Romanos 8:18–39
“[El] amor de Dios, que es en Cristo Jesús”
Durante situaciones frustrantes, injustas o difíciles, ¿te has sentido alguna vez tentado a preguntarte si Dios se preocupa por ti? La carta de Pablo a los santos de Roma, algunos de los cuales soportaron horribles pruebas, incluye un mensaje de consuelo para cualquier persona que esté sufriendo. Esta lección puede ayudarte a sentir esperanza y consuelo por medio del amor del Padre Celestial y Jesucristo a medida que enfrentas pruebas e incertidumbre.
Algunas posibles actividades de aprendizaje
¿Qué recetarías?
Piensa en lo que podría sugerir un médico para ayudar con las siguientes afecciones:
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Gripe estomacal (gastroenteritis)
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Dedo del pie quebrado
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Migraña
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Resfrío
Responde las siguientes preguntas:
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¿Qué consejo específico se podría dar para cada una de esas afecciones?
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¿Qué consejo general podría ayudar a tratar todas esas afecciones?
Por supuesto, no todas las pruebas son de naturaleza física. Muchas personas sufren desafíos mentales, emocionales y espirituales. Nuestro Salvador sabe cómo ayudar y fortalecer a cada uno de nosotros, independientemente de qué desafíos tengamos. Si bien las pruebas de cada persona son únicas, Dios nos ha enseñado verdades eternas que pueden ayudarnos y consolarnos en cualquier situación difícil.En tu diario de estudio, haz una breve lista de las pruebas con las que a ti o a tus seres queridos les gustaría recibir ayuda.
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¿Qué es lo que ya sabes sobre el Padre Celestial, Jesucristo y el Plan de Salvación que te ayude con estas pruebas? ¿De qué manera te ha ayudado ese conocimiento?
Si bien tu testimonio no minimiza la realidad, el dolor ni la dificultad de las pruebas que tú y tus seres queridos experimentan, puede proporcionar esperanza, consuelo y una perspectiva eterna durante esas pruebas.
Tan solo unos pocos años después de que Pablo hubiera enviado su epístola, los santos de Roma sufrieron horribles persecuciones. Lee Romanos 8:18, 24–25, 28, 31–39 y marca cada frase que creas que podría ayudar o consolar a alguien, independientemente de sus tribulaciones específicas.
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Anota una frase de estos versículos que te haya impresionado. ¿Por qué escogiste esa frase?
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Escribe sobre la forma en que conocer las verdades que se enseñan en esa frase puede ayudarte a ti y a tus seres queridos con algunas de sus tribulaciones específicas.
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Si lo deseas, memoriza la frase que escogiste. También puedes crear un recordatorio diario de esta frase en un dispositivo electrónico o escribirla y colocarla donde puedas verla todos los días durante los próximos días.
El amor del Padre Celestial y Jesucristo
Una de las frases que podrías haber marcado en estos versículos enseña la verdad de que “[nada] nos podrá apartar del amor de Dios” ( Romanos 8:39).
El Padre Celestial y Jesucristo quieren que sepas que te aman. Ellos demuestran ese amor tanto mediante acciones como por medio de palabras.
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Según Romanos 8:32 , ¿qué hizo el Padre Celestial para demostrar que te ama?
Lee el pasaje de Dominio de la doctrina que se encuentra en Juan 3:16 y observa lo que enseñó el Salvador sobre la razón por la que el Padre Celestial envió a Su hijo a la tierra. Es posible que desees correlacionar o vincular este pasaje con Romanos 8:32 .
El hecho de que el Salvador estuviera dispuesto a expiar nuestros pecados también es evidencia de Su amor por nosotros (véanse Romanos 8:34–35 ; Doctrina y Convenios 34:1–3).
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¿En qué ocasiones has sentido el amor del Padre Celestial y de Jesucristo en tu vida? ¿Cómo te ha ayudado Su amor en medio de las tribulaciones?
