”Ramas para miembros en el servicio militar activo”, Temas de la historia de la Iglesia, 2022
“Ramas para miembros en el servicio militar activo”, Temas de la historia de la Iglesia
Ramas para miembros en el servicio militar activo
Los Santos de los Últimos Días han participado en varias organizaciones militares y agencias diplomáticas desde que los primeros miembros de la Iglesia se unieran a unidades de milicia en el siglo XIX. El Servicio de Exteriores en el siglo XX presentó nuevos desafíos organizativos y de hermanamiento para las congregaciones de la Iglesia, a medida que las demandas militares y diplomáticas requerían regularmente a los miembros en el servicio militar activo y sus familias que se reubicasen en el extranjero. Durante períodos de conflicto, un número creciente de Santos de los Últimos Días de varias naciones se alistaron o fueron llamados al servicio, lo cual justificaba de vez en cuando el organizar ramas temporales y crear canales especiales de correspondencia. Después de la Segunda Guerra Mundial, las ramas para miembros en el servicio militar activo demostraron ser de gran ayuda para extender el apoyo local a regiones donde la Iglesia no había tenido previamente mucha oportunidad de establecer congregaciones permanentes.
El servicio militar en el siglo XIX
Durante gran parte de la historia temprana de Estados Unidos, en los lugares donde se establecían los Santos de los Últimos Días de la primera generación, se organizaban geográficamente unidades militares y paramilitares. Las comunidades de Santos de los Últimos Días en Misuri, Illinois y Utah crearon unidades militares que a menudo se componían de miembros de la Iglesia, con líderes locales de la Iglesia que servían como comandantes1. De vez en cuando, las unidades militares que se componían de voluntarios Santos de los Últimos Días servían como parte del ejército de los Estados Unidos2. Varias unidades de Santos de los Últimos Días, como el muy conocido Batallón Mormón, lucharon a favor de los Estados Unidos en la guerra entre México y los Estados Unidos (1846–1848), la guerra civil estadounidense (1861–1865), la guerra entre España y Estados Unidos (1898) y la Primera Guerra Mundial (1914–1918)3.
Durante la guerra entre España y Estados Unidos, Elias S. Kimball, el primer capellán Santo de los Últimos Días comisionado en la milicia de Estados Unidos, tuvo dificultades para equilibrar la neutralidad religiosa de su comisión con las necesidades específicas de los soldados Santos de los Últimos Días asignados a su regimiento. Al no permitírsele llevar a cabo servicios de adoración regulares y al habérsele impedido ofrecer consejo relacionado específicamente con las creencias y doctrinas de los Santos de los Últimos Días, Kimball se sintió muchas veces frustrado; una experiencia que compartirían futuros capellanes Santos de los Últimos Días4. Los líderes de la Iglesia implementaron ciertos lugares para soldados Santos de los Últimos Días en otras unidades militares. Alentaron a barrios y ramas con miembros que servían en las fuerzas armadas a enviarles a sus soldados Escrituras, literatura de la Iglesia y correspondencia de manera regular. Instaron a los miembros de los barrios y ramas que estuviesen cerca de los campamentos militares a invitar a los soldados a unirse a los servicios locales y a hermanarlos donde fuese necesario. A veces se concedía permiso a los soldados en combate activo o en otras localidades remotas para organizar sus propios grupos de la Asociación de Mejoramiento Mutuo (MIA, por sus siglas en inglés), el primero de los cuales fue organizado en 1898 cerca de Manila, Filipinas, durante la Batalla de Manila5. Bajo los auspicios de esta “Asociación de Mejoramiento Mutuo del Lejano Oriente”, los soldados Santos de los Últimos Días se reunían para estudiar las Escrituras, participar de la Santa Cena y asistir a eventos sociales6.
Las dos Guerras Mundiales
Durante la Primera Guerra Mundial, numerosos Santos de los Últimos Días sirvieron en ambos lados de un gran conflicto internacional por primera vez en la historia de la Iglesia7. La correspondencia de los barrios y las ramas de origen llegaba a los soldados que servían a las Potencias Centrales de Alemania y Austria y a los soldados de los países Aliados de Gran Bretaña, Canadá, Nueva Zelanda, Australia y los Estados Unidos. En ocasiones, un número de Santos de los Últimos Días realizaban regularmente reuniones de la Iglesia, como en el caso de “13th Mounted Rifles” (el llamado “Regimiento de Alberta”) del ejército canadiense. El teniente Hugh B. Brown, una futura Autoridad General, dirigió los esfuerzos de proveer apoyo espiritual a los Santos de los Últimos Días en su regimiento8.
