“Consagración y mayordomía”, Temas de la historia de la Iglesia
“Consagración y mayordomía”
Consagración y mayordomía
En los siglos transcurridos desde los albores de la cristiandad, muchos grupos han tratado de emular a los cristianos del Nuevo Testamento que se mencionan en el libro de Hechos de los Apóstoles, los cuales “tenían en común todas las cosas”1. José Smith aprendió por revelación que este modo de vida tenía raíces mucho más antiguas. En el verano de 1830, mientras trabajaba en la traducción inspirada de la Biblia, José dictó una revelación acerca de la antigua ciudad de Enoc, cuyo pueblo eran “uno en corazón y voluntad” y no había “pobres entre ellos”2.
En enero del año siguiente, José Smith recibió una revelación en el estado de Nueva York en la que se mandaba a los santos a establecerse en Ohio, porque “allí os daré mi ley”, les dijo el Señor3. Entretanto en Ohio, un grupo de conversos conocidos como “la familia” vivían en la granja de Isaac y Lucy Morley, intentando vivir lo que ellos entendían que era el ideal del Nuevo Testamento de tener todas las cosas en común4. A su llegada a Ohio, tanto José Smith como John Whitmer observaron que la vida en comuna que practicaba la familia Morley, aunque digna de admiración, no era sostenible5. El 9 de febrero, José y otras personas oraron y recibieron una revelación en la que se reseña la ley del Señor6. Tras recibirse esta guía revelada, el plan de “propiedad en común” que se practicaba en la granja de los Morley “fue reemplazado prontamente por la ley del Señor que es más perfecta”7.
Esta revelación, a veces llamada “ley de consagración y mayordomía”, enseñaba a los santos cómo buscar la igualdad económica sin dejar de lado la elección personal y la responsabilidad. Esto no se lograba mediante la propiedad comunitaria, sino al requerir que los santos consagraran su propiedad o la hicieran sagrada, al usarla para hacer avanzar la obra del Señor. Reconociendo que todos sus bienes terrenales realmente pertenecían a Dios, los Santos de los Últimos Días traspasaban sus propiedades al Señor, a través del obispo, pero conservaban la mayordomía —y de hecho, la propiedad— de las tierras y los bienes que necesitaban para ellos mismos. Lo que ellos consideraban excedente, lo donaban a la Iglesia para mitigar la pobreza y edificar Sion8. La principal función del oficio del obispo en los primeros años de la Iglesia era administrar la ley de consagración9.
La implementación de la ley de consagración resultó difícil en la práctica, ya que las necesidades siempre parecían exceder a los recursos. Muchos santos llegaban a Ohio y Misuri en condiciones de pobreza, la Iglesia necesitaba adquirir tierras en Sion y construir edificaciones y los santos enfrentaban, además, la hostilidad de sus vecinos. Los integrantes de la Firma Unida —el consejo asignado en 1832 a la administración de las finanzas de la Iglesia— no estaban de acuerdo sobre cómo priorizar los gastos10. Algunos santos eran generosos en lo que consideraban excedentes para donar al obispo, mientras que otros se aferraban a terrenos baldíos y propiedades sobrantes11.
Dos revelaciones recibidas en 1838, introdujeron la ley del diezmo como un componente de la ley de consagración12. Esas revelaciones enseñaron que luego de consagrar sus bienes sobrantes, los santos debían donar “la décima parte de todo su interés anualmente”13. Los profetas que siguieron después recalcaron que el diezmo es un medio por el cual los miembros de la Iglesia viven la ley de consagración14.
Mientras que los principios que subyacen a la ley de consagración han permanecido invariables, las formas en que los santos han implementado la ley ha cambiado bajo dirección profética, y en respuesta a las circunstancias. Por ejemplo, Brigham Young fomentó la creación de cooperativas por todo el estado de Utah y en las regiones circunvecinas para ayudar al sostenimiento de los asentamientos fronterizos y para acompasar mejor las prácticas económicas de los santos con las revelaciones de José Smith, y no con la cultura económica individualista estadounidense. Esas cooperativas, llamadas a veces “órdenes unidas”, fueron implementadas de varias maneras por las diversas comunidades de la región de la Gran Cuenca hacia fines del siglos XIX15.
Además de pagar el diezmo, los santos tienen muchas formas de consagrar su tiempo, talentos y medios para llevar a cabo la obra del Señor. Los santos comenzaron a donar ofrendas de ayuno para los pobres en Kirtland. En Nauvoo, y posteriormente en Utah, las mujeres de la Sociedad de Socorro se coordinaban con los líderes locales y generales de la Iglesia para satisfacer las necesidades de los necesitados16. Los miembros de la Iglesia donaron recursos al Fondo Perpetuo para la Emigración para abaratar los gastos de viaje de los conversos de ultramar que deseaban congregarse con los santos en Utah17. La Iglesia estableció en 1930 el programa de bienestar para auxiliar a los que sufrían bajo las agobiantes condiciones económicas durante la Gran Depresión18. En 2001, el Presidente de la Iglesia, Gordon B. Hinckley, dio inicio al Fondo Perpetuo para la Educación para brindarle oportunidades de formación a los miembros de la Iglesia de todo el mundo que estuvieran en situación económica desventajosa19. Cada uno de esos programas cumple con los objetivos de la ley de consagración tal como fue establecida por revelación: cuidar de los pobres y necesitados, vivir juntos en amor, evitar la ociosidad y apoyar el crecimiento de la Iglesia.
Temas relacionados: Obispo, Firma Unida, Diezmo, Sociedad de Socorro Femenina de Nauvoo