Migración
En la segunda mitad del siglo XIX, la mayoría de los Santos de los Últimos Días vivían en un corredor al oeste de América del Norte que comenzaba en Alberta, Canadá, atravesaba Utah, EE. UU., y culminaba en Colonia Juárez, México. Los esfuerzos iniciales por congregar a los Santos de los Últimos Días en esta región comenzaron a revertirse alrededor del año 1900, cuando los líderes de la Iglesia animaron a los nuevos conversos a quedarse en sus lugares de origen en vez de mudarse al oeste de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, las oportunidades económicas, educacionales y gubernamentales comenzaron a alejar a muchas personas y familias Santos de los Últimos Días hacia muchos otros lugares de los Estados Unidos. Esta “migración” causó importantes transformaciones en la Iglesia. A pesar de que una gran concentración de Santos de los Últimos Días permaneció en Utah y los estados colindantes, las congregaciones de la Iglesia comenzaron a distribuirse más a lo largo y ancho del país. Con el tiempo, algunos Santos de los Últimos Días en las principales ciudades de los Estados Unidos comenzaron a llegar a posiciones de influencia en negocios, gobierno, educación y otros sectores de la sociedad estadounidense.
Diversos factores animaron a los Santos de los Últimos Días a trasladarse fuera de Utah a principios del siglo XX. Desde su llegada a la región montañosa occidental, los Santos de los Últimos Días intentaron construir un Reino de Dios temporal en ese lugar. Durante muchos años, los líderes de la Iglesia animaron a comprar solamente a otros miembros de la Iglesia, y a consagrar o prestar su capital y mano de obra a sus barrios, estacas y asentamientos. Por otro lado, la mayoría de las personas en los Estados Unidos basaba su economía en la oportunidad individual. Al aumentar su participación en la industria y el comercio de los Estados Unidos, los Santos de los Últimos Días también buscaron, cada vez con más frecuencia, oportunidades educacionales y profesionales fuera de su región de origen.
Otras razones políticas y económicas contribuyeron también al aumento de la migración. La legislación antipoligamia de la década de 1880, seguida de la depresión económica nacional en la década de 1890, debilitaron la capacidad de las familias y comunidades de Santos de los Últimos Días para mantenerse a sí mismas, lo cual hizo que muchas personas buscaran empleo en otros lugares. A partir de 1900, los proyectos federales de reutilización de agua habilitaron nuevas tierras para el desarrollo de la agricultura por todo el oeste del país, permitiendo que los agricultores de Utah pudieran mudarse y establecer nuevas explotaciones, lo cual comenzó el abandono de muchos pueblos pequeños. Cuando Reed Smoot fue elegido para el Senado de los Estados Unidos en 1903, invitó a varios miembros de su equipo a ocupar puestos en cargos federales en Washington D. C. En las décadas siguientes, sus experiencias alentaron a otros Santos de los Últimos Días a buscar empleos gubernamentales. Muchos jóvenes adultos, motivados por el acceso a la educación superior y al trabajo en el ámbito profesional, abandonaron Utah para ir a Nueva York, Chicago, Los Ángeles, San Francisco y Washington D. C..
La migración se volvió aún más común cuando los Santos de los Últimos Días se unieron a las fuerzas armadas y trabajaron en industrias de defensa durante las dos guerras mundiales. Tras la Segunda Guerra Mundial, los veteranos recibieron beneficios bajo la ley G. I. Bill, o Ley de reajuste de los militares, que incluía subsidios para la educación. Las ciudades universitarias experimentaron un fuerte crecimiento cuando los Santos de los Últimos Días se unieron a otros jóvenes estadounidenses que cursaban estudios superiores y se organizaron barrios de estudiantes en los campus universitarios. Los miembros que prestaban servicio en las fuerzas armadas también sostuvieron ramas de la Iglesia en el extranjero, con militares expatriados que a menudo representaban a los primeros Santos de los Últimos Días en diversos países.
A mediados del siglo XX se unió a la Iglesia un número cada vez mayor de miembros en regiones fuera de Utah y de los Estados Unidos. Entre 1923 y 1953 se organizaron estacas en California, Nueva York, Texas y Washington D. C. —las primeras en sus respectivos estados y en la capital del país— mientras que el aumento del transporte internacional, el comercio globalizado y la expansión misional en las décadas siguientes contribuyeron a un incremento drástico en el número de miembros de la Iglesia y a la organización de estacas que prosperaban en todo mundo. En 1979 se organizó la estaca número 1000 en Nauvoo, Illinois; quince años después, se organizó la estaca número 2000 en la Ciudad de México; y, en 2012 se organizó la estaca número 3000 en Sierra Leona.
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