Iniciativas de Pascua de Resurrección
La Pascua y el sufrimiento en el jardín


“La Pascua y el sufrimiento en el jardín”, Plan de estudio de la Pascua de Resurrección, 2024

Jueves, 28 de marzo

La Pascua y el sufrimiento en el jardín

“Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39).

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Jesucristo y once apóstoles sentados en el suelo alrededor de una mesa baja

Jesús observó la sagrada festividad de la Pascua con Sus apóstoles e instituyó la sagrada ordenanza de la Santa Cena, en la cual invitó a Sus discípulos a comer y beber en memoria de Él. Les enseñó acerca del poder consolador del Espíritu Santo y, sabiendo que Su tiempo con ellos pronto terminaría, les mandó que tuvieran “amor los unos por los otros”, como Él los había amado (Juan 13:34–35). Les dijo que ese amor sería una señal para los demás de que eran Sus discípulos. Sus apóstoles habían recorrido un largo camino desde que se encontraron con Jesús por primera vez y, sin embargo, Sus palabras demostraban que Él sabía que su transformación en verdaderos discípulos apenas había comenzado.

Después de lo que a menudo se conoce como la Última Cena, Jesús pidió a Sus apóstoles que lo siguieran durante la noche hasta un tranquilo jardín llamado Getsemaní. A pesar de que su Maestro les pidió que permaneciesen despiertos con Él, los discípulos exhaustos se durmieron. Solo, Jesús comenzó a orar y pronto lo invadió una agonía incomprensible. Allí, en el jardín, comenzó el proceso de tomar sobre Sí los pecados y dolores del mundo; era el comienzo de un acto de sacrificio que llegaría a su conclusión final al día siguiente en la cruz del Gólgota.

Más tarde aquella noche, Judas Iscariote traicionó al Salvador ante las autoridades locales, quienes arrestaron a Jesús y lo llevaron a la casa de Caifás, el sumo sacerdote. Allí, Jesús esperaría Su juicio hasta la mañana siguiente.

El presidente Russell M. Nelson nos ha invitado repetidas veces a acercarnos más a Cristo mediante el proceso del arrepentimiento, el cual es posible gracias al sufrimiento y a la Expiación de Jesús:

Nada es más liberador, más ennoblecedor ni más crucial para nuestro progreso individual que centrarse con regularidad y a diario en el arrepentimiento. El arrepentimiento no es un suceso; es un proceso; es la clave de la felicidad y la paz interior. Cuando lo acompaña la fe, el arrepentimiento despeja el acceso al poder de la Expiación de Jesucristo (“Podemos actuar mejor y ser mejores”, Liahona, mayo de 2019, pág. 67).

Leer y meditar

¿Cómo puede el arrepentimiento diario ayudarte a honrar y recordar a Jesucristo?

Ver

“La Última Cena”

“El Salvador sufre en Getsemaní”

Cantar

Amad a otros”, Himnos, nro. 203

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