“La dedicación de la Tierra Santa”, Temas de la historia de la Iglesia
“La dedicación de la Tierra Santa”
La dedicación de la Tierra Santa
Desde su bautismo en la Iglesia en 1831, Orson Hyde tenía la esperanza de servir en una misión en Jerusalén. Una noche de 1840 soñó que hacía un viaje misional por Londres, Ámsterdam y Constantinopla con destino final en Jerusalén. Inspirado por su sueño, en la siguiente conferencia de la Iglesia propuso realizar una misión entre los judíos. Su compañero en el apostolado, John Page, le prometió su apoyo, citando las profecías del Libro de Mormón en cuanto al recogimiento de Israel y la conversión de los judíos1. José Smith mandó a Hyde que representara a la Iglesia ante “los sacerdotes, gobernantes y ancianos de los judíos” en tierras extranjeras2. Hyde partió de Nauvoo, Illinois, nueve días después y siguió la ruta que había visto en su sueño.
Page acompañó a Hyde hasta Cincinnati, Ohio3. Este prosiguió solo y llegó a Inglaterra en marzo de 1841, donde recibió ayuda de otros miembros de los Doce durante cuatro meses antes de viajar en dirección sudeste por Europa. Por el camino envió cartas a líderes de comunidades judías y se detuvo en las ciudades principales para predicar a los judíos. En octubre llegó a la costa palestina y se dirigió tierra adentro hasta Jerusalén. Lloró estando en la puerta del Oeste, mientras contemplaba la ciudad por primera vez.
Antes de la salida del sol el domingo 24 de octubre, Hyde salió de la ciudad, cruzó el valle de Cedrón y subió al monte de los Olivos, donde ofreció una oración dedicatoria de Jerusalén específicamente “para el recogimiento de los restos esparcidos de Judá” y más ampliamente como tierra de promisión para todos los hijos esparcidos de Abraham4. Después de la oración hizo un altar de piedra para conmemorar la ocasión. Tras partir de Jerusalén, Hyde prosiguió su misión viajando de regreso por Alemania y luego hasta Londres. Llegó a Nauvoo en diciembre de 18425.
Cuando Hyde y otras personas fueron apartadas como miembros del Cuórum de los Doce en 1835, José Smith les informó de que solo ellos tenían la autoridad para abrir las puertas de las naciones para el recogimiento de Israel6. Cuando Hyde dedicó la Tierra Santa, contribuyó a cumplir con este cometido. Sin embargo, la dedicación fue diferente de posteriores dedicaciones de países para la obra misional de los Santos de los Últimos Días. Él entendía que esta dedicación pondría en marcha el recogimiento del antiguo pueblo del convenio de Dios, los judíos, y que sería una obra que ellos mismos tendrían que llevar a cabo.
Varios apóstoles posteriores ofrecieron otras oraciones dedicatorias de la Tierra Santa entre 1873 y 19337. En las décadas de 1970 y 1980, la Iglesia estableció su presencia en la zona próxima a Jerusalén al crear un distrito, edificar el centro de la Universidad Brigham Young en Jerusalén y dedicar el Jardín Conmemorativo Orson Hyde en el monte de los Olivos8. En 1979, el élder Howard W. Hunter, del Cuórum de los Doce, que había desempeñado una labor clave en estas instituciones de los Santos de los Últimos Días en la Tierra Santa, enseñó que el monumento a la oración de Hyde no significaba que “solo favorecemos los propósitos de los judíos, pues la Iglesia tiene interés en todos los descendientes de Abraham”. Recordó a sus oyentes que “Jerusalén es sagrada para los judíos, pero también para los árabes”, y concluyó diciendo que “tanto los judíos como los árabes son hijos de nuestro Padre. Ambos son hijos de la promesa, y como iglesia no nos ponemos del lado de ninguno. Los amamos y nos interesamos por cada uno. El propósito del evangelio de Jesucristo es que se establezcan el amor, la unidad y la hermandad en su orden más elevado”9.