Historia de la Iglesia
Louisa Barnes Pratt


“Louisa Barnes Pratt”, Temas de la historia de la Iglesia

“Louisa Barnes Pratt”

Louisa Barnes Pratt

Louisa Barnes nació en Massachusetts en 1802 y se casó con Addison Pratt a los 28 años. Ambos conocieron La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días por intermedio de Caroline, hermana de Louisa, y de su marido, Jonathan Crosby. Los Pratt se bautizaron en 1838 en Massachusetts. Cuando iban de camino a Misuri para congregarse con los Santos de los Últimos Días, se enteraron de la violencia que estos sufrían allí y decidieron quedarse en Indiana hasta 1841, año en que se trasladaron a Nauvoo. Louisa se unió a la Sociedad de Socorro de Nauvoo el 12 de mayo de 1842, atendió a sus niños cuando enfermaron de sarampión y donó a la colecta de centavos para el Templo de Nauvoo.

Louisa Barnes Pratt

Fotografía de Louisa Barnes Pratt

En 1843, comenzó para Louisa lo que llegaría a ser casi una década de apoyo misional cuando Addison fue llamado a servir en una misión en las islas del Pacífico. Cuando su marido partió a la misión, Louisa se encargó de proveer para la familia y de trasladarla desde Nauvoo a Winter Quarters y, posteriormente, a Salt Lake City. Durante su jornada hasta Winter Quarters se reunía con otras mujeres para orar y darse apoyo mutuamente. Al llegar allí, Louisa tuvo graves dificultades, entre ellas: vivir en una húmeda vivienda subterránea, sufrir un esguince de rodilla, enfermar de escorbuto y perder los dientes frontales.

Addison regresó de la misión en 1848 y se reunió con Louisa en Salt Lake City. Al año siguiente lo llamaron a servir una segunda misión en Tahití. En mayo de 1850, Louisa y sus cuatro hijas se embarcaron para estar dos años con él en Tubuai, donde aprendieron el idioma, discursaron en reuniones y predicaron el Evangelio. Jonathan y Caroline Crosby, junto con su hijo, también fueron con ellas. Mientras vivió con las mujeres de Tubuai, en el Pacífico Sur, Louisa les enseñó inglés y destrezas domésticas. Además, les enseñó el Evangelio y las bendijo cuando estaban enfermas.

Louisa y Addison volvieron de su misión en 1852 y vivieron por un tiempo en San Bernardino, California. Sin embargo, ella se sentía “unida a la Iglesia por lazos de amor” y estaba decidida a vivir con los santos en Utah. En 1858, dejó atrás su hermosa casa en California y se separó de Addison, quien se estaba desilusionando con la Iglesia. Se estableció en Beaver, Utah, y allí vivió el resto de su vida, prestando servicio como consejera y secretaria de la Sociedad de Socorro local. Permaneció cerca de su hermana Caroline y ambas vivieron una al lado de la otra en Beaver. Louisa falleció el 8 de septiembre de 1880 de una neumonía.

Las experiencias que tuvo Louisa la hicieron desarrollar un agudo “espíritu de autosuficiencia”, ya que vivió apartada de su esposo la mitad de su vida de casados. Dio clases en escuelas y trabajó de costurera para tener recursos económicos. Sus diarios y memorias hacen frecuentes referencias a períodos de temor y desánimo que daban paso a la paz y a la esperanza. “Mi corazón desfalleció al principio, pero decidí confiar en el Señor y enfrentarme con valentía a los infortunios de la vida”, escribió mientras vivía en Nauvoo. En Tubuai escribió: “Uno no se imagina lo que es capaz de hacer hasta que supera un gran desafío”.

Notas

  1. Véase Louisa Barnes Pratt, Memoirs, primavera de 1846 hasta septiembre de 1848, en S. George Ellsworth, editor, The History of Louisa Barnes Pratt: Mormon Missionary Widow and Pioneer, Logan: Utah State University Press, 1998, pág. 82.

  2. Kathleen C. Perrin, “Louisa Barnes Pratt: Self-Reliant Missionary Wife”, en Reid L. Nielson y Fred E. Woods, editores, Go Ye into All the World: The Growth and Development of Mormon Missionary Work, Provo, Utah: Religious Studies Center, 2012, págs. 261–288; véase el tema: Sanación.

  3. S. George Ellsworth, editor, The Journals of Addison Pratt, Salt Lake City: University of Utah Press, 1990, pág. 513.

  4. Louisa Barnes Pratt, en Ellsworth, The History of Louisa Barnes Pratt, págs. 65, 78, 150, 222, 360.