“El bautismo por los muertos”, Temas de historia de la Iglesia
“El bautismo por los muertos”
El bautismo por los muertos
José Smith recibió revelaciones que reafirmaban la necesidad del bautismo para la salvación y enseñaban que esta ordenanza debía efectuarse con la autoridad del sacerdocio restaurado. Los miembros de la Iglesia, incluso José y su familia, estaban ansiosos por conocer el estado de sus familiares que habían fallecido sin el bautismo1. Reflexionaban en pasajes del Nuevo Testamento que aludían a que Jesucristo había predicado a los espíritus encarcelados, y algunos Santos especulaban que, durante la segunda venida de Jesucristo, los élderes Santos de los Últimos Días bautizarían a los que habían “fallecido durante el convenio quebrantado”2.
El 15 de agosto de 1840, poco después de que los Santos se hubieran trasladado al terreno de la futura Nauvoo, Illinois, José Smith predicó un sermón en el funeral de Seymour Brunson, un miembro de la Iglesia. Sabiendo que había una mujer presente que había perdido a su hijo antes de que este pudiera bautizarse, José reveló que ahora los Santos “podían representar a los amigos que habían partido de esta vida” bautizándose por ellos. Citó las antiguas enseñanzas del apóstol Pablo en cuanto al bautismo por los muertos y alentó a los Santos a que se regocijaran “porque el Plan de Salvación contemplaba la salvación de todo el que estuviera dispuesto a obedecer los requisitos de la ley de Dios”3.
Los Santos recibieron el conocimiento de esta práctica con entusiasmo y empezaron a efectuar bautismos a favor de parientes, amigos y personas prominentes en ríos y arroyos cercanos4. Los bautismos eran efectuados ante testigos por hombres que poseían el Sacerdocio de Melquisedec5. El primer bautismo del que se tiene constancia lo efectuó Harvey Olmstead, que bautizó a Jane Neyman a favor de su hijo Cyrus, que había fallecido recientemente. El bautismo tuvo lugar en el río Misisipi y fue presenciado por Vienna Jacques, que se había adentrado en el río a caballo para poder oír la oración6.
José Smith recibió una revelación en enero de 1841 en cuanto a que los bautismos por los muertos debían efectuarse en los templos. El Señor explicó que “esta ordenanza pertenece a mi casa” y mandó a los Santos que edificaran un templo en Nauvoo7. Durante la posterior conferencia de octubre, José Smith anunció que no se autorizarían más bautismos por los muertos mientras no se completara la pila bautismal del Templo de Nauvoo8. En noviembre de ese año los Santos instalaron en la planta baja del templo una pila bautismal de madera labrada a mano, cubierta con un tejado provisional y dedicada a fin de poder efectuar bautismos en ella.
Reflexionando en la revelación que había recibido, en 1842 José Smith enseñó en una carta a la Iglesia que los bautismos por los muertos debían documentarse de manera minuciosa, prometiendo a los Santos que “aquello que registréis en la tierra será registrado en los cielos”9. En consecuencia, se llamó a secretarios para que se aseguraran de que se registraban todos los bautismos por los muertos. Entre 1840 y 1845, y en ausencia de instrucciones más específicas, a veces los hombres actuaban como representantes de mujeres y viceversa. En 1845, tras la muerte de José Smith, Brigham Young enseñó que a partir de entonces los Santos “nunca verán que un hombre se bautice por una mujer, ni a una mujer por un hombre”. Y explicó que “durante su vida, José Smith no recibió todo lo relacionado con la doctrina de la redención”, pero el Señor siguió guiando a la Iglesia por revelación, “dándoles un poco aquí y un poco allí”10. Este cambio tuvo lugar cuando los Santos empezaron a efectuar otras ordenanzas por los muertos, incluso la ordenación al sacerdocio y el sellamiento de matrimonios11.
Las nuevas tecnologías, una mayor organización y un mayor hincapié en la asistencia regular al templo derivó en una mayor participación en el bautismo por los muertos en el siglo XX. Además de efectuar bautismos por sus antepasados fallecidos, los Santos de los Últimos Días empezaron a efectuarlos por aquellas personas cuya información genealógica habían extraído de los registros disponibles. En algunos casos, esto incluía a celebridades y personas que tuvieron parte en acontecimientos históricos como el Holocausto. Los Santos de los Últimos Días creen que los bautismos por los muertos no convierten a los fallecidos en miembros de la Iglesia, sino que simplemente se limitan a ofrecer dicha ordenanza a los espíritus de quienes han fallecido y que eligen aceptarla. No obstante, en la década de 1990 algunos observadores externos expresaron su preocupación por esta práctica y como un gesto de buena voluntad, los líderes de la Iglesia retiraron los nombres de esas personas de las bases de datos de la Iglesia, emitieron pautas para evitar el envío continuado de sus nombres para ser bautizados y alentaron a los miembros de la Iglesia a concentrarse en efectuar las ordenanzas del templo por sus propios antepasados12.
El bautismo por los muertos siempre ha sido el elemento de la adoración en el templo más disponible y con más participación de los Santos de los Últimos Días. En Nauvoo, en una época en que la investidura del templo se había dado a conocer a un grupo muy reducido, Santos de los Últimos Días varones y mujeres efectuaron decenas de miles de bautismos por los muertos. Durante la última parte del siglo XIX, los miembros de la Iglesia de raza negra de origen africano efectuaron bautismos a favor de sus familiares en la Casa de Investiduras y en los templos de Salt Lake y Logan, en Utah, si bien ellos no pudieron recibir las ordenanzas del templo hasta el año 197813. A partir de la década de 1920, grupos de jóvenes de los barrios hicieron viajes regulares a los templos para bautizarse por los muertos, concediéndoles así la oportunidad de ir al templo años antes de recibir la investidura14. En la actualidad se alienta a los jóvenes de la Iglesia a que documenten sus antepasados y vayan al templo con regularidad para actuar como representantes en los bautismos. Los líderes de la Iglesia anunciaron en 2017 que los jóvenes que poseían el oficio de presbítero en el Sacerdocio Aarónico podían efectuar bautismos por los muertos15.
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