“Testigos del Libro de Mormón”, Temas de la historia de la Iglesia
“Testigos del Libro de Mormón”
Testigos del Libro de Mormón
La primera edición del Libro de Mormón incluyó dos testimonios: uno escrito por un grupo de tres testigos y otro por un grupo de ocho. Tres testigos (Oliver Cowdery, David Whitmer y Martin Harris) declararon que un ángel de Dios se les apareció y les mostró las planchas del Libro de Mormón, y que oyeron la voz del Señor declarando que la traducción de José Smith se había llevado a cabo “por el don y poder de Dios”. Esta experiencia tuvo lugar en junio de 1829, cerca de la casa de Peter Whitmer , padre, en Fayette, Nueva York. Ocho testigos adicionales, pertenecientes a las familias Smith y Whitmer1, declararon que José Smith mismo les mostró las planchas y permitió a cada uno de ellos “sopesar” el objeto antiguo y examinar sus grabados. Varias personas más tuvieron experiencias directas con las planchas o presenciaron cómo José Smith tradujo el Libro de Mormón2.
Otros testigos de las planchas
Los miembros de la familia Smith recordaron haber ayudado a José a trasladar o esconder las planchas para que no cayeran en manos de sus enemigos. Katharine, la hermana menor de José, le contó posteriormente a su marido que una vez intentó mover las planchas, cubiertas con un paño, de un lado al otro de una mesa, pero que eran demasiado pesadas. William, hermano de José, recordaba que toda la familia vio a José llevar las planchas en un costal y hasta percibir su forma a través de la tela. Emma, esposa de José, le dijo a su hijo que percibió los bordes de las planchas y oyó el sonido metálico de sus hojas, aunque nunca llegó a verlas. Sarah Bradford Parker, vecina de Lucy Mack Smith en Ohio, le preguntó una vez a Lucy si había visto las planchas. Según Parker, Lucy le contestó “que no se suponía que ella pudiera verlas, pero que las había sopesado y las había tenido en sus manos”3. Por otra parte, David y John C. Whitmer dieron varias entrevistas entre 1877 y 1888 en las que declararon que un ángel se le apareció a su madre, Mary Whitmer, y le mostró las planchas4.
La fiabilidad de los tres testigos
Mientras que el testimonio de los ocho testigos hacía hincapié en la realidad tangible de las planchas, los tres testigos tenían la responsabilidad adicional de dar testimonio de que su experiencia como testigos, así como la traducción misma, habían sido posible por el poder de Dios. Una revelación de junio de 1829 dio instrucciones específicas a los tres testigos en cuanto a su testimonio de las planchas. “Testificaréis que las habéis visto”, mandó el Señor, “así como mi siervo José Smith las vio, porque es por mi poder que él las ha visto”. La revelación explicaba además que “es por vuestra fe que podréis verlas”5. En consonancia, David Whitmer testificó que vio las planchas por “el don y el poder de Dios”.
En 1838, un miembro desafecto de la Iglesia llamado Stephen Burnett afirmó que Martin Harris negaba haber visto las planchas “con sus ojos naturales”. Citando el lenguaje de la revelación, Burnett afirmó que ver por el poder de Dios significaba que los testigos vieron las planchas solo “en visión o en su imaginación”. Harris se sintió aludido y de inmediato procuró aclarar su declaración anterior. Tratando de expresar con palabras una experiencia tan trascendental, dijo, según Burnett, que vio las planchas como si “[viera] una ciudad a través de una montaña”6.
Muchos cristianos de la época de Harris creían que era peligroso o imposible percibir lo divino con los sentidos físicos, una creencia arraigada en relatos bíblicos. Por ejemplo, los israelitas del Antiguo Testamento que miraron en el interior del arca del convenio sin la debida autorización fueron destruidos. Por lo general, la presencia de Dios estaba oculta detrás de un velo o una nube de humo para proteger los ojos de aquellos que no estaban espiritualmente preparados7. Una de las primeras revelaciones de José Smith afirmaba igualmente que los seres humanos no pueden ver a Dios con sus “ojos naturales” sin ser consumidos. Sin embargo, podían presenciar Su gloria con los “ojos espirituales” si eran cambiados o “vivificados por el espíritu de Dios”8.
Martin Harris consideraba que la experiencia de los testigos con el ángel y el registro antiguo era uno de esos encuentros con lo divino, similar a las visiones de José Smith. Consciente de las severas amonestaciones de las Escrituras, a menudo hablaba de lo inadecuado que se sintió en el momento de presenciar las planchas. Con los años empleó una variedad de frases para describir su extraordinario encuentro. Presionado por varios entrevistadores para que aclarase si en realidad había visto las planchas, habló tanto de verlas con “un ojo espiritual”, haciendo hincapié en lo inusual y lo sagrado de la experiencia, como también con sus sentidos físicos9. “Tan cierto como que ustedes están ahí y me ven”, insistió en una ocasión, “ciertamente vi al ángel con las planchas de oro en la mano”10. Del mismo modo, David Whitmer describió las dimensiones espirituales y físicas de la experiencia de los testigos. “Por supuesto que estábamos en el Espíritu cuando las vimos, pues ningún hombre puede contemplar el rostro de un ángel, excepto en una visión espiritual”, explicó, y añadió: “pero también estábamos en el cuerpo, y todo era tan natural para nosotros como lo es en cualquier otro momento”11.
Cada uno de los tres testigos dio repetidos testimonios de su experiencia en declaraciones publicadas, entrevistas y conversaciones privadas. No todos los relatos de los testigos son fuentes igualmente fiables. Algunos eran el resultado de entrevistas con personas que eran hostiles al testimonio de ellos, mientras que otros se registraron años o décadas después de haber dado testimonio. Aun cuando los informes de sus declaraciones varían en algunos detalles, por lo general concuerdan y se ciñen a las instrucciones de la revelación12.
A pesar de las diferencias con José Smith que condujeron a cada uno de los tres testigos a apartarse individualmente de la Iglesia (Cowdery y Harris regresaron posteriormente), estos continuaron afirmando su testimonio en calidad de testigos durante toda la vida13. Igualmente, cada uno de los ocho testigos reafirmó su testimonio del examen de las planchas, aunque algunos, con el tiempo, se alejaron de la Iglesia. El peso total combinado de sus numerosas declaraciones, fruto de muchos años, y a pesar de la actitud cambiante hacia José Smith y la Iglesia, es un testimonio poderoso de la fiabilidad de sus declaraciones publicadas en el Libro de Mormón.
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