Historia de la Iglesia
Gordon B. Hinckley


Gordon B. Hinckley

Gordon B. Hinckley sirvió como decimoquinto presidente de la Iglesia entre 1995 y su fallecimiento en 2008. Nació el 23 de junio de 1910 y fue el primer hijo de Ada y Bryant Hinckley, quienes lo criaron dentro de una familia grande y unida en Salt Lake City, Utah, EE. UU., y fomentaron en él la pasión por el aprendizaje y una fe resiliente. De niño, Gordon no era especialmente robusto (en una ocasión lo definieron como “un niño larguirucho y frágil”), pero aprendió a ser diligente y a tener una sólida ética de trabajo mientras exploraba y trabajaba en la granja de su familia en la zona de Mill Creek, en el valle del Lago Salado. Se graduó de la escuela secundaria en 1928 e inmediatamente después se inscribió en la Universidad de Utah. Tras la caída del mercado de valores en los Estados Unidos en 1929, el desempleo en la región del Lago Salado se incrementó, pero él logró mantener su trabajo de operario de mantenimiento y siguió financiando sus estudios. Un año más tarde, cuando Gordon tenía veinte años, su madre, Ada, falleció trágicamente de cáncer, lo que dio paso a una época “de vacío”. En 1932 obtuvo una licenciatura en Inglés y deseaba emprender una carrera en el ámbito del periodismo.

Aunque durante la Gran Depresión los hombres jóvenes llamados a servir en misiones de tiempo completo eran relativamente pocos, su obispo se acercó a él con la “alarmante” sugerencia —tal como recordaba el propio Gordon— de ir a una misión. El banco en el que Gordon tenía su cuenta de ahorros había quebrado recientemente, pero su padre, Bryant, se comprometió a hacer “todo lo posible” para financiar la misión. El camino quedó totalmente despejado para que Gordon aceptara el llamamiento gracias a unos pequeños ahorros que su madre había ido apartando del cambio que le devolvían cuando iba a hacer las compras en el mercado. Gordon dijo que cuidó las monedas de su madre “con [su] honor”. Partió a su asignación en la Misión Europea, cuya sede estaba en Londres, Inglaterra. Aunque al principio se sintió desanimado por los desafíos de compartir el Evangelio durante una época de dificultades económicas a nivel mundial, la determinación de Gordon se fortaleció gracias al consejo que recibió de su padre: “Olvídate de ti mismo y ponte a trabajar”. Esto lo inspiró a dedicarse completamente a la misión, y su perspectiva cambió profundamente. A principios de 1934 lo trasladaron a trabajar en las oficinas de la misión junto con el élder Joseph F. Merrill, del Cuórum de los Doce Apóstoles, quien presidía la misión. El resto de su misión se dedicó a responder las preguntas de la prensa y a enviar sus propias cartas, editoriales y artículos informativos a los periódicos, con la esperanza de refutar información errónea con respecto a los Santos de los Últimos Días y la Iglesia.

Gordon B. Hinckley cuando era un joven misionero

Gordon B. Hinckley cuando era misionero, predicando en Hyde Park, Londres, julio de 1934.

En 1935, poco después de su regreso a casa tras su servicio misional, la Primera Presidencia invitó a Gordon a una reunión para analizar maneras de mejorar los recursos y materiales para los misioneros. Su presentación dio como resultado su nombramiento como secretario ejecutivo del recién formado Comité de Radio, Publicidad y Literatura Misional de la Iglesia, un puesto que requería trabajar a tiempo completo como empleado de la Iglesia. Dejando a un lado sus planes de ingresar en la escuela de posgrado, aceptó el cargo y comenzó a escribir programas de radio y folletos misionales, así como a concertar colaboraciones con los medios de comunicación e investigar la historia de la Iglesia. Su trabajo en el comité le dio la oportunidad de colaborar a diario con los principales líderes de la Iglesia en una época de misiones en expansión y medios de comunicación por todo el mundo.

En 1937, Gordon se casó con Marjorie Pay, una vecina que vivía frente a su casa cuando ambos eran niños. Se mudaron a la casa de verano de la familia Hinckley en East Mill Creek donde, con el tiempo, criaron a sus cinco hijos. Como padres, se esforzaron por crear un ambiente de amor en el que sus hijos pudieran ser testigos de la fe y dedicación de sus padres. Marjorie creía en confiar en sus hijos y decirles “sí” con la mayor frecuencia posible, en tener pocas reglas pero manteniendo altas expectativas. La familia valoraba la risa y cada día buscaba el humor y las interacciones alegres.

Tras una breve temporada como asistente del superintendente del ferrocarril entre Denver y Río Grande durante la Segunda Guerra Mundial, Gordon retomó sus responsabilidades anteriores en las Oficinas Generales de la Iglesia y pronto se le llamó a poner las bases de lo que más tarde sería el Departamento Misional. Junto con los élderes Henry D. Moyle y Stephen L Richards y el presidente David O. McKay, estuvo a cargo de optimizar las operaciones misionales de la Iglesia y de mejorar los procedimientos para el desarrollo de los candidatos a misionero, el apoyo a los presidentes de misión y el regreso de los misioneros a casa después de finalizar su servicio.

