“Asentamientos de los pioneros”, Temas de la historia de la Iglesia
“Asentamientos de los pioneros”
Asentamientos de los pioneros
Si bien muchos políticos veían al vasto oeste de América del Norte con el interés de expandir los Estados Unidos, José Smith vio su potencial para que los Santos de los Últimos Días se establecieran allí y expandieran Sion1. Cuatro meses antes de su muerte, José instó al Cuórum de los Doce Apóstoles a buscar posibles lugares de asentamiento en California y Oregón, anticipando que los santos podrían “edificar una ciudad en un día” y “tener un [gobierno] propio”2. Tanto antes como después de que José fuera asesinado en 1844, el Consejo de los Cincuenta consideró varios destinos para el reasentamiento, decidiéndose finalmente por los valles de las montañas cercanas al Gran Lago Salado. Sus planes adquirieron carácter de urgencia en 1846, cuando los funcionarios del estado de Illinois insistieron en que los santos abandonaran Nauvoo3.
En menos de una década, los Santos de los Últimos Días, conducidos hacia el oeste por Brigham Young, establecieron un gran corredor de asentamientos en el valle del Gran Lago Salado y en sus alrededores4. Al llegar por primera vez a un sitio, los santos a menudo se encontraban con comunidades indígenas que ya habitaban la región. A pesar de tener esperanzas de logar una convivencia armoniosa, sus relaciones con los indígenas a menudo fueron tensas, particularmente porque los dos grupos trataban a la tierra y a los recursos con expectativas diferentes y, a veces, opuestas. Siguiendo patrones más amplios de asentamiento, los Santos de los Últimos Días generalmente reclamaban y utilizaban las tierras que seleccionaban para asentarse. La magnitud y el impacto de los asentamientos de los Santos de los Últimos Días en la región desplazó a los grupos nativos de sus territorios5.
Para principios de la década de 1860, docenas de comunidades que seguían un modelo urbano inspirado en las revelaciones y diseños de José Smith se habían establecido entre el valle de Bear Lake, en el norte, y St. George, en el sur; todas dentro de un radio de 480 kilómetros de Salt Lake City6. Durante la presidencia de Brigham Young (1847–1877), las labores de colonización también se expandieron hacia el Océano Pacífico, lo que condujo a establecer nuevos asentamientos que se extendían hasta San Bernardino, California, y a constituir nuevos sistemas económicos y misiones industriales antes de 1860. A pesar de la pobreza de los suelos, lo accidentado del terreno y los limitados recursos de agua con que contaba la red principal de asentamientos, para 1870, las comunidades pioneras albergaban una población de más de 96 000 habitantes, con 11 estacas organizadas en Idaho y Utah; y para finales del siglo, los santos habían fundado aproximadamente 500 comunidades entre las cadenas montañosas del oeste7.
La era pionera en el Territorio de Utah terminó con la llegada del ferrocarril en 1869 y la posterior expansión de las líneas ferroviarias por toda la región8. No obstante, las labores de asentamiento continuaron al fundarse colonias de Santos de los Últimos Días en México y Canadá en la década de 18809. Para fines del siglo XIX, era raro que hubiera nuevos asentamientos de los Santos de los Últimos Días, y estos dirigían su atención a mejorar la vida en la Iglesia, la familia y la comunidad donde fuera que viviesen.
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