Historia de la Iglesia
Crecimiento de la obra misional


“Crecimiento de la obra misional”, Temas de la historia de la Iglesia

“Crecimiento de la obra misional”

Crecimiento de la obra misional

La obra misional a finales del siglo XIX era difícil debido a que crecía la hostilidad en contra del matrimonio plural que practicaban los Santos de los Últimos Días. Muchos gobiernos ponían restricciones a los misioneros Santos de los Últimos Días. Luego de promulgar el Manifiesto en 1890 que condujo al cese del matrimonio plural, el presidente Wilford Woodruff dio un nuevo impulso a las misiones de la Iglesia, las cuales se hallaban principalmente en Estados Unidos, Europa e islas del Pacífico1. Para la década de 1910, se habían abierto misiones en Latinoamérica y Japón, y se habían extendido hacia Tonga y otras islas del Pacífico. La obra misional creció considerablemente en el transcurso del siglo XX.

Reestructuración de las misiones

Durante las primeras décadas luego de la organización de la Iglesia, las misiones de la Iglesia no tenían límites geográficos estrictos y no siempre las supervisaba un presidente llamado formalmente. Para el tiempo de la presidencia de Wilford Woodruff, los líderes de la Iglesia habían definido más claramente las misiones, las cuales contaban con una oficina central, presidentes y linderos precisos. Esas misiones funcionaban como unidades eclesiásticas de la Iglesia y los presidentes de misión no solo eran responsables de supervisar la obra misional, sino que además regulaban los asuntos de la Iglesia en las ramas donde no había estacas de Sion establecidas2.

A partir de la década de 1850, las mujeres prestaron servicio en el campo misional acompañando a sus esposos misioneros y ayudando con proyectos domésticos y educacionales3. En 1898, la Primera Presidencia aprobó las solicitudes de algunos presidentes de misión que pedían mujeres para la obra proselitista, por lo que pronto hubo mujeres que recibieron llamamientos misionales formales, fueron apartadas y predicaron en público. Las hermanas misioneras demostraron ser excelentes defensoras de la Iglesia, especialmente en Europa, en un tiempo en el que la opinión pública seguía siendo de intenso rechazo hacia los santos por haber practicado la poligamia4.

Joseph F. Smith y Heber J. Grant con algunos misioneros

El presidente Joseph F. Smith y el élder Heber J. Grant con algunos misioneros de la Misión Británica en 1906.

A medida que la primera generación de misioneros iba envejeciendo, ellos tuvieron más dificultades para proveer para sus familias mientras se hallaban lejos en misiones; por ello los líderes de la Iglesia comenzaron a reestructurar los llamamientos y procedimientos misionales. En la década de 1870, el misionero promedio era mayor de 40 años de edad y, por lo general, estaba casado; pero para la primera década del siglo XX, la mayoría de los misioneros eran solteros y tenían poco más de 20 años. En el siglo XIX, la mayoría de los misioneros poseían el oficio de setenta en el Sacerdocio de Melquisedec5. Después del año 1900, la mayoría de la fuerza misional estaba constituida por hombres con el oficio de élder. La duración de una misión normal variaba entre uno y tres años, dependiendo de dónde se servía y de las circunstancias del misionero. En las primeras décadas del siglo XX, las misiones de dos años se convirtieron en la norma6.

Entre 1890 y 1930 la Iglesia abandonó la labor de recogimiento generalizado que ayudaba a los Santos de los Últimos Días a dejar su país natal para reubicarse en zonas del oeste estadounidense7. El número de miembros de la Iglesia que emigraba a Utah y a las zonas circunvecinas descendió de unos 2000 cada año (antes de 1910) a menos de 300 anualmente para 19458. Este cambio dio a los misioneros un nuevo objetivo: en lugar de alimentar un flujo de conversos que se desplazaran hacia Sion, ellos se centraron en edificar estacas de Sion en otros sitios. Los líderes de misión comenzaron a subdividir sus misiones en “zonas” y “distritos”, cuyos linderos solían corresponder con los de las estacas y los barrios.

La expansión mundial y el programa misional

El crecimiento en el número de misiones durante el siglo XX se debió a dos factores. Primero, los líderes de la Iglesia con frecuencia dividían las misiones cuando se multiplicaban sus ramas y estacas. Segundo, los Apóstoles abrían nuevos campos misionales al entrar en naciones que eran receptivas a la labor proselitista y dedicaban países para la predicación del Evangelio. En la década de 1940, los presidentes de misión supervisaban más de 40 misiones en Europa, Norteamérica, Sudamérica, las islas del Pacífico y en algunas partes de Asia. La Segunda Guerra Mundial aminoró la expansión de las misiones, si bien la obra misional continuó a pesar de que muchos hombres Santos de los Últimos Días fueron reclutados para el servicio militar. Después de la guerra, los Santos de los Últimos Días que eran militares estadounidenses, algunos de los cuales eran mujeres, ayudaron a introducir o reestablecer la Iglesia en los países donde estaban estacionados, particularmente en Japón, Corea, Filipinas, Vietnam y Tailandia9.

Gordon B. Hinckley con un grupo de militares del Kitty Hawk.