En 1958, el presidente David O. McKay extendió a Gordon el llamamiento para servir como asistente de los Doce, lo que lo convirtió en Autoridad General dentro de la Iglesia. Las responsabilidades del élder Hinckley lo llevaron a Asia, una región sobre la que sabía poco. Pronto desarrolló un profundo amor por la gente de aquella región y estuvo en estrecho contacto con los misioneros, visualizando grandes oportunidades para la organización de futuras estacas. Después de tres años en ese llamamiento, el presidente McKay pidió al élder Hinckley que prestara servicio en el Cuórum de los Doce Apóstoles. Durante siete años más siguió supervisando la obra en Asia, tras lo cual tuvo asignaciones similares en Sudamérica y Europa.

En 1981, el presidente Spencer W. Kimball llamó al élder Hinckley a prestar servicio como Tercer Consejero de la Primera Presidencia, cuando lo habitual era que hubiera solamente dos, debido a los problemas de salud de cada uno. El presidente Hinckley asumió importantes responsabilidades, que incluían las labores cotidianas de la Primera Presidencia y grandes esfuerzos para construir y dedicar templos. La era multimedia trajo consigo un mayor escrutinio público, pero el presidente Hinckley instó a los miembros de la Iglesia a seguir concentrados en la visión general. La frecuencia de sus viajes aumentó debido al deterioro de la salud del presidente Kimball y de los otros consejeros, y rápidamente entendió la necesidad de delegar responsabilidades en los líderes regionales. Desempeñó una función decisiva en la creación de las Presidencias de Área y en el diseño de adaptaciones internacionales de los programas de la Iglesia.

Gordon B. Hinckley en una conferencia general

Entre 1981 y 1985, Gordon B. Hinckley presidió en solitario la conferencia general en frecuentes ocasiones debido a los problemas de salud de los otros miembros de la Primera Presidencia.

Tras la muerte del presidente Howard W. Hunter en 1995, el presidente Hinckley fue apartado como Presidente de la Iglesia. Su presidencia fue conocida por su energético progreso e innovación. El presidente Hinckley dio prioridad a la mejora de la visibilidad de la Iglesia en los medios de comunicación y concedió entrevistas en la televisión nacional, además de dar conferencias de prensa por todo el mundo. Acogió la tecnología y ordenó que los departamentos de la Iglesia utilizaran las emergentes oportunidades multimedia y de internet para hacer avanzar la obra del Evangelio, incluyendo especialmente la transmisión de reuniones y la mejora de las herramientas de historia familiar. En 1995 presentó “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” y promovió colaboraciones con otras iglesias y organizaciones para impulsar el apoyo social a la familia. En 1997, el presidente Hinckley lideró la celebración en toda la Iglesia del 150 aniversario de la llegada de los pioneros al valle del Lago Salado, haciendo hincapié en los fieles cimientos que establecieron aquellos primeros Santos de los Últimos Días para todos los miembros de la Iglesia, independientemente de la ascendencia genealógica de cada uno.

El presidente Hinckley recalcó que no solo había que buscar miembros nuevos por medio de la exigente obra misional, sino que también había que nutrirlos y pastorearlos con apoyo y atención individuales. Inspirado por el Fondo Perpetuo para la Emigración que había ayudado a muchos pioneros a viajar a Utah, el presidente Hinckley dirigió el lanzamiento del Fondo Perpetuo para la Educación con el fin de proporcionar fondos a los estudiantes Santos de los Últimos Días que desearan adquirir una formación superior. La construcción de templos fue otra prioridad fundamental, particularmente por su visión de acercar los templos a los miembros de la Iglesia en todo el mundo. Elaboró y ejecutó planes para la construcción de templos más pequeños y, a finales del año 2000, la Iglesia contaba con más de cien templos en funcionamiento. Bajo su liderazgo se construyó el Centro de Conferencias en el centro de Salt Lake City, el cual, en el momento de su dedicación en el año 2000, era uno de los auditorios cubiertos más grandes del mundo.

Dos días después de la Conferencia General de abril de 2004 falleció Marjorie Hinckley. El presidente Hinckley reconoció públicamente su duelo y celebró el “amor, ánimo y fe” de Marjorie. En los cuatro años siguientes mantuvo un ritmo activo aun cuando su propia salud se iba deteriorando. En enero de 2008 falleció apaciblemente en su casa rodeado de sus cinco hijos y los cónyuges de estos. Sus muchos viajes y su estilo de liderazgo hicieron que se granjease el cariño de miembros de la Iglesia, líderes cívicos y público en general de todo el mundo.

Para saber más acerca de la vida de Gordon B. Hinckley, véanse los videos Profetas de la Restauración, en history.ChurchofJesusChrist.org o en la aplicación Biblioteca del Evangelio.

Temas relacionados: Construcción de templos, Medios de difusión, Crecimiento de la obra misional, Ramas para miembros en el servicio militar activo