniones para todos los de la ciudad y a la intemperie, asistiendo con frecuencia varios miles de santos7. En las ramas más pequeñas, los misioneros y los miembros se reunían regularmente en las casas para efectuar reuniones de oración, reuniones de predicación y para participar de la Santa Cena. Se celebraban estas reuniones usualmente en el día de reposo, pero algunas veces fueron durante la semana8.
A medida que cambiaban las circunstancias, los santos hicieron ajustes al estilo de los servicios de adoración. Los centros de reuniones que se construyeron en Utah durante la administración de Brigham Young no daban cabida a todos a la vez. Los adultos se reunían en estas edificaciones usualmente los domingos, mientras que los jóvenes y los niños solían participar de la Santa Cena en las reuniones de las Organizaciones Auxiliares durante la semana. Durante la mayor parte del siglo XIX, se efectuaron las reuniones de ayuno y testimonio el primer jueves de cada mes. Conforme se fueron construyendo centros de reuniones y se modificaron los tamaños de los barrios para ajustarlos a las capacidades de los centros de reuniones, los santos de todas las edades pudieron reunirse juntos cada domingo9.
En 1980, con el fin de reducir el tiempo de viaje de los miembros, los líderes de la Iglesia consolidaron las reuniones sacramentales, la Escuela Dominical y las reuniones de cuórum y de las organizaciones auxiliares en un bloque de tres horas de duración en el día de reposo. Cuando lo han exigido las circunstancias, se han efectuado las reuniones del día de reposo en un día de la semana y no el domingo. Por ejemplo, en el Oriente Medio, la Iglesia ha guardado el día de reposo los viernes o sábados y en Hong Kong, ha efectuado las reuniones de rama en varios días de la semana para darles a los trabajadores internacionales la oportunidad de participar de la Santa Cena10.
La Santa Cena
En agosto de 1830, yendo de camino José para comprar vino a fin de administrar la Santa Cena, se le apareció un mensajero celestial quien le mandó que para la Santa Cena, solo utilizara vino que fuese producido localmente por miembros de la Iglesia11. En esta revelación, el Señor le enseñó además que “no importa lo que comáis o bebáis al tomar el sacramento, si es que lo hacéis con la mira puesta únicamente en mi gloria”12. De conformidad con esa revelación, los primeros santos utilizaron vino que producían para la ordenanza; por ejemplo, Elizabeth Ann Whitney, la esposa del obispo Newel K. Whitney, ofrecía para la Santa Cena en Kirtland su vino tinto de grosella hecho en casa13. En el transcurso del siglo XIX, el vino sacramental fue progresivamente reemplazado por agua14.
La cantidad de pan empleado para la Santa Cena también varió con el tiempo. En ocasiones especiales, como en las dedicaciones de templos durante el siglo XIX, los santos a veces comieron pan y bebieron vino o agua hasta estar llenos, tal como se describe en 3 Nefi15. Nancy Naomi Alexander Tracy recordaba cómo, durante la celebración de la dedicación del Templo de Kirtland, los élderes “iban de casa en casa, bendiciendo a los santos y administrando la Santa Cena. Se hicieron festejos. Tres familias se juntaron para hacer uno en nuestra casa. Horneamos un montón de pan”16.
En los primeros tiempos de la Iglesia, por lo general los hombres adultos bendecían la Santa Cena y las mujeres proveían el pan, el vino y los manteles para la mesa. En la década de 1870, los líderes de la Iglesia comenzaron a ordenar a jóvenes adolescentes a los oficios del Sacerdocio Aarónico, y se asignó a los jóvenes maestros y diáconos la tarea de pasar o distribuir los emblemas de la Santa Cena entre la congregación. Los miembros del obispado y otros adultos, poseedores del sacerdocio, continuaron oficiando en la mesa sacramental hasta que a principios de la década de 1900, los jóvenes presbíteros, junto con poseedores del sacerdocio adultos, bendecían el pan y el agua17. En 1950, los líderes de la Iglesia recomendaron que se diera a los maestros la responsabilidad de preparar la mesa de la Santa Cena18.
A partir de 1911, la “copa común” con vino o agua que se pasaba a la congregación se comenzó a reemplazar por vasitos pequeños individuales por razones de higiene19. En 1946, la Primera Presidencia estaba preocupada por la perturbación que generaba la tradición de ofrecer sermones y números musicales simultáneamente con la Santa Cena. Por tanto, pidió a los miembros de la Iglesia que guardaran silencio reverente y meditaran durante la ordenanza20.
“La ordenanza de la Santa Cena”, enseñó el élder Dallin H. Oaks en 2008, “hace que la reunión sacramental sea la reunión más sagrada e importante de la Iglesia”21. En consecuencia, en 2015, los líderes de la Iglesia hicieron un llamado para dar un énfasis renovado a la adoración en el día de reposo centrada en la ordenanza de la Cena del Señor22.
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