“Colonias en México”, Temas de la historia de la Iglesia
“Colonias en México”
Colonias en México
En 1882, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la ley Edmunds, que otorgaba mayor poder a los alguaciles federales para arrestar, encarcelar y multar a los Santos de los Últimos Días que participaran en matrimonios plurales. Como resultado, los líderes de la Iglesia comenzaron a buscar lugares fuera de los Estados Unidos donde algunos santos pudieran encontrar refugio de estas leyes, que ellos consideraban como una violación de su derecho a practicar su religión. En 1885, el presidente John Taylor y otros líderes de la Iglesia viajaron a México, donde los misioneros ya habían estado explorando posibles lugares para los asentamientos. Se decidieron por un lugar en el estado mexicano de Chihuahua para volver a ubicar a algunas familias Santos de los Últimos Días. El presidente de México, Porfirio Díaz, alentó tal inmigración extranjera con una política destinada a fomentar la colonización de tierras desocupadas1.
Incluso antes de que los Santos de los Últimos Días compraran tierras en Chihuahua, algunos hombres polígamos de Arizona comenzaron a cruzar la frontera hacia México para evitar ser llevados a juicio2. En 1886, en el intervalo de cinco meses, unos 400 santos vivían junto a sus carromatos o en refugios subterráneos a las orillas del río Casas Grandes, esperando el permiso de establecerse para mandar a traer a sus familias. Las familias finalmente construyeron un dique en el río Piedras Verdes, irrigaron cultivos e hicieron mediciones para edificar una ciudad que llamaron Colonia Juárez. Pronto se ramificaron en nuevas colonias de asentamientos en Dublán, Díaz, Cave Valley, Pacheco, García y Chuichupa. También establecieron colonias en Oaxaca y Morelos, en el estado de Sonora. A medida que crecían las colonias, algunos santos del centro de México se trasladaron al norte para unirse a los inmigrantes de los Estados Unidos3.
En los años transcurridos entre las redadas por antipoligamia en Utah en la década de 1880 y la Revolución mexicana en la década de 1910, las colonias sirvieron de hogar pacífico para varios cientos de familias Santos de los Últimos Días. Seis Apóstoles vivieron en las colonias a finales del siglo XIX. En 1895, se creó la primera estaca de México, con sede en Juárez. Los santos de las colonias no solo establecieron comunidades económicamente sostenibles sino que también pusieron énfasis en la cultura y la educación, estableciendo la Academia de la Estaca Juárez, una escuela que brindaba educación primaria y secundaria a los niños y jóvenes4. A principios del siglo XX, alrededor de 4000 Santos de los Últimos Días vivían en las colonias5. Muchos futuros líderes de la Iglesia, entre ellos Marion G. Romney, de la Primera Presidencia, y Rey Lucero Pratt, del Primer Cuórum de los Setenta, se criaron en las colonias. El dominio del idioma español de Pratt le permitió desempeñar una función crucial como líder de la obra misional en México6.
Después del Manifiesto de 1890 publicado por el presidente Wilford Woodruff, en el que prometió que la Iglesia obedecería las leyes de matrimonio de los Estados Unidos, algunos Santos de los Últimos Días supusieron que los matrimonios plurales podrían continuar en México. En 1901, el sucesor de Woodruff, el presidente Lorenzo Snow, aclaró que el Manifiesto se aplicaba a todos los santos sin importar dónde vivieran. Cuatro años después, el sucesor de Snow, el presidente Joseph F. Smith, viajó a México para garantizar el cumplimiento de la norma que ponía fin a los matrimonios plurales aprobados por la Iglesia7.
Durante la Revolución mexicana de la década de 1910, el sentimiento antiestadounidense hizo que la situación de los santos de origen europeoestadounidense se volviera precaria. En 1912, el general revolucionario José Inés Salazar apuntó cañones hacia Colonia Dublán y, en menos de un día, el presidente de estaca, Junius Romney, decidió evacuar la colonia. Las familias que habían emigrado hacia el norte desde el centro de México se quedaron para cuidar las colonias, mientras que los santos de origen europeoestadounidense empacaron tantas de sus pertenencias como pudieron y partieron hacia El Paso, Texas8.
Una vez de regreso en los Estados Unidos, la mayoría de los santos refugiados establecieron nuevos hogares en el oeste de Estados Unidos. La vida en las colonias continuó para los santos mexicanos que se habían quedado y la primera rama en español en el norte de México se organizó en Colonia Dublán en 1916. Después de la revolución, alrededor de una cuarta parte de los santos que había huido regresó a su hogar en el norte de México. Los que regresaron repararon las edificaciones y las granjas y reanudaron sus labores educativas y de edificación de la comunidad. Tanto Colonia Dublán como Colonia Juárez continúan manteniendo una fuerte presencia de Santos de los Últimos Días y en 1999 se dedicó un templo en Juárez9.
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