La entrada de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en la guerra en 1917 impulsó a que los líderes de la Iglesia desarrollaran programas nuevos para apoyar a los miembros en servicio militar activo. Tres Santos de los Últimos Días recibieron nombramientos como capellanes en el ejército de Estados Unidos y a los miembros en el servicio militar activo de todo el mundo se les alentó a buscar congregaciones locales allí donde fueran destinados. Se organizaron grupos MIA cerca de bases de entrenamiento o zonas de combate donde los miembros en servicio militar activo no pudieran asistir a barrios y ramas regulares9.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en la década de 1930, los líderes de la Iglesia habían aprendido de la Primera Guerra Mundial y estaban preparados para desarrollar una red de apoyo más completa para los miembros en el servicio militar activo. En 1940 y 1941, cuando el número de Santos de los Últimos Días involucrados en el conflicto comenzó a aumentar, los líderes crearon nuevos canales de distribución para enviar literatura de la Iglesia y correspondencia a miembros en el servicio militar activo en el extranjero. Los grupos MIA proveyeron el núcleo principal de camaradería Santo de los Últimos Días en el campo. El Military Servicemen´s Committee [Comité para Miembros en el servicio militar], organizado en 1941 con el élder Harold B. Lee, del Cuórum de los Doce Apóstoles, como presidente, y Hugh B. Brown como coordinador, desarrolló un plan de apoyo a miembros en el servicio militar que incluía un proceso formal de llamar y apartar a líderes de grupo MIA10. El comité también publicó el Handbook for Chaplains and Group Leaders [Manual para capellanes y líderes de grupo] y ediciones de bolsillo de las Escrituras y otra literatura de la Iglesia para miembros en el servicio militar. Un directorio, actualizado anualmente, proveía a los miembros en el servicio militar activo de información de contacto de ramas, barrios y misiones locales allí donde fueran destinados. Los miembros de la Iglesia locales sirvieron como coordinadores auxiliares para conectar los destacamentos militares cercanos con las congregaciones locales11.
Si bien aumentaba el número de capellanes Santos de los Últimos Días durante la Segunda Guerra Mundial, el Military Servicemen’s Committee prefirió llamar a hombres alistados como líderes de grupo. Este arreglo permitió que se convocaran más abiertamente reuniones de adoración Santo de los Últimos Días sin tener que enfrentarse a normas militares que requerían que las reuniones fuesen multiconfesionales. Los hombres jóvenes, que habían sido apartados como líderes de grupo antes de dejar sus hogares, podían organizar grupos y llevar a cabo reuniones allí donde se les destinara, incluso estando en combate12. Los grupos MIA fueron organizados en cada escenario de la guerra, incluyendo algunos campos de prisioneros de guerra, y muchos de los miembros en el servicio militar que asistían aprovecharon cada oportunidad para compartir el evangelio con los compañeros soldados y las personas locales con quienes se relacionaban. Muchos miembros en el servicio militar, tales como L. Tom Perry, un marino de Estados Unidos y futuro Apóstol, colaboró con otros compañeros militares, con otras iglesias y con los miembros de las ramas para reconstruir áreas destrozadas por la guerra13.
Servicio en el extranjero y crecimiento de la Iglesia
Desde la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia ha continuado patrocinando y refinando los esfuerzos para apoyar a Santos de los Últimos Días en el servicio militar y el servicio diplomático14. En partes de Europa, Asia, Latinoamérica, África y el Pacífico, las ramas organizadas para las familias Santos de los Últimos Días en el servicio militar y servicio diplomático han sido de gran ayuda al proveer apoyo local incipiente y liderazgo para establecer la Iglesia en muchas naciones. El rápido crecimiento del número de miembros a través del mundo a menudo fue consecuencia de la labor y los esfuerzos de Santos de los Últimos Días expatriados15.
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