El élder Gordon B. Hinckley con un grupo de miembros militares del Kitty Hawk, a las afueras de la casa de la Misión Lejano Oriente Sur, en Hong Kong en 1964.

Los presidentes de la Iglesia Joseph F. Smith, Heber J. Grant y David O. McKay fueron clave en la centralización de la administración de las misiones en las Oficinas Generales de la Iglesia en la primera mitad del siglo XX. En 1900, los Apóstoles formaron un comité misional para sistematizar la obra misional y por los siguientes 30 años, un secretario general misional tramitaba la correspondencia entre los miembros del comité y los presidentes de misión, procesaba los llamamientos misionales y ayudaba con los arreglos de los viajes de los misioneros. En 1935, se formó el Comité de Radio, Publicidad y Literatura Misional con un joven que recién volvía de la misión, Gordon B. Hinckley, como secretario ejecutivo. Durante más de veinte años, Hinckley se encargó de la creciente demanda de papeleo y administración desde Salt Lake City y finalmente fue el director de operaciones cuando se consolidaron varios comités misionales en un solo Departamento Misional en 1951. En la década de 1960, el Departamento implementó un programa simplificado y centralizado de rotación del personal misional, asegurando las visas de viaje, preparando a los presidentes de misión y a los misioneros para el servicio y desarrollando cursos de estudio10.

Durante el siglo XIX, los misioneros no empleaban un enfoque uniforme para la prédica del Evangelio. En vez de ello, enseñaban de las Escrituras y de los folletos misionales populares. Con el tiempo, los presidentes de misión comenzaron a establecer enfoques más estandarizados en la enseñanza. A principios del siglo XX circulaban por las misiones de la Iglesia varios planes y se publicó un manual en la década de 1930. En 1952, el comité misional de la Iglesia desarrolló un nuevo curso de estudio para capacitar a los misioneros sobre cómo enseñar el Evangelio a futuros conversos o “investigadores”. Este “sistema uniforme” reseñaba las lecciones para enseñar los principios del Evangelio en las casas de los investigadores y extender invitaciones para bautizarse y servir en una rama o barrio11.

folleto misional

Un folleto misional publicado en la Misión Mexicana en 1921.

A medida que la fuerza misional se hacía cada vez más joven, aumentaba la necesidad de proveer capacitación para su ministerio. A partir de la década de 1880, la Academia Brigham Young y, posteriormente, otras instituciones de estudio superior en Idaho y Utah ofrecieron cursos de preparación misional. Después de 1925, un Hogar Misional en Salt Lake City proporcionaba una capacitación de una semana para los misioneros que partían. Desde hacía mucho tiempo los misioneros enfrentaban el desafío de aprender idiomas y, con frecuencia, los presidentes de misión desarrollaban sus propias estrategias para enseñar idiomas. En 1961, comenzó la capacitación de idiomas para misioneros en la Universidad Brigham Young. Poco después, los líderes de la Iglesia llamaron a un presidente de misión para dirigir el programa y dieron inicio a la Misión de Capacitación de Idiomas (MCI) para los misioneros que necesitaban aprender un idioma para poder servir. En 1978, se cerró el Hogar Misional y las instalaciones del MCI pasaron a llamarse Centro de Capacitación Misional (CCM)12. La mayoría de los misioneros que salían eran enviados al CCM para recibir una capacitación general y ser instruidos en algún idioma. Se construyeron más centros de capacitación siguiendo el modelo del CCM y, para el año 2000, había más de una docena en todo el mundo13.

vista de las edificaciones de la Misión de Capacitación de Idiomas

Vista de los edificios de la Misión de Capacitación de Idiomas, en la Universidad Brigham Young, en 1964.

Progresos significativos

Las misiones continuaron expandiéndose bajo la dirección del presidente David O. McKay y los presidentes de la Iglesia que le siguieron. En las décadas de 1950 y 1960, David O. McKay promovió una participación mucho más incluyente en la obra misional con el lema: “Cada miembro un misionero”. Él además envió Apóstoles a abrir más naciones para la prédica y sistematizó los informes, los programas y las normas de las organizaciones misionales14. En las décadas de 1970 y 1980, Spencer W. Kimball pidió una mayor participación y una visión más ambiciosa del posible crecimiento de la Iglesia en el mundo. Bajo su administración aumentó drásticamente el número de misioneros de tiempo completo y se revisaron meticulosamente y se mejoraron los métodos de predicación. El presidente Kimball señaló que la prédica del Evangelio es uno de los tres objetivos principales de la Iglesia15.

En la década de 1990 y a comienzos de la década de 2000, el presidente Gordon B. Hinckley dirigió una revisión del curso de estudio que culminó en la publicación de Predicad Mi Evangelio, un modelo de enseñanza basado en un nivel de espiritualidad y en cualificaciones más elevadas por parte del misionero16. En 2012, el presidente Thomas S. Monson anunció una reducción de la edad mínima para el servicio misional tanto para los hombres como para las mujeres, lo que produjo un súbito aumento de la cantidad de misioneros. Poco menos de un año después, la Primera Presidencia anunció la creación de 58 misiones nuevas, elevando el total de misiones a 405, la expansión más grande de misiones de la Iglesia en funcionamiento en la historia17. Las misiones han seguido evolucionando, produciéndose fusiones o consolidaciones en ocasiones, bajo la dirección de los líderes de la Iglesia, en tanto que ellos procuran cumplir con el mandato de las Escrituras de llevar el Evangelio a todas las personas.

Temas relacionados: Primeros misioneros, Recogimiento de Israel, Emigración, Misión Turca

Notas

  1. Véase el Tema: Manifiesto.

  2. Davis Bitton, “Kirtland as a Center of Missionary Activity, 1830–1838”, BYU Studies, tomo XI, nro. 4, verano de 1971, págs. 497–516; Kenneth L. Alford, “Ben E. Rich: Sharing the Gospel Creatively”, en Reid L. Neilson y Fred E. Woods, editores, Go Ye into All the World: The Growth and Development of Mormon Missionary Work, Provo, Utah: Religious Studies Center, 2012, págs. 341–363; Richard O. Cowan, “‘Called to Serve’: A History of Missionary Training”, en Neilson y Woods, editores, Go Ye into All the World, págs. 23–90; David J. Whittaker, “Mormon Missiology: An Introduction and Guide to the Sources”, en Stephen D. Ricks, Donald W. Parry y Andrew H. Hedges, editores, The Disciple as Witness: Essays on Latter-day Saint History and Doctrine in Honor of Richard Lloyd Anderson, Provo, Utah: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies at Brigham Young University, 2000, págs. 463–464.

  3. Mildred Johnson Randall dirigió una escuela primaria en una plantación de la Iglesia en Laie, Hawái, en 1865 y 1873; ella sirvió sin su esposo. En ese tiempo, cerca de 120 mujeres acompañaron a sus esposos en misiones, mientras que había casi 7500 misioneros varones. (Matthew McBride, “‘Female Brethren’: Gender Dynamics in a Newly Integrated Missionary Force, 1898–1915”, Journal of Mormon History, tomo XLIV, nro. 4, octubre de 2018, pág. 50).

  4. McBride, “Female Brethren”, pág. 64.

  5. Véase el Tema: Cuórums de los Setenta.

  6. Whittaker, “Mormon Missiology”, pág. 475.

  7. Véase el Tema: Recogimiento de Israel.

  8. Whittaker, “Mormon Missiology”, pág. 464.

  9. Whittaker, “Mormon Missiology”, págs. 464–466.

  10. Thomas A. Alexander, Mormonism in Transition: A History of the Latter-day Saints, 1890–1930, tercera edición, Salt Lake City: Greg Kofford Books, 2012, págs. 229, 242–246; Franklin J. Murdock, Oral History, 1973, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City; Sheri L. Dew, Go Forward with Faith: The Biography of Gordon B. Hinckley, Salt Lake City: Deseret Book, 1996, págs. 84–85, 143–158.

  11. Dennis A. Wright y Janine Gallagher Doot, “Missionary Materials and Methods: A Preliminary Study”, en Neilson y Woods, editores, Go Ye into All the World, págs. 91–116.

  12. Entre 1969 y 1978, pequeños MCI que funcionaban en las instalaciones del colegio universitario de la Iglesia en Hawái, en Laie, y en el colegio universitario Ricks College, en Rexburg, Idaho, tenían una capacidad diaria de 120 y 60 misioneros respectivamente; véase Rawn Arthur Wallgren, “A Comparison of Mission Programs Used in the Three Language Training Missions of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints”, tesis de maestría, Universidad Brigham Young, 1975, págs. 14–27.

  13. Richard O. Cowan, “‘Called to Serve’: A History of Missionary Training”, en Neilson y Woods, editores, Go Ye into All the World, págs. 23–40.

  14. R. Lanier Britsch, “By All Means: The Boldness of the Mormon Missionary Enterprise”, en Reid L. Neilson y Fred E. Woods, editores, Go Ye into All the World: The Growth and Development of Mormon Missionary Work, Provo, Utah: Religious Studies Center, 2012, págs. 13–17.

  15. Spencer W. Kimball, “Cuando el mundo sea convertido”, Liahona, septiembre de 1984, págs. 2–12; véase también Edward L. Kimball, Lengthen Your Stride: The Presidency of Spencer W. Kimball, Salt Lake City: Deseret Book, 2005, págs. 113–128; Spencer W. Kimball, “Seis meses de progreso”, Liahona, agosto de 1981, págs. 4–7.

  16. Benjamin Hyrum White, “The History of Preach My Gospel”, en Neilson y Woods, editores, Go Ye into All the World, págs. 151–188; Gordon B. Hinckley, “A los hombres del sacerdocio”, Liahona, noviembre de 2002, págs. 56–59 (véase también M. Russell Ballard, “La generación más grandiosa de misioneros”, Liahona, noviembre de 2002, págs. 46–49).

  17. Missions to Be Created to Accommodate Influx of New Missionaries”, Sala de prensa, 22 de febrero de 2013, newsroom.ChurchofJesusChrist.org.