En tu diario de estudio, registra lo que has aprendido hoy sobre el Padre Celestial y Jesucristo que desees recordar. También podrías considerar escribir una nota y entregarla a un familiar o amigo que pudiera beneficiarse de algo que aprendiste o sentiste hoy.
Comentarios e información de contexto
¿Qué significa que el sufrimiento que pasamos en la tierra “no [es] dign[o] de ser comparad[o] con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada”? ( Romanos 8:18)
La hermana Linda S. Reeves, quien prestó servicio como Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, enseñó:
No sé la razón por la que tenemos las muchas pruebas que tenemos, pero yo pienso que la recompensa es tan grande, tan eterna y duradera, tan gozosa y más allá de nuestro entendimiento, que en ese día de recompensa quizás queramos decir a nuestro misericordioso y amoroso Padre: “¿Era eso todo lo que se requería?”. Creo que si a diario pudiésemos recordar y reconocer la profundidad del amor que nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador tienen por nosotras, estaríamos dispuestas a hacer cualquier cosa para volver a Su presencia una vez más, rodeadas por Su amor eternamente. ¿Qué importará, queridas hermanas, lo que suframos aquí si, al final, esas pruebas son precisamente lo que nos preparará para la vida eterna y la exaltación en el Reino de Dios con Ellos?
(Linda S. Reeves, “Dignas de las promesas prometidas”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 11)
¿Cómo pueden nuestras pruebas “obra[r] juntamente para [nuestro] bien”? ( Romanos 8:28)
El élder James B. Martino, de los Setenta, dijo:
… Nuestro Padre Celestial, quien nos ama de manera completa y perfecta, deja que tengamos experiencias que nos permitan desarrollar las características y los atributos que necesitamos para ser cada vez más parecidos a Cristo. Nuestras pruebas tienen muchas formas diferentes, pero cada una nos permitirá llegar a ser cada vez más parecidos al Salvador en la medida en que aprendamos a reconocer las cosas buenas que surgen de cada experiencia. Al comprender esta doctrina, podemos adquirir mayor certeza del amor de nuestro Padre. Quizá en esta vida nunca sepamos por qué tenemos que pasar por ciertas circunstancias, pero podemos estar seguros de que podremos crecer gracias a la experiencia.
(James B. Martino, “Todas las cosas obrarán juntamente para su bien”, Liahona, mayo de 2010, pág. 101)
¿Qué significa que nada puede “apartar[nos] del amor de Dios”? ( Romanos 8:39)
El presidente Thomas S. Monson (1927–2018) dijo:
… [S]u Padre Celestial l[os] ama, a cada un[o] de ustedes. Ese amor nunca cambia, y en él no influye su apariencia, sus posesiones ni la cantidad de dinero que tengan en su cuenta bancaria. No lo cambian sus talentos y habilidades; simplemente está allí. Está allí para cuando se sientan tristes o felices, desanimad[os] o esperanzad[os]. El amor de Dios está allí ya sea que sientan que merezcan amor o no; simplemente siempre está allí.
(Thomas S. Monson, “Nunca caminamos solos”, Liahona, noviembre de 2013, págs. 123–124)
Ya que Dios nos ama tanto, ¿salvará a todos independientemente de sus elecciones?
El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente acerca del amor de Dios:
… [E]n las Escrituras se describe [el] amor [de Dios] como “grande y maravilloso amor”, “perfecto amor”, “amor que redime” y “amor eterno”. Esas expresiones son mejores porque la palabra incondicional puede transmitir ideas incorrectas acerca del amor divino, tales como que Dios tolera y excusa todo porque Su amor es incondicional, o que Dios no exige nada de nosotros porque Su amor es incondicional, o que todos son salvos en el reino celestial de Dios porque Su amor es incondicional. El amor de Dios es infinito y perdurará para siempre, pero lo que signifique para cada uno de nosotros dependerá de cómo respondamos a Su amor.
(Véase D. Todd Christofferson, “Permaneced en mi amor”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 48)