Historia de la Iglesia
Restricción del sacerdocio y del templo


“Restricción del sacerdocio y del templo”, Temas de la historia de la Iglesia

“Restricción del sacerdocio y del templo”

Restricción del sacerdocio y del templo

Tanto en la teología como en la práctica, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días acoge a toda la familia humana. Las Escrituras y las enseñanzas de los Santos de los Últimos Días afirman que Dios ama a todos Sus hijos y que hace que la salvación esté disponible para todos. Dios creó las muchas diversas razas y etnias y ama a todos por igual. Como lo explica el Libro de Mormón, “todos son iguales ante Dios”1. La estructura y la organización de la Iglesia fomentan la integración racial. Los miembros de la Iglesia de distintos grupos étnicos se cuidan unos a otros con regularidad en sus respectivos hogares y prestan servicio juntos como maestros, como líderes de los jóvenes y en otras innumerables asignaciones que reciben en sus congregaciones. Tales prácticas hacen que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días sea una religión totalmente integrada.

A pesar de esta realidad moderna, durante buena parte de su historia —desde la década de 1850 hasta 1978— la Iglesia no ordenó al sacerdocio a hombres de ascendencia africana negra, ni permitió a hombres o mujeres de raza negra participar en la investidura del templo ni en las ordenanzas selladoras.

Durante las dos primeras décadas de existencia de la Iglesia se ordenó al sacerdocio a algunos hombres de raza negra. Uno de ellos, Elijah Able, también participó en las ceremonias del templo en Kirtland, Ohio, y más tarde se bautizó en Nauvoo, Illinois, como representante de sus familiares fallecidos. No hay evidencia fidedigna de que durante la vida de José Smith se le haya negado el sacerdocio a algún hombre de raza negra.

En 1852, el presidente Brigham Young anunció públicamente que los hombres descendientes de africanos negros ya no podrían ser ordenados al sacerdocio; sin embargo, después de eso, personas de raza negra continuaron uniéndose a la Iglesia mediante el bautismo y recibieron el don del Espíritu Santo. Después de la muerte de Brigham Young, los presidentes de la Iglesia que le sucedieron no permitieron que las personas de raza negra recibieran la investidura y pudieran casarse en el templo. Con el tiempo, los miembros y los líderes de la Iglesia propusieron muchas teorías para explicar esas restricciones con respecto al sacerdocio y al templo. Ninguna de esas explicaciones se acepta en la actualidad como doctrina oficial de la Iglesia.

Al extenderse la Iglesia por todo el mundo, su grandiosa misión de ir “y hace[r] discípulos a todas las naciones”2 parecía cada vez más incompatible con las restricciones del sacerdocio y del templo. Los líderes de la Iglesia reflexionaron sobre las promesas que otros profetas, como Brigham Young, habían hecho diciendo que algún día los miembros de raza negra iban a recibir las bendiciones del sacerdocio y del templo. En junio de 1978, el Presidente de la Iglesia, Spencer W. Kimball, sus consejeros en la Primera Presidencia y los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles recibieron una revelación que daba fin a la restricción de la ordenación al sacerdocio y extendía las bendiciones del templo a todos los Santos de los Últimos Días dignos, hombres y mujeres. La declaración de la Primera Presidencia en cuanto a la revelación pasó a formar parte de las Escrituras en el libro de Doctrina y Convenios, como Declaración Oficial 2.

Actualmente, la Iglesia rechaza las teorías formuladas en el pasado que consideraban la piel negra como una señal de desaprobación o maldición divina, o como un reflejo de malas acciones hechas en la vida preterrenal; o que veían los matrimonios interraciales como un pecado; y a las personas de raza negra, o de cualquier otra raza o etnia, como inferiores de algún modo a cualquier otra persona. Hoy en día, los líderes de la Iglesia condenan rotundamente todo racismo, pasado y presente, en cualquiera de sus formas. Las enseñanzas de la Iglesia con respecto a los hijos de Dios se resumen en un versículo del segundo libro de Nefi: “… y a nadie de los que a él vienen desecha [el Señor], sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres […]; y todos son iguales ante Dios, tanto los judíos como los gentiles”3.

Para obtener más información sobre este tema, consulte “La raza y el sacerdocio”